9. Algo prestado

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Es el gran día. En unas cuantas horas deberá entrar en el salón y sellar su amor junto a Jay para el tiempo que le quede de vida. Los días habían pasado volando y él se encontraba sentado frente al espejo, con los nervios a flor de piel. Debe terminar de vestirse, pero la emoción y el estrés se mezclaban, formando un cóctel incesante de anticipación y ansiedad.

Su hermana debería haber llegado hace quince minutos para ayudarlo, pero aún no llegaba. Jungwon no podía evitar pensar que su madre habría estado ahí puntual, ayudándolo a ponerse correctamente la corbata, ajustando cada detalle con la precisión y el cariño que solo una madre puede ofrecer. Esa sensación de que algo importante estaba faltando le pesaba en el corazón.

Miró su reflejo en el espejo, el traje y la corbata aún no completamente ajustados. No había hablado con sus padres desde que se despidieron en el aeropuerto. Jungwon había tomado su teléfono muchas veces, pero nunca se atrevió a marcar. Sus padres tampoco habían llamado. Demasiado orgullosos como para pedirle perdón, habían dejado que el silencio se interpusiera entre ellos.

De repente, un suave golpeteo en la puerta lo sacó de sus pensamientos. Cuando abrió la puerta, se encontró con su hermana y su sobrina en brazos.

—¡Lo siento mucho por el retraso! —dijo su hermana, entrando apresuradamente. —Hubo un pequeño contratiempo con el tráfico, pero aquí estamos.

Jungwon sintió un alivio inmediato al verlas. A pesar del pequeño retraso, el hecho de tener a su hermana allí para ayudarlo era todo lo que necesitaba en ese momento. La pequeña se deslizó entre sus piernas, sonriendo curiosamente.

—No te preocupes. —dijo Jungwon. —Lo importante es que estás aquí.

—¡Oh, Jungwon! —exclamó su hermana. —Te ves increíble.

Jungwon sonrió, sintiéndose un poco más relajado mientras su hermana comenzaba a ajustar su corbata y a asegurarse de que todo estuviera en su lugar. La pequeña, con su vestido rosa y su cabello recogido en dos coletas, estaba distraída jugando con una de las flores de la habitación.

—Estoy tan orgullosa de ti, te has convertido en un hombre maravilloso. —dijo su hermana mientras trabajaba en los detalles finales. —Quiero que sepas que siempre estaré detrás de ti, aunque estemos a varios continentes de distancia, siempre estoy a una llamada de lo que sea que necesites, hermanito. No puedo creer que mi bebé se vaya a casar. Te había prohibido crecer tan rápido, Yang Jungwon.

Su sobrina le ofreció una flor y le pidió que se agachara para recibir un pequeño beso en la mejilla dejando a Jungwon embobado.

—¿Sabes? —dijo Jungwon, acariciando la cabeza de su sobrina. —Este día se siente mucho más completo con ustedes aquí.

Su hermana sonrió y miró a Jungwon con una expresión de ternura y comprensión.

—Hay alguien que quiere verte. —dijo ella. —pero si no sientes que es el momento, les diré que se vayan. Hoy es tu día, y tú decides cómo será.

Jungwon parpadeó, sorprendido. Su corazón dio un vuelco ante la posibilidad de ver a sus padres. El silencio entre ellos había sido una sombra constante, y la idea de enfrentar ese silencio en un día tan significativo le parecía abrumadora.

—¿Mis padres? —preguntó Jungwon, tratando de leer la expresión de su hermana. —¿Están aquí?

Su hermana asintió.

—Sí, llegaron hace un rato. Quieren verte, pero no quieren arruinar tu día, están esperando en un salón vacío.

El corazón de Jungwon latía con fuerza. La idea de que sus padres estuvieran allí, intentando reconciliarse antes de su boda, era un pensamiento abrumador. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que hablaron, y el rencor todavía estaba presente, pero también sabía que necesitaba un abrazo de su madre para hacer esto.

Spring SnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora