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El padre de Miguel regreso a la mesa donde se encontraba su hijo, este llevaba una tentadora rebanada de pastel de chocolate entre sus manos, coloco el plato color blanco sutilmente sobre la mesa y le sonrió a Miguel.
—¿Y bien? ¿Cómo te fue? —Exclamo el progenitor de Miguel, al instante el pelinegro despegó su vista del celular y miro con cariño a su padre.
—Ah, pues bien... Conocí a varias personas pero ninguna me convence para ser mi amigo —Dijo Miguel, para tomar la cuchara de metal que estaba sobre el plato, la presionó sobre el pastel y se lo llevó a la boca.
—¿Cómo? Deberías de conocer a más personas Miguel, no tienes muchos amigos y eso me preocupa —Dijo el hombre, para llevar una de sus maltratadas manos a la mano de Miguel. Este se quedo en silenció, solo observando el apetitoso pastel que se encontraba sobre la mesa. —Es que... Ellos no me entienden pa, desearía tener un amigo que de verdad se preocupe por mi —
Ambos se quedaron en silencio, solo era la mirada de su padre puesta en el y la preocupación de Miguel.
¿Un amigo? Algo que Miguel podía soñar y desear profundamente, tenía compañía de ciertas personas pero... Nadie nunca lo apoyaba emocionalmente, nadie nunca le preguntaba si estaba bien, nadie se preocupaba por el.
Su pareja mucho menos, está era una persona a la que no le importaba mucho los sentimientos y era muy egoísta.
Tal vez en su nueva universidad de verdad encontraría a ese alguien que tanto deseaba, alguien que lo amara de verdad, por qué estaba seguro que Elena no lo amaba de la forma en qué el la amaba.
Suspiro pesadamente, mirando a través del cristal del enorme ventanal a lado de la mesa. —¿Que pasa hijo, sabe feo el pastel? —
—No, no es que necesito que alguien me ame de verdad ¿Cómo alguien podría? —Dijo Miguel, comiendo de su pastel mientras fruncia el ceño.
—Ya veras hijo, siempre hay un roto para un descosido —.Exclamo su padre, dándole palmaditas en la cabeza a Miguel. —Una chica... Siempre va haber alguien para ti, o no se ¿Tal vez un chico? —El hombre río.
Miguel se quedó pensando, perdido en las palabras que acababan de salir de la boca de su propio padre ¿Un hombre?
Luis...
Miguel golpeó su propia cabeza con su mano, asustando a su padre quien de inmediato aparto su mano.
¿Ese puto grasoso que?
¿Que tiene que ver en esto?
Es un chico sin chiste, simplemente es un idiota más del montón. Se aburrirá de mi y pronto se irá, yo lo sé.
—Agh ¡Yo no soy gay papá, tengo a mi novia! —Exclamo Miguel, señalando con el dedo a el hombre, quien carcajeaba y reía por la reacción de su hijo ante sus palabras.
