Capítulo 2: La mansión de los Ryddle

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Capítulo 2: La mansión de los Ryddle

Hola a todos! Bienvenidos una semana más a este fic! :D

Ahora sí, a leer!

Disclaimer: La saga de Harry Potter no me pertenece. Yo solo he tomado los personajes prestados, al igual que otros miles de usuarios, para crear una nueva historia con la que pasar un buen rato. No obtengo ningún tipo de remuneración económica por escribir esta historia.

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Hizo los ejercicios de respiración que había escrito el encapuchado y se sintió muy tonto en el proceso. Luego, trató de dejar la mente en blanco, pero parecía que su cerebro se negaba a relajarse. Sus pensamientos iban de un lado para otro y, antes de que se diera cuenta, se quedó profundamente dormido.

A la mañana siguiente, lo despertaron las risas estridentes de Dean y Seamus.

Soltando un gruñido, Harry se incorporó, cogió las gafas de la mesita de noche y se las puso. No tenía reloj, así que no podía estar seguro, pero sospechaba que todavía podría haber dormido media hora más si sus compañeros se hubieran quedado en silencio.

Abrió las cortinas y vio que Ron hacía lo mismo, con cara de estar de muy mal humor.

— ¿Se puede saber qué os pasa? — gruñó Ron. Pero Seamus y Dean no parecían notar el peligro que suponía despertar a un Weasley antes de hora, porque seguían riendo sin parar.

De mala gana, Harry se puso en pie y comenzó a vestirse. Sabía que no podría volver a dormir aunque lo intentara.

Había tenido un sueño extraño. Volvía a ser un niño y los Dursley le obligaban a ir al colegio con un jersey horrible y desgastado que tía Marge les había regalado. Había llegado al colegio muerto de la vergüenza y se había encontrado con que, en lugar de dar clases, su profesora había decidido dedicar el día entero a contar cuentos a los más pequeños. Pero no eran los cuentos que Harry recordaba de su infancia, sino que en ellos habían calderos, sapos y capas de invisibilidad. Harry sentía que había pasado algo más en el sueño, pero ya no era capaz de recordarlo.

Ron y él bajaron a desayunar temprano, aunque ninguno se sorprendió al ver allí a Hermione. Ginny aún no había llegado, pero sí el señor y la señora Weasley, que conversaban apaciblemente con Moody y Kingsley.

— ¿Sirius aún no ha llegado? — preguntó Harry al tomar asiento. Ni su padrino ni el profesor Lupin estaban allí.

Hermione negó con la cabeza.

— Supongo que el profesor Lupin aún debe estar recuperándose de la noche de luna llena — dijo Hermione. — Me pregunto si vendrá hoy al comedor… No me sorprendería que necesitara quedarse en cama todo el día.

La respuesta llegó a ellos menos de diez minutos después, cuando tanto Sirius como Lupin entraron en el comedor, seguidos de Tonks. Solo hacía falta mirar a la cara demacrada de Lupin para saber que la noche anterior había sido difícil.

— Buenos días a todos — dijo Sirius alegremente mientras tomaba asiento al lado de Harry. — Perdona por no haber ido a buscarte ayer, Harry. El problemilla peludo de Lupin fue… bastante intenso ayer.

Ron soltó una risita y Hermione lo miró mal. Sin embargo, Harry vio a Lupin sonreír levemente.

— ¿Cómo se encuentra, profesor? — preguntó Harry.

— Cansado, pero bien. Gracias por preguntar — sonrió Lupin.

Sirius soltó un bufido.

— Yo estaría mejor si esa perra de Umbridge se metiera en sus asuntos.

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