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Juliana y Valentina se conocían desde la infancia. León Carvajal y Jacobo Valdez se habían convertido en amigos muy cercanos después de que Jacobo, en su papel de guardaespaldas de León, arriesgara su vida durante un secuestro que involucró a León y su familia. En ese incidente, Jacobo sobrevivió por poco, y para León, esa prueba de lealtad fortaleció su vínculo con él. Gracias a esto, Jacobo dejó su carrera como guardaespaldas y se convirtió en la mano derecha de León, demostrando que poseía habilidades más allá de la fuerza bruta. Este cambio también benefició a la familia de Jacobo, compuesta por Lupita y Juliana, quienes pudieron mudarse a la Ciudad de México para vivir con él. Todo esto fue posible gracias a la insistencia de León, quien aseguraba que, ahora que no iba a carecer de dinero, debía traer a su familia consigo.

El día que Lupita y Juliana llegaron a México, León fue en persona a recogerlas. Aquella noche en la mansión Carvajal fue la primera vez que Valentina y Juliana se conocieron. Siendo solo unas niñas de diez años, los padres asumían una amistad casi inmediata; sin embargo, fue todo lo contrario. Valentina, con su encanto y efusiva alegría, intentó jugar con la pequeña Juliana, lo que, en palabras de Valentina, resultó ser "superhiperaburrido". Juliana era una niña muy reservada y seria, el completo opuesto de Valentina, lo que hacía que no fueran para nada compatibles.

El desagrado no fue solo por parte de Valentina. Para Juliana, Valentina era una niña irritantemente intensa, y detestaba estar cerca de ella. Para su mala suerte, debido a la amistad de sus padres, prácticamente crecieron juntas. Para toda la familia, su interacción era algo divertido, especialmente para Guillermo y Eva, los hermanos mayores de Valentina, quienes adoraban hacer llorar a Valentina diciéndole que Juliana iría a vivir con ellos. Sin embargo, a pesar del mutuo desagrado, con el pasar de los años, su relación se convirtió en una especie de amistad. Aunque siempre recalcaban su desprecio mutuo, su vínculo se volvió tan sólido como el hierro.

La adolescencia fue complicada, algo en lo que ambas familias estaban de acuerdo. Juliana y Valentina peleaban diariamente, pero también se disculpaban, se defendían y se evitaban. Era una relación tan confusa que León, siguiendo el consejo de Silvina, su ama de llaves, decidió pagar un campamento para ambas chicas. Lo que todos veían como una solución, para ellas resultó ser un problema.

A la edad de 16 años, en su último año escolar, llegó el tan esperado campamento. Juliana asistió con el peor de los ánimos, en contraste con Valentina, quien estaba maravillada con la idea. A pesar del calor y de lo incómodo que sería compartir carpa con Juliana, Valentina adoraba la idea del aire libre, las actividades, el descanso y, sobre todas las cosas, Luis. Luis, o "Lucho", era, según Valentina, el chico más lindo que existía. Juliana difería y se burlaba, comparando la forma de su rostro con la de un pulgar, pero Valentina estaba perdidamente enamorada de él.

Fue en su quinta noche en el campamento cuando todo dio un giro en sus vidas. Lucho, consciente de los sentimientos de Valentina por él, decidió aprovechar la situación. A diferencia de Valentina, quien soñaba con una relación, Lucho solo buscaba acostarse con ella. Esa noche, él le dijo que la amaba y logró su cometido. Sin embargo, una vez que terminó, se levantó para irse. Valentina, ilusionada, comenzó a hablar de cómo sería el día siguiente y los que seguirían, y sobre todo, de cómo le contaría a Juliana. Pero entonces, Lucho cortó tajantemente su ilusión, dejándole claro que lo que acababa de pasar no significaba nada para él. Destrozada, Valentina corrió hasta su carpa, donde Juliana se encontraba acostada en el suelo, quejándose de la incomodidad. Al ver entrar a Valentina, lo primero que Juliana quiso hacer fue reñirla por llegar tan tarde y por casi ser descubierta por algún supervisor, aprovechando la oportunidad para presumir cómo la había cubierto. Sin embargo, al notar que Valentina se quedó inmóvil en la entrada, Juliana le alumbró el rostro con la linterna. En otra ocasión, esto le habría valido un insulto, pero en este caso solo pudo observar el rostro de Valentina, lleno de lágrimas. Instintivamente, Juliana se levantó y se acercó a ella, angustiada, preguntándole si se había lastimado en el bosque y si necesitaba ir a la enfermería. Valentina solo negó con la cabeza, sin preguntar mas, juliana la abrazo y entonces Valentina lloro como nunca, Pasaron la mayor parte de la noche arrodilladas en el incómodo suelo de la carpa, abrazadas. Valentina lloraba, y Juliana intentaba consolarla. Una vez que el llanto menguó, Juliana, con las rodillas adoloridas, las guió a acostarse. Ya recostadas frente a frente, Juliana esbozó una sonrisa que parecía más una mueca mientras apartaba un mechón de cabello del rostro de Valentina.

PropuestaWhere stories live. Discover now