Capítulo 8 | Una nueva etapa

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La noche había caído y la brisa suave del mar acariciaba la piel de Freen y Rebecca mientras caminaban por la playa. La luna iluminaba el cielo estrellado y reflejaba un resplandor plateado sobre el agua. Habían pasado una jornada de trabajo intensa y exitosa, y el deseo de relajarse y disfrutar de la compañía mutua había llevado a Freen a planear esta salida especial.

El lugar al que habían llegado era un rincón apartado de la playa, conocido solo por unos pocos. Freen había escogido este lugar con cuidado, sabiendo que era el escenario perfecto para el momento que había estado esperando. Las olas rompían suavemente en la orilla, creando una melodía tranquila que acompañaba su paseo.

- Nunca imaginé que terminaríamos aquí después de todo, - dijo Rebecca, mirando alrededor con una mezcla de asombro y tranquilidad.

- Yo sí lo imaginé, - respondió Freen con una sonrisa suave. - Quería que estuviéramos aquí para este momento.

Rebecca se volvió para mirarla, una expresión de curiosidad y anticipación en su rostro. Freen la observó, su corazón latiendo con fuerza. Sabía que este era el momento perfecto, el lugar ideal, y el sentimiento había estado creciendo durante semanas. Habían compartido mucho y se habían acercado más que nunca, y ahora, en esta playa solitaria, sentía que era el momento adecuado.

- ¿Sabes? - empezó Freen, acercándose a Rebecca. - Hay algo que he estado esperando para decirte.

Rebecca alzó una ceja, curiosa.

- ¿Qué es?

Freen la miró a los ojos, buscando la manera de expresar lo que sentía. Las palabras se le hicieron difíciles, pero el amor que sentía por Rebecca era tan profundo que no podía dejar de sentir una mezcla de nervios y emoción.

- Desde el primer momento que te vi, supe que había algo especial entre nosotras, - dijo Freen, su voz suave y sincera. - Y mientras hemos estado compartiendo estos momentos juntas, me he dado cuenta de lo mucho que significas para mí.

Rebecca, con el corazón acelerado, no pudo evitar sonreír. El ambiente romántico y el sentimiento palpable en el aire hicieron que todo pareciera aún más mágico.

Freen dio un paso más cerca, su rostro iluminado por la luz de la luna.

- Quiero besarte, Becky. Y no quiero que sea en otro lugar que no sea este, aquí, contigo.

Rebecca no necesitaba más palabras. Su corazón estaba completamente en sintonía con el de Freen.

- Yo también quiero eso, - susurró, dando el primer paso hacia Freen.

Con suavidad, Freen tomó el rostro de Rebecca entre sus manos, mirándola a los ojos por un momento más, asegurándose de que ambos estaban en el mismo lugar emocionalmente. Luego, con un movimiento lento y lleno de ternura, sus labios se encontraron. El beso fue suave al principio, un roce delicado que se fue intensificando conforme se dejaron llevar por el sentimiento. Las olas seguían su curso, y el sonido del mar se mezclaba con el latido de sus corazones.

Cuando finalmente se separaron, ambas estaban respirando con pesadez, pero sus sonrisas eran amplias y radiantes.

- Eso fue perfecto, - murmuró Rebecca, con los ojos brillando de felicidad.

- Sí, lo fue, - coincidió Freen, acariciando suavemente la mejilla de Rebecca. - No podría haber imaginado un mejor lugar para nuestro primer beso.

La noche en la playa continuaba envuelta en magia y ternura. Freen y Rebecca seguían abrazadas, disfrutando de la calma y el murmullo del mar. El beso que habían compartido se había convertido en una promesa silenciosa de un futuro juntos, pero Freen sentía que había algo más que necesitaba decir.

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