6. Un invitado especial

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El aeropuerto estaba lleno de vida, con gente moviéndose en todas direcciones, pero Jungwon apenas prestaba atención a su alrededor. Sus pasos eran rápidos y decididos mientras avanzaba hacia donde Jay lo esperaba. Lo encontró en una esquina, revisando su teléfono mientras lanzaba miradas hacia la puerta de llegadas. La tensión en sus hombros era evidente, aunque trataba de mantener la calma.

Jungwon suspiró, corriendo una mano por su cabello antes de acercarse. Jay lo notó enseguida y levantó la mirada.

—¿Todo bien? —preguntó Jay, aunque la expresión cansada de Jungwon ya le decía que algo no estaba del todo bien.

—No pudimos cambiar los pasajes. —soltó Jungwon con frustración, casi como si escupiera las palabras. —Mis padres están furiosos conmigo, han decidido irse a un hotel por su cuenta.

Jay lo miró en silencio, esperando a que continuara. Jungwon respiró hondo antes de añadir:

—No me importa. Estoy harto de tratar de complacerlos. Si no pueden pagarse ellos un pasaje de regreso, tendrán que esperar. —Se cruzó de brazos, tratando de calmar la agitación en su pecho. —oh, y para colmo, decidieron abandonar a Heeseung por traidor y mentiroso, mamá hasta lo golpeo con su cartera, fue gracioso, se lo merecía, aunque llega diez años tarde. Me pidió si podía quedarse en el sofá hasta que pueda comprarse un pasaje de regreso asique le dije que sí.

Jay levantó una ceja, pero no dijo nada al principio. Sabía que las emociones de Jungwon estaban a flor de piel y cualquier comentario sarcástico en ese momento no ayudaría en nada.

—Heeseung en el sofá, ¿eh? —murmuró finalmente Jay, intentando mantener la calma. —Bueno, supongo que es lo que hay. Aunque la parte en que tu madre lo golpea me parece bastante justa.

Jungwon dejó escapar una risa amarga y se pasó las manos por la cara, agotado.

—Es que ya no sé ni qué pensar, Jay. Todo esto... me está volviendo loco. —admitió en voz baja. —Pero por primera vez no me siento culpable por lo que les dije, o por cómo terminó todo. Me siento... liberado.

Jay le dedicó una mirada suave, asintiendo lentamente. Sabía lo difícil que había sido para Jungwon lidiar con la presión de su familia durante tanto tiempo.

—Eso es lo importante, Jungwon. Has hecho lo que necesitabas hacer. Ahora podemos centrarnos en lo que realmente importa.

Antes de que Jungwon pudiera responder, la voz del altavoz anunció la llegada del vuelo de Jake. Ambos giraron sus cabezas hacia la puerta de llegadas justo a tiempo para ver a Jake aparecer, con su típica sonrisa despreocupada, arrastrando su maleta detrás de él.

—¡Jay! ¡Jungwon! —Jake levantó la mano en un saludo entusiasta mientras se acercaba.

La tensión que había en el aire pareció disiparse un poco con la presencia de Jake. Era como si trajera consigo una ráfaga de aire fresco, algo que ambos necesitaban desesperadamente.

—¿Rubio? Se supone que no debes resaltar más que los novios, Jake. —bromeó Jay, abrazando a su amigo con fuerza.

Jake se apartó un poco, sonriendo con picardía mientras pasaba una mano por su cabello recién decolorado.

—Vamos, hermano. Sabes que esto es natural. —respondió con un guiño, devolviendo el abrazo con fuerza. —Además, tengo que mantener el estándar alto. No vaya a ser que alguien más en tu boda quiera competir por atención.

Jungwon soltó una risa involuntaria, agradeciendo el alivio que traía Jake a la situación. Jay, por su parte, rodó los ojos, pero era evidente que la presencia de su mejor amigo le levantaba el ánimo.

Spring SnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora