5. Tormenta de preparativos

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El sonido de la puerta del hotel cerrándose con fuerza resonó en la habitación, y Jungwon entró sin detenerse a mirar a su alrededor. La suite de sus padres estaba tal como la había visto cuando la reservo por la página web, impersonal, fría y ordenada. Nada en el ambiente reflejaba el caos que habían desatado en su vida recientemente. Pero ya no podía más. Sus manos temblaban mientras se dirigía al armario donde sabía que guardaban sus maletas.

Sus padres estaban sentados en el sofá, sorprendidos por la entrada abrupta de Jungwon. La madre de Jungwon dejó caer el libro que tenía en las manos, mientras su padre miraba en silencio, sin entender del todo lo que sucedía.

—¿Jungwon? —preguntó su madre, levantándose lentamente del sofá. —¿Qué haces aquí, cariño?

Jungwon no respondió. Se dirigió directamente hacia las maletas y comenzó a abrir los cajones, sacando la ropa y pertenencias de sus padres, arrojándolas con descuido dentro de las maletas.

—¿Qué haces? —preguntó su padre, levantándose también, pero Jungwon continuó como si no los escuchara.

—Se van. —dijo Jungwon finalmente, su voz firme. —Hoy mismo.

—¿De qué estás hablando? —exclamó su madre, caminando hacia él con los brazos cruzados en señal de desaprobación. —No podemos irnos ahora, la boda será en apenas unas semanas.

Jungwon dejó caer una camisa en la maleta, levantando la mirada hacia sus padres con una expresión que irradiaba determinación.

—Ya no están invitados. —declaró con firmeza, sin esquivar el contacto visual, para que sus padres supieran que estaba siendo serio. —No les gusta Jay, no les gusta nada de lo que elijo, no les gusta mi forma de vivir, ni de vestir, no les gusta nada, entonces no tienen nada más que hacer aquí, se van.

El rostro de su madre se endureció, y el ambiente en la habitación se volvió tenso.

—¿Cómo puedes decir eso? —respondió su madre con voz gélida, cruzando los brazos sobre el pecho. —Somos tus padres, y solo queremos lo mejor para ti. No es nuestra culpa que hayas hecho... malas elecciones.

Jungwon apretó los dientes y cerró los puños mientras seguía vaciando los cajones y llenando las maletas con las pertenencias de sus padres. Estaba harto de oír siempre lo mismo: que ellos sabían lo que era mejor para él, cuando nunca habían hecho un esfuerzo por entenderlo, ni escucharlo.

—No necesito su aprobación. —dijo, sin dejar de trabajar con determinación. —Jay es la persona con la que quiero pasar el resto de mi vida, les guste o no. Y si no pueden aceptarlo, entonces no tienen ningún motivo para estar en mi boda.

—¿Estás escuchando lo que dices? —intervino su padre, frunciendo el ceño. —¿Acaso sabes todo lo que tuvimos que pasar para venir hasta aquí?

Jungwon se detuvo de golpe, su mirada fulminante cayendo sobre su padre.

—Trabaje duro durante meses, ahorre cada dólar junto a Jay para poder traerlos, y pagarles un hotel decente. —respondió con calma peligrosa. —Ni siquiera nos han dado las gracias, simplemente se han sentado aquí a destruir todo lo que tengo.

La mirada de su padre se endureció ante las palabras de Jungwon, pero permaneció en silencio. Su madre, en cambio, se adelantó, con el ceño fruncido y la indignación ardiendo en su voz.

—No se trata de destruir lo que sea que tengas. —dijo, alzando la voz. —Se trata de ti, alejándonos todo el tiempo. ¿Cómo esperas que aceptemos a Jay si ni siquiera lo llevaste a casa contigo el año pasado?

Jungwon apretó los labios, frustrado por la misma acusación que había escuchado tantas veces antes. Se dio la vuelta, cerrando con fuerza una de las maletas mientras su madre seguía hablando.

—¿Cómo esperas que lo aceptemos cuando ni siquiera has hecho el esfuerzo de incluirnos en tu vida desde que lo conociste? —continuó su madre, su voz temblando de frustración. —Tú decidiste mantenernos al margen.

Jungwon se levantó de golpe, mirando a su madre con una mezcla de incredulidad y dolor.

—¿Al margen? —repitió con amargura. —¿Crees que los mantuve al margen? No quise llevar a Jay conmigo porque sabía que esto iba a pasar. Sabía que nunca lo aceptarían, no porque no sea una buena persona, sino porque no es la persona que ustedes querían para mí. Desde que tengo memoria siempre me han obligado a estar cerca de Heeseung como si fuera un dios, pero ¿Quieren saber algo? Me engaño, salimos durante tres putos meses y me fue infiel con una chica de su universidad. El hombre que siempre planearon que fuera su yerno, en realidad es un imbécil, pero ustedes siempre me han comparado con él, siempre me han obligado a estar a su sombra, cuando ni siquiera lo conocen de verdad.

La habitación quedó en silencio después de las palabras de Jungwon. Su madre lo miraba con los ojos muy abiertos. Jungwon respiraba con fuerza, su pecho subiendo y bajando rápidamente mientras intentaba controlar su frustración.

—¿Te engañó? —preguntó su madre en voz baja, incrédula. —Heeseung... ¿te engañó?

—Eso ya no importa, mamá. Ya lo superé, es momento que ustedes también lo hagan. Jay me ama, y me respeta. Nunca ha intentado cambiarme ni hacerme sentir que no soy suficiente. —dijo, sus palabras rápidas y cargadas de emoción. —Pero ustedes, nunca es suficiente para ustedes. No importa lo que haga, siempre encuentro una crítica, siempre hay algo que no hago bien

—Solo queremos lo mejor para ti, cariño...

—¡¿Por qué no lo entiendes?! —Jungwon la interrumpió, su voz llena de desesperación—. ¿Por qué es tan difícil para ustedes verlo? Soy feliz aquí, Jay me hace feliz, me respeta, me ama. Si no pueden aceptarlo, entonces no quiero que estén aquí. No se trata de ustedes. Se trata de mí, de mi felicidad, de mi vida.

El silencio que siguió fue pesado, mientras sus padres intercambiaban miradas. Jungwon respiró hondo, sintiendo que, por primera vez, estaba tomando el control de la situación. Completó el cierre de las maletas y caminó hacia la puerta.

—Se van hoy mismo. —reafirmó con serenidad. —Jay va a ir a recoger a su mejor amigo al aeropuerto, y aprovecharemos de llevarlos.

Jungwon tomó un pequeño cosmetiquero del tocador y lo empujó hacia su madre con un movimiento brusco.

—Terminen de empacar. —dijo con voz dura, apuntando a las maletas abiertas sobre la cama.

La tensión en la habitación era sofocante, pero Jungwon ya no se sentía afectado por ella. Había llegado al límite, y no pensaba dar marcha atrás. Mientras observaba a sus padres recoger lentamente el cosmetiquero y seguir organizando sus cosas, sintió una mezcla de tristeza y alivio. Sabía que la relación con ellos no volvería a ser la misma, pero al menos ahora era libre de vivir como él quería, con quien amaba.

—Jay y yo estaremos esperando. —dijo antes de girarse hacia la puerta. —Espero que algún día lo entiendan. 

|capitulo cortito perdon u.u la u me agarro esta semana y no me solto, pero espero en la semana subir otro <3, espero de igual manera les haya gustado <3|


Spring SnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora