8. La Cuenta Regresiva

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Cinco días. Solo cinco días quedaban para la boda, y Jay sentía cómo cada segundo se hacía más pesado sobre sus hombros. El salón de ensayos estaba lleno de movimiento: el coordinador de bodas ajustaba los detalles, familiares y amigos charlaban y, en medio de todo, él y Jungwon intentaban concentrarse en lo que sería el día más importante de sus vidas.

Jay observó a Jungwon a través del bullicio. A pesar de la sonrisa que mantenía mientras hablaba con uno de sus amigos, Jay sabía que no estaba del todo bien. Jungwon llevaba días sin hablar con sus padres, y aunque trataba de no mostrarlo, Jay podía ver la tristeza en sus ojos. Aun así, cada vez que se giraba para mirarlo, Jungwon le sonreía con la misma expresión dulce que había visto el día que lo conoció. Esa sonrisa que siempre lograba tranquilizar a Jay, por muy caótica que fuera la situación a su alrededor.

Mientras el ensayo continuaba, Jake se acercó con la caja de los anillos. Como habían acordado, la caja estaba vacía. Ambos querían esperar hasta el día de la boda para ver los anillos por primera vez. Era una pequeña tradición que habían decidido mantener.

—Este es el momento donde deberán decir sus votos —dijo el coordinador, dirigiéndose a Jay y Jungwon. —No les voy a pedir que los digan ahora, pero ya saben cuándo tendrán que hacerlo.

Las palabras golpearon a Jay más fuerte de lo esperado. No había comenzado a escribir sus votos aún. ¿Cómo podía poner en palabras todo lo que Jungwon significaba para él? ¿Cómo podía expresar todo lo que habían pasado juntos, desde los primeros días en que se conocieron hasta este momento?

Jungwon, por su parte, parecía estar más tranquilo respecto a los votos. Lo conocía lo suficiente como para saber que su prometido probablemente ya tenía todo preparado. Jungwon siempre había sido más organizado, mientras que Jay solía dejar las cosas para el último minuto, especialmente cuando algo le importaba tanto como esto. Pero no podía decepcionarlo. No ahora.

Jay se obligó a sonreír y asentir cuando el coordinador los miró, tratando de no mostrar la tormenta que llevaba por dentro.

El ensayo termino, y Jay se quedó en el umbral del salón de ensayos, viendo cómo su madre desaparecía en la distancia. El bullicio del lugar se había desvanecido, y por primera vez en todo el día, se encontraba en silencio. Había perdido de vista a Jungwon hacía un rato, pero no le preocupaba. Necesitaba un momento a solas, algo que casi le parecía imposible con todo el caos que traía consigo una boda.

Miró alrededor del salón vacío, y la magnitud de lo que estaba a punto de suceder cayó sobre él con fuerza. Se casaría en cinco días. Cinco. Habían pasado año y medio planeando, pero esos últimos días, las horas parecían volar, llevándose con ellas la tranquilidad que había intentado mantener durante todo este tiempo.

Suspiró y se sentó en una de las sillas alineadas para los invitados. Miró la caja de anillos vacía que Jake había entregado durante el ensayo y pensó en los votos que aún no había escrito. ¿Cómo podía poner en palabras lo que significaba Jungwon para él? Habían pasado tantas cosas juntos, buenos y malos momentos, pero nada de eso parecía lo suficientemente profundo como para reflejar todo lo que sentía.

Jay cerró los ojos, recordando la primera vez que vio a Jungwon. Fue en un invierno. La nieve caía en suaves copos, cubriendo el campus con una capa blanca y brillante. Había oscurecido ya, las luces amarillentas de los faroles del campus iluminaban el camino, pero apenas lograban disipar el frío que se colaba bajo su abrigo. Había perdido la noción del tiempo mientras estudiaba en la biblioteca, y cuando finalmente salió, se encontró en medio de una tormenta de nieve inesperada.

Se envolvió en su bufanda y se preparaba para caminar hacia la parada del autobús cuando lo vio. Un chico pequeño, con las mejillas sonrojadas por el frío, estaba en la entrada del edificio, frotándose las manos para entrar en calor. Llevaba una chaqueta que parecía demasiado delgada para la temperatura y algo grande para su tamaño. Jay se quedó un momento observándolo, sintiendo una curiosa mezcla de interés y preocupación.

Spring SnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora