Capítulo 4 | Nuevas dinámicas

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Después de la conversación en la que Freen y Rebecca habían aclarado sus sentimientos, el ambiente en el estudio cambió. El aire tenso que antes había caracterizado sus interacciones se había disipado, pero en su lugar, algo nuevo y emocionante había comenzado a tomar forma. Había una cierta coquetería en sus palabras y miradas, algo que ninguna de las dos podía ignorar, y mucho menos las personas cercanas a ellas.

Cada vez que sus ojos se encontraban, parecía que el mundo se detenía por un instante. Freen, mientras afinaba su guitarra o revisaba una melodía, se encontraba mirando a Rebecca más de lo que solía hacerlo, y Rebecca, detrás de su cámara, a menudo enfocaba en Freen más tiempo del necesario, capturando momentos que solo ellas entendían.

— ¿Te parece que deberíamos cambiar el enfoque de esta toma? — preguntó Rebecca, tratando de sonar profesional mientras señalaba el monitor donde revisaba las grabaciones del día.

— Me parece que está perfecto así, — respondió Freen con una sonrisa, su mirada fija en los ojos de Rebecca. — Como siempre, captas justo lo que quiero transmitir.

Rebecca sonrió levemente, sintiendo un cosquilleo en el estómago que no podía ignorar. Algo había cambiado entre ellas, y aunque aún no lo habían dicho en voz alta, ambas sabían que su relación estaba evolucionando hacia algo más.

Al finalizar una larga jornada de trabajo en el estudio, Rebecca decidió reunirse con su colega y amiga cercana, Irin, para desahogarse un poco. Se encontraron en su cafetería habitual, un rincón acogedor y apartado donde podían hablar sin ser molestadas.

— Entonces, ¿qué está pasando realmente entre tú y Freen? — preguntó Irin, dando un sorbo a su café y mirando a Rebecca con una mezcla de curiosidad y preocupación.

Rebecca suspiró, revolviendo su té con la cuchara de forma distraída.

— No lo sé, Rin — confesó Rebecca, finalmente alzando la vista. — Es complicado. Después de lo que hablamos, las cosas se han vuelto... diferentes. Más intensas. Pero no quiero arruinar nada. Estamos trabajando juntas, y este proyecto es muy importante para ambas.

Irin asintió, comprendiendo el dilema de su amiga.

— Lo entiendo, pero también veo cómo te brillan los ojos cuando hablas de ella. No puedes negar lo que sientes por siempre, Rebecca. Y tal vez, lo que sientes no sea un obstáculo para el trabajo, sino más bien la inspiración que necesitas.

Rebecca frunció el ceño, reflexionando sobre las palabras de Irin. Había intentado suprimir sus sentimientos, pensando que así protegería el proyecto y su relación profesional con Freen, pero tal vez estaba equivocada. Quizás aceptar lo que sentía podría llevar su trabajo a un nivel más auténtico y profundo.

— No tienes que decidir nada ahora— continuó Irin, tomando la mano de Rebecca con un gesto de apoyo. — Pero tampoco deberías negar lo que sientes. A veces, arriesgarse vale la pena.

Rebecca asintió lentamente, agradecida por las palabras de su amiga. Sabía que Irin tenía razón, pero aún necesitaba tiempo para procesar todo lo que estaba ocurriendo.

En los días siguientes, la química entre Freen y Rebecca se hizo aún más evidente. Las bromas, las miradas y los roces accidentales se convirtieron en parte de su rutina diaria. Era algo que no podían controlar, y que a la vez, no querían detener.

Saint, por su parte, comenzaba a notar la tensión entre ellas, aunque no mencionaba nada directamente. Sabía lo importante que era mantener el enfoque en el proyecto, pero también entendía que las emociones humanas eran complejas y a menudo influían en el proceso creativo.

Fay, siempre observadora y perspicaz, no tardó en darse cuenta de la nueva dinámica. Aunque no había comentado nada abiertamente, su actitud en el estudio se volvió más reservada, como si estuviera esperando el momento perfecto para aprovechar cualquier debilidad que pudiera surgir entre Freen y Rebecca.

Luz de lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora