Aʟʟ ɪɴ ɢᴏᴏᴅ ᴛɪᴍᴇ.

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Lukas y yo somos mejores amigos de nuevo, pero el sentimiento de atracción hacia el otro era muy presente.

Y bueno, hemos salido más para que las cosas entre nosotros estén bien. 

Ahora mismo nos encontramos en el centro comercial tratando de sacar un peluche. 

— ¿Cuál quieres? — me preguntó Lukas introduciendo la moneda en la máquina.

— Ese capibara chiquito. — hice un chillido de emoción mientras señalaba el peluche que sostenía una bonita fresa.

— Bien, deséame suerte para poder conseguirlo. — rio y comenzó a mover los controles de la máquina.

— Suerte. — 

Vi como la garra sostenía al peluche que quería, miré demasiado sorprendida cuando cayó a la abertura donde se consiguen los peluches. 

— Es que soy buenardo en esto. — presumió dándome el peluche. 

— Claro que no, fue gracias a que te desee suerte. — reclamé y le di un leve golpe en el hombro. — Pero aun así gracias. — le sonreí en agradecimiento. 

— Por nada, esta vez no te voy a cobrar porque fue a la primera. —

— ¿Ah, entonces me ibas a cobrar? — reaccioné ofendida.

— Era broma, no te ofendas. — me abrazó por detrás. — Es que si te ofendes obviamente te enojas y me dejas de hablar un ratito. —

Reí por lo que dijo y por la cara que puso. — No me ofendo ni me enojo solo porque no me cobraste. —

Él se encontentó y seguimos caminando para ver que más comprábamos hasta que se nos fueron las horas y ya era tarde, él me acompañó a mi casa. 

—Gracias... por todo lo de hoy. — sonreí.

— Por nada, te mereces esto y mucho más. — tomó mi mano y la besó delicadamente, al sentir este tacto mis mejillas ardieron.

— Yaaa, porque me sonrojo. — me quejé mientras sonreía bobamente.  

— Y qué tiene? es como un halago para mí ponerte nerviosa. — sonrió burlón.

— Te voy a dar un zape por burlón. — me quejé y alcé la mano.

— Ya, ya, perdón. —

— Bueno ya, te tienes que ir, ya es tarde y es peligroso a estas horas. — me acerqué para darle un beso en la mejilla en forma de despedida. 

— E-eh, sí, ya me voy. Bye, te quiero. — se despidió. 

— Yo más. — sacudí mi mano viendo cómo se marchaba.

Entré a mi casa con una sonrisa de oreja a oreja sosteniendo fuertemente el peluche que Lukas me consiguió.

— Al parecer mi cuñado te volvió a enamorar. — se burló mi hermana cruzada de brazos.

— Shh! No me digas eso porque me lo creo, ¡y no es tu cuñado! — reí por el comentario.

— ¡Pero pronto lo será! — fue lo último que escuché antes de cerrar la puerta.

No podía negarlo, sí, me seguía gustando, pero, todo a su debido tiempo, aparte no estamos seguros completamente de construir una relación amorosa de nuevo, es por eso que somos mejores amigos. 

Me dirigí al baño para lavar mis manos, las sentía raras. Mientras lavaba mis manos observé mi brazo izquierdo, repleto de cicatrices, unas en proceso por la profundidad que se hizo en esa zona y otras ya terminadas color blanco que siempre estarán ahí. Como ya no me apenaba ocultarlas Lukas las vio hace no mucho, hablamos sobre ese tema y le confesé las razones, como el imagino las situaciones comenzó a llorar, cosa que no había visto antes, ya que, en el tiempo en el que nos conocimos no había llorado frente a mí.

Después de que Lukas supiera lo que pasaba en esos dos meses y medio que tuvimos problemas, desde los cortes hasta los pensamientos suicidas, decidí tirar todas las navajas y pastillas que tenía, cuando lo hice me sentí aliviada al pensar que deje todo ello atrás y no me lastimaría más a mí misma. 

Y bueno, a partir de ahora me centraré en sanar todo aquello que es una espina en mi corazón porque no quiero volver a esos dos meses donde todos los problemas se me acumulaban llegando al punto de tener un intento fallido, situación que no le he contado a nadie para no alarmarlos, ahora ya estoy mejor y dejé atrás todo lo malo, bueno, la mayoría.

Cᴏɴᴇxɪᴏ́ɴ ᴜ́ɴɪᴄᴀ ǫᴜᴇ ɴᴜɴᴄᴀ sᴇ ɪʀᴀ́. || Lukas UrkijoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora