2. Entre Dos Mundos

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Lunes por la mañana. Jungwon odia los lunes por la mañana. En realidad, los odia durante todo el día. Es el día en que Jay tiene más trabajo, con reuniones interminables que lo mantienen ocupado y fuera de su alcance. Es el día de la semana en que Jay siempre deja la cama más temprano, deslizándose cuidadosamente para no despertarlo, pero Jungwon siempre siente su ausencia. Y lo peor de todo es que ni siquiera puede escaparse a contestarle el celular, porque está atrapado en su jornada laboral, a merced de sus jefes y clientes.

Jungwon odia admitirlo, pero egoístamente desearía que Jay se quedara más tiempo con él. Como si no pasaran pegados todo el tiempo que pueden, como si no compartieran cada pequeño detalle de sus vidas. Pero los lunes son diferentes. Los lunes, Jay se va, y Jungwon se queda solo en la cama, con el lugar a su lado aún tibio, pero vacío.

Es un perezoso, y le encanta removerse en la cama, envolviéndose en las sábanas como si pudiera atrapar el calor que Jay dejó atrás. Incluso ahora, medio dormido, su cuerpo busca instintivamente el lugar donde Jay estuvo, como si sus manos pudieran encontrarlo y arrastrarlo de vuelta al colchón.

Recuerda la sensación del beso de Jay en su frente, un toque suave y familiar que casi logra despertarlo cuando salió. Esos besos son la pequeña despedida que Jay le deja cada mañana antes de enfrentarse al mundo, un recordatorio silencioso de que estará de vuelta, de que esas horas de separación son temporales. Pero en días como hoy, cuando la soledad de la cama es más palpable, Jungwon no puede evitar desear que Jay se quede, que rompa la rutina solo esta vez y se esconda con él bajo las sábanas hasta que el mundo exterior desaparezca. Este lunes se siente particularmente necesitado de Jay, sobre todo porque sabe que en cualquier momento su familia irrumpirá en su espacio.

Sumido en sus pensamientos, Jungwon intenta sumergirse nuevamente en el sueño, aferrándose a la almohada de Jay. Pero entonces, los golpes en la puerta lo arrancan de su burbuja de paz. Al principio decide ignorarlos, que cualquiera que esté aquí tan temprano por la mañana, se marche, pero los golpes se hicieron más fuertes y desesperados.

—¡Jungwon! ¡Despierta, hijo, estamos aquí! —la voz de su madre resonó con urgencia.

Jungwon se despereza y, resignado a la tormenta que se avecina, se cambia rápidamente. Toma un pantalón de buzo cómodo y una de las poleras de Jay. Es su pequeña forma de mantener a Jay cerca, aunque esté lejos en la oficina. Se mira en el espejo por un momento, sabiendo que su madre no aprobará su elección, pero no tiene la energía para preocuparse por ello.

Con un suspiro profundo, finalmente abre la puerta del departamento y se encuentra con el alboroto familiar. Su madre, su padre, y para su sorpresa, Heeseung, entran como un torbellino en el loft. La madre de Jungwon no pierde un segundo, antes de comenzar a inspeccionar todo a su alrededor.

—¡Yang Jungwon! —exclama su madre con una expresión de desaprobación, examinando su atuendo de arriba abajo. —Ni siquiera te has lavado la cara. Son las nueve de la mañana, ya deberías estar en pie.

—Buenos días a ti también, mamá. —murmura Jungwon, forzando una sonrisa y rascándose la nuca. —Pensé que se tomarían este viaje como vacaciones y llegarían más tarde, pero ya veo que no.

Su padre lo saluda con un leve asentimiento, pero inmediatamente frunce el ceño cuando echa un vistazo a su alrededor. —¿Este es el departamento donde viven? No está terminado, todas las paredes están desnudas.

—Es un loft, papá. Es así como están diseñados. —explica Jungwon. —Nos gusta mucho.

—¿No hay una pared entre la cocina y la sala de estar? ¿No hay una mesa para comer? —Su padre ahora parece preocupado mientras toma asiento en el sofá.

Spring SnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora