Nadya Alekseev. 🎭
La opulencia de la mansión de los Morovozo era sofocante. Cada rincón respiraba lujo y poder; las paredes estaban adornadas con obras de arte que rozaban lo absurdo en su coste, y los candelabros de cristal brillaban casi de manera desorientadora.
El ambiente contrastaba radicalmente con la simplicidad de mi vida anterior, donde el lujo era un mero sueño y el poder, una ilusión distante.
Maskim, con su sonrisa falsa y su encanto superficial, era el centro de atención esa noche, como un pececito dorado en su gran acuario. Su cabello pelirrojo, siempre estilizado con meticulosidad, se movía a juego con su actitud altanera. Sus ojos heterocromáticos, uno azul y el otro verde, me miraban con una mezcla de curiosidad y posesión, como si pudiera ser su próxima adquisición en su colección de objetos de lujo.
Alessio, por su parte, se mantenía al margen, observando todo con una calma inquietante. Su presencia era como la sombra de una tormenta, silenciosa pero palpable. Sus ojos celestes parecían penetrar en mi alma, como si intentaran leer mis pensamientos más profundos y oscuros, grabando en su memoria cada emoción que me cruzaba por el rostro. Era su forma de ejercer control, lo sabía, pero me negaba a dejarme intimidar.
Anzhelika, la mujer de cabello negro azabache y ojos azules, cuyo rostro reflejaba una elegantísima rudeza, me observaba con una mezcla de desafío y comprensión. Podía sentir la tensión entre nosotras, un hilo de rivalidad empapado de una extraña camaradería.
Nuestra "relación" era extraña, un baile delicado de poder y manipulación, donde las reglas del juego parecían fluir y cambiar a cada instante. Había firmado un contrato, sí, pero las líneas eran borrosas, enredadas en un sistema de lealtades que nadie entendía del todo.
—Nadya —comenzó Derek una noche durante una cena suntuosa, donde la comida era tan elaborada que parecía más arte que sustento—. Debemos establecer algunas reglas claras.
—Por supuesto —respondí, sintiendo una punzada de ironía, aunque oculté lo que realmente pensaba.
—Primero —continuó Derek, con un tono de voz que dejaba claro que no permitía contradicciones—, no habrá escenas. Nos mostraremos respeto mutuo en público.
—Ya, claro —interrumpí, recordando las explosivas discusiones que había visto entre ellos en días pasados—. Porque eso ha funcionado tan bien en el pasado.
Maskim, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos, tomó el relevo y añadió:
—Segundo, la lealtad es fundamental. No habrá traiciones. Todos estamos en esto juntos, y cualquier desliz podría ser devastador.
La mujer de cabello oscuro que se presentó como Anzhelika sonrió, una sonrisa enigmática, y añadió con un tono de voz suave pero firme:
—Y tercero, cada uno tendrá su espacio.
Asentí, aunque por dentro hervía. ¿Qué era esto? ¿Un juego de ajedrez en el que yo era la pieza más insignificante? Las reglas eran claras, pero el contexto era oscuro y complicado.
—Y yo añadiría una regla más —dije, sorprendiendo a todos con mi audacia—. Nadie intentará manipularme. Soy una persona inteligente y no me dejaré engañar.
Un silencio se instaló en el aire. La mirada en los ojos de Maskim se volvió más severa, pero al final, sonrió, una expresión que no lograba llegar a sus ojos.
—Muy bien, Nadya. Me gusta tu espíritu.
Las palabras resonaron, aunque la incomodidad que dejaron en el aire era palpable.
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Juego de Máscaras
Romance#1 SERIE MASKS El peligro siempre fue un tema ajeno para Nadya Alekseev, quien, a pesar de ser hija del Sottocapo de la bratva, nunca participó en las oscuras dinámicas de su familia. Sin embargo, su tranquila vida da un giro drástico cuando unos e...