Capítulo tres.

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Han pasado casi cuatro semanas, y cada día parece arrastrar consigo el eco de aquella noche

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Han pasado casi cuatro semanas, y cada día parece arrastrar consigo el eco de aquella noche. La frase inmortalizada en mi mente, "La próxima vez que nos encontremos, frotarte contra mí será lo mínimo que haremos", se repite una y otra vez en mi cabeza como un mantra inquietante, atormentándome con cada resplandor de recuerdo.

La sensación de arrepentimiento se siente tan palpable, como una losa que aplasta mi pecho. La escena se manifiesta como un sueño del que no puedo despertar; una mezcla de emociones enredadas que se confunden como hilos enredados en mi mente.

Y es que no quiero decir que no me gustara...

Espérate, ¿me gustó? ¿Me gustan las mujeres?

La confusión me envuelve, disparando un fuego de emociones contradictorias. Lo peor de todo es que no puedo sacarme de la cabeza los momentos en los que me froté contra ella, cómo la besé y cómo, contra todo, ella correspondió. Recuerdo claramente cómo sus manos apretaron mi cintura, cómo la calidez de su cuerpo me envolvió...

¡Joder!

El día siguiente fue una verdadera tortura. La cabeza palpitaba, y cada pequeño movimiento que hacía provocaba un nudo en mi estómago que no me dejaba tranquilo. Pasé horas lidiando con nauseas y una sensación de desasosiego: el efecto del alcohol y la confusión emocional me abrumaban. Entonces, me hice la promesa de no ingerir ninguna otra sustancia similar.

—¿¡Qué?! —El grito de mi hermana me sorprende y me hace voltear en su dirección. Ella está en la otra esquina del sofá, con el entrecejo fruncido y los labios apretados en una línea de frustración—. Tienes que leer esto, quiero comprobar si estoy delirando.

Ella me extiende una hoja de papel. La tomo y comienzo a leer con una mezcla de curiosidad y desconfianza.

"Deniska. Hace ya algunas semanas hablamos en la gala, tu compañía fue de mi mayor agrado y me encantaría que se repitiera. Pero debo confesar que mis intenciones al acercarme a ti no eran precisamente para formar un vínculo afectuoso, sino para saber más sobre un integrante de tu familia, Leonardo. Quería aclarártelo antes de que llegaras a malinterpretar algo; espero podamos seguir las conversaciones mediante cartas.

En definitiva, se me ha hecho súper divertido e interesante las conversaciones que hemos tenido, por eso espero alguna respuesta de tu parte."

—Con cariño, Cole —finalizo la lectura, y no puedo evitar levantar la vista hacia Deniska. Sus ojos reflejan una mezcla de confusión y desilusión—. Bueno, y si tan solo...

—¡Es gay! —exclama, interrumpiéndome, la frustración estalla en su voz. Mi mente se siente golpeada por la revelación, y la indignación se vuelve tangible en el aire—. Me estaba empezando a gustar, y resulta que es gay.

De un movimiento rápido, arranca la carta de mis manos, comenzando a hacerla añicos. No la interrumpo, dejándola desahogar su rabia. Su voz se infla con maldiciones, la más repetida es una versión animada de "Maldito Leonardo". Mi risa interna parece colarse entre la mezcla de emociones, pero decido silenciarme, no quiero que se sienta peor.

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