AVISO.
Se toca temas bastates sencibles como el abuso sexual y consumo de sustancias.
Leer bajo su propio riesgo.
Ocho meses.
Ocho meses sin saber nada de ella, había desaparecido completamente y solo había llamado a su hermana para decirle que la dejen tranquila. No podía creer que esto me estaba pasando a mí.
La prensa la buscaba en todas partes, no había rastros de ella y eso me volvía loco.
Si me preguntaban hace un año atrás estoy seguro que me cagaria de risa, porque para el Enzo de un año atrás era imposible que ella se fuera. Había soportado tantas cosas al lado mío ¿qué le haría soportar un poco más?
Estaba completamente seguro de que ella nunca podría separarse de mí, porque ella me necesitaba. No tenía a nadie más que a mí, y yo me había aprovechado de eso completamente cegado ante la posibilidad de que ella se fuera.
Jamás me importó el hecho de saber que la estaba lastimando, porque estaba seguro de que no la quería. No me importaba el llegar a casa de madrugada y encontrarla llorando, ni mucho menos el que me suplicara que dejara de hacerle mal. Ella no me importaba.
O eso pensaba.
No sé en qué momento las cosas se distorsionaron de tal forma. Los roles se invirtieron; ya no era ella quien me buscaba desesperada por sentir un poco de ese amor que solía tenerle, ni soy yo el que se aleja como si le tuviera asco. Ahora es ella la que corre de mí.
Siento como si me ahogara en una soledad agobiante, no importa a donde mire porque ella está en todos lados. Mi cabeza la busca en cada lugar al que voy, y me es imposible pasar tiempo en esa casa que antes llamaba mía.
Era nuestra casa.
Era nuestro lugar, era su lugar y se me cierra la garganta cada que paso por la habitación que un día le perteneció. No me anime a sacar ni una sola prenda, porque estaba seguro de que ella volvería. Siempre volvía.
Pero me equivoqué.
Porque ella no solo no volvió, si no que ni siquiera llamó.
Ahora estoy solo yo y mi desesperación por volver a verla, aunque sea dos minutos. Porque volver a ella sería volver a respirar, sé que me estoy volviendo loco buscándola por todas partes y pagando detectives para que la encuentren.
Pero la necesitó.
La necesito tanto como necesito respirar, porque no me importa tener todo si no la tengo a ella, no me interesan las minas cuando solo busco encontrar su cuerpo en las demás.
Necesito su tacto, sus caricias, sus besos y todo lo que ella siembre me dio. Todo eso que yo desperdicié por confiar que siempre lo tendría.
Trago en seco para tratar de aliviar en nudo que se provoca en mi garganta cada vez que pienso en ella. Aprieto el volante, voy lo más rápido que puedo y necesito llegar ahora. Me saltó varios semáforos en rojo, pero no me importa nada.
Bajo rápidamente y ha pasado acelerados llegó hacia la oficina del detective que contraté para buscarla.
Sus ojos me miran con pena, ya que mi aspecto no es el mejor y no me interesa que lo sea. El sobre de papel madera que me entrega hace que me piquen los dedos por la ansiedad de saber, aunque sea algo mínimo sobre ella.
Abro como un desquiciado, importándome muy poco romper en papel delicado. Mi ceño se frunce en el instante en el que veo las fotos.
La garganta se me cierra y la piel se me eriza ante lo que veo.
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ONE SHOTS SELECCION ARGENTINA
Hayran KurguMini historias con los futbolistas de la selección Argentina.