Capítulo cinco.

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—¿Es normal que sonría tanto?

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—¿Es normal que sonría tanto?

Ignoro la pregunta de Dasha; el paisaje se ha vuelto el protagonista en este momento. Veo pasar varios pinos, movidos por el viento que choca con ellos. También hay pájaros revoloteando y, por un instante, juraría que un conejo asoma entre la grama, escapando velozmente.

Nunca había prestado atención a detalles tan pequeños, esos que me hacen reflexionar sobre si las cosas más hermosas son aquellas que no se notan a simple vista. Tenemos que observar todo con cuidado para darnos cuenta de su belleza.

—No es normal, pero si quieres, le damos un tablazo y listo —la fastidiosa voz de Leonardo me saca de la contemplación.

—¿Disculpa? —arqueo una ceja—. Acabas de interrumpir mi película.

—¿Película? —interroga mi tío desde el asiento del copiloto, con evidente confusión.

—Significa que está narrando todo lo que pasa —murmura Deniska detrás de la revista que tiene en manos—. Lo hace cada vez que salimos.

—Pasas mucho tiempo sola —suelta Leonardo, divertido.

—Es que, con tantos amigos que tengo —ironizo—, ya sabes que mi círculo social es muy amplio. Pasar tiempo sola es algo que no acostumbro; ¡más que todo con Moisés! No me deja ir ni al baño sola.

Las risas de los presentes me hacen poner los ojos en blanco, pero no puedo evitar sonreír.

—¿Nerviosa? —pregunta de repente mi tío, y la pregunta me toma por sorpresa. Por un momento, había olvidado que nos dirigíamos a su empresa. Si antes no estaba nerviosa, ahora lo estoy, y bastante.

No me sentía del todo preparada; solo han pasado seis semanas desde que empecé con esto. El tiempo había pasado demasiado rápido, y yo apenas estaba intentando mantener mi postura al modelar, lo cual aún me costaba.

—Dios, puedo ver la respuesta en tu rostro —dice Dasha, haciéndose la dramática.

Suelto una pequeña risa.

—Tal vez un poco.

—¿Por tu padre?

—No, no estoy nerviosa por él —digo, intentando no poner una mueca—. ¿Por qué debería estarlo? Ni siquiera se preocupa en llamarme.

La expresión de lástima que me dedica Deniska solo me recuerda que no debo importarme.

Solo que a ella sí la llama.

Todo el tiempo; en la madrugada logro escuchar su risa.

Desde que nos envió con mis tíos, solo se ha dignado a llamarme dos veces, ambas ocasiones verificando que siguiera las normas sobre nada de salidas. Lo peor es que cuando intento alargar la conversación, sólo me corta con un <<Te llamo después>>, un "después" que todavía sigo esperando.

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