4. Citas a ciegas

69 10 6
                                    

Hoy iba a ser un gran día. Jungwon estaba muy emocionado mientras Jay conducía el auto. Hoy al fin terminaban de pagar el lugar donde se llevará a cabo la boda, por ende, debían ir al lugar y firmar las condiciones de uso. Ambas familias habían decidido acompañarlos, por lo que se encontrarían todos ahí, era primera vez que alguien más que ellos y sunoo visitaba el lugar, y Jungwon estaba realmente emocionado por que lo vieran.

El sitio donde se llevaría a cabo la boda era simplemente espectacular. Ubicado en las afueras de Seattle, con una vista impresionante del lago y rodeado de exuberantes árboles, era justo lo que Jay y Jungwon habían imaginado para su gran día.

Se dio cuenta rápidamente que no debió haber tenido expectativas cuando al llegar, vio a su madre junto a la wedding planner coreana que ya había dejado en claro, no necesitaba.

—Este lugar es hermoso. —comentó su madre, mirando a su alrededor con ojos críticos. —Pero creo que podemos hacer algunos ajustes para que sea más acorde a lo que queremos.

La wedding planner coreana, la señora Kim, asentía con la cabeza. —Estaba pensando lo mismo. Debemos ver dónde ubicar el escenario para que los novios pueden caminar juntos. Y encontrar un sitio más privado para llevar a cabo el Paebaek.

Jungwon sintió un nudo en el estómago. Habían discutido mil veces sobre mantener la boda sencilla, como él y Jay habían planeado desde el principio. Pero cada vez que sus padres se involucraban, lo sencillo se convertía en algo complejo y abrumador.

—También deberíamos cambiar la disposición de las mesas. —sugirió la señora Kim, señalando el plano de la ceremonia. —En nuestra cultura las familias se sienten juntas, y los amigos y otros invitados ocupan las mesas más alejadas.

—No estoy seguro de eso. —intervino Jay, tratando de suavizar la situación. —Nosotros queremos algo más íntimo, sin tantas formalidades.

—Y las flores en la ceremonia. —continuó la señora Kim, ignorando a Jay. —Para un sitio como este, deberíamos considerar algo más sobrio, como lirios blancos, en lugar de las flores de colores que han elegido.

La madre de Jay, que hasta ahora había permanecido en silencio, finalmente habló, con una sonrisa diplomática. —No creo que los chicos nos hayan traído para recibir comentarios sobre modificaciones de la boda, simplemente quisieron compartir este momento con nosotros.

Los ojos de la madre de Jungwon brillaron con desafío. —Estoy segura de que mi hijo está muy agradecido con toda la ayuda que estoy proporcionándole.

—Agradecemos sus sugerencias, pero ya hemos tomado decisiones sobre cómo queremos que sea nuestra boda. —respondió Jungwon, intentando sonar firme.

—Cariño, sé que esto es estresante. Nuestras tradiciones son importantes, no querrás mirar atrás y arrepentirte de cómo fue tu boda, ¿verdad?

Su madre lo miraba fijamente a los ojos, esperando que le diera la razón. Jungwon sintió cómo la frustración comenzaba a acumularse en su pecho. No se trataba solo de las flores o las mesas; era la sensación de que su boda, el día que debía ser solo suyo y de Jay, estaba siendo moldeada por manos ajenas.

—¡No quiero! —exclamó Jungwon, su frustración comenzando a filtrarse en su voz. Todos lo miraron con sorpresa ante su repentina explosión. —Es nuestro día, y no quiero una pasarela ni ninguna otra tradición que no signifique nada para nosotros.

La tensión en el ambiente se intensificó. Ambas familias se miraron entre sí, Jungwon sintió como si estuviera atrapado entre dos mundos, sin pertenecer completamente a ninguno de ellos.

—Jungwon. —dijo su padre, con una firmeza que lo hacía sentir pequeño de nuevo. —Entendemos que quieras hacerlo a tu manera, pero no puedes olvidar de dónde vienes.

Spring SnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora