1. Choques Culturales

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Hay veces que Jungwon desearía poder acelerar el tiempo. Drástico, pero efectivo. Le gustaría cerrar los ojos y abrirlos el 1 de diciembre, ser oficialmente el esposo de Jay y seguir con su vida.

No lo malinterpreten, el si quiere casarse, no hay nada que quiera más en este mundo que envejecer junto a Jay, pero toda la parafernalia que rodea el casarse lo estaba volviendo loco.

Estaba de camino a recoger a sus padres al hotel, esta noche la familia de Jay los había invitado a cenar a su casa, y lastimosamente, Jay no había venido con él.

Jungwon desearía que hubiera venido, la música de la radio no llenaba el vacío que dejaba el mayor en el auto. Pero sabía que, si el sentía una presión con la presencia de sus padres, Jay probablemente la sentía mucho peor. Se había levantado temprano por la mañana para comenzar a cocinar, aunque la cena no fuera hasta la noche, incluso cuando lo fue a dejar a casa de sus padres, Jay se mantuvo estresado en la cocina, mirando fijamente el horno como si algo horrible pudiera sucederle a la carne mientras no la supervisaba.

Jay no podía ser más tierno, Jungwon solo quería volver y obligarlo a abrazarlo por horas.

Pero aquí estaba, atrapado en el tráfico de Seattle con su familia, y gracias a los dioses, Heeseung no había querido venir. Su madre hacia comentarios sutiles sobre cómo eran diferentes las calles, los edificios, y hasta el clima.

—¿Siempre hay tanto tráfico? —preguntó la madre de Jungwon.

—Seattle es una ciudad muy activa.

—No entiendo por qué debemos ir hasta su casa a cenar, en corea normalmente las familias reservan un restaurant, y problema resuelto, ¿Qué es esto de tener una cena en su casa?

—Mamá, los padres de Jay simplemente querían ser cordiales con ustedes, aquí es muy normal que las familias se reúnan. —Trato de explicar Jungwon, aunque su madre le veía con clara reprobación.

—Tonterías, además ¿Por qué debemos llevarles algo para compartir? Ellos nos están invitando.

—Porque es de buena educación mamá, no podemos llegar con las manos vacías. —No entendía por que se quejaba, si el fue quien compro previamente un vino y un pastel para que sus padres entregaran en su nombre.

Jungwon suspiró mientras intentaba mantener la calma, apretando un poco más el volante mientras su madre continuaba con su lista de quejas.

—¿Por qué no quisiste tener simplemente la boda en Corea? No tenemos que adaptarnos a sus tradiciones raras, te dije que sería mucho más sencillo, tenemos los contactos de la boda de tu hermana. No entiendo por qué insistes en hacerlo aquí. —añadió su madre, cruzando los brazos con una expresión de descontento.

—Mamá, ya hablamos de eso. —respondió Jungwon, tratando de mantener su voz lo más tranquila posible. —Jay y yo vivimos aquí. Nuestros amigos están aquí, nuestra vida está aquí. No tendría sentido trasladar todo a Corea solo por una boda simbólica.

Su madre soltó un resoplido, claramente no satisfecha con la respuesta, pero no dijo nada más, lo que Jungwon agradeció en silencio. A su lado, su padre permanecía en silencio, mirando por la ventana con una expresión neutral. Nunca había sido de los que se entrometieran demasiado, pero su silencio tampoco era de gran ayuda. Su hermana sentada atrás, le daba un apretón a su hombro, tratando de trasmitirle energía.

Finalmente, llegaron a la casa de los padres de Jay. Mientras aparcaba, Jungwon se giró hacia ellos, intentando sonreír con más entusiasmo del que realmente sentía.

—Bueno, hemos llegado. Les va a encantar la cena, la madre de Jay cocina increíble.

—Espero que sí. —dijo su madre, abriendo la puerta del auto y bajando con un suspiro dramático. —Porque después de este tráfico, realmente necesito algo que me haga sentir mejor.

Spring SnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora