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Guido

- Buenas noches ¿A quién buscas? -Me quedo helado, hasta que veo a Agustina aparecer detrás y pude reaccionar.
- Buenas noches, soy Guido. Busco a Agustina. Hola. -Levanto mi mano hacia ella. Agus me devuelve la acción en silencio.
- Soy Claudia, la mamá.
- Un gusto, soy un amigo de su hija.
- Amigo y nada más ¿No? -Arquea su ceja y me puse realmente muy incómodo.
- Eh, si. Quédese tranquila, respeto mucho a su hija y ella a mí. -Dije algo torpe. Me pesa la lengua y me cuesta expresarme.
El silencio se apodera de todos y mi nuca comienza a picar.
- ¿Y a qué viniste vecino?
- ¡Ah! -Rasco mi nuca.- Eh... Es que estaba aburrido y como no viste mis mensajes vine a buscarte directamente.
- Ah okay, pero ¿Para qué?
- Eh...¿Ir al pool? [¿Ir al pool? ¿En serio? ¿Es lo primero que se te ocurre Armido? La puta madre.] -Estoy muy nervioso.
- ¡Ah! ¿A Ozono? -Su mamá me ayuda sin saberlo.
- ¡Si! A Ozono, claro. [Me salvó señora, gracias.]
- Okay. Ahora vengo. -Ambas entran a su casa y yo me quedo transpirando como un boludo.
Agustina salió con su campera puesta, me saluda con un beso en la mejilla y empieza a caminar.
La seguí a los segundos.
- Gracias por aceptar salir conmigo.
- Lo hago para disimular, viniste hasta la puerta de mi casa. -Dice algo molesta.
Cuando cruzamos la calle y la ventana de su hogar ya esta lejos, me pongo delante suyo. Ella se cruza de brazos y me mira desafiante.
- Okay, seguís enojada.
- Enojada, frustrada, desilusionada. Muchas cosas Guido, muchas cosas. Pero está bien, me hiciste abrir los ojos. -Frunzo el ceño.
- ¿Respecto a mi?
- Y sí. A todo lo que te idealicé, a todo lo que te di. Porque yo te di más a vos que vos a mí y sin embargo me trataste con mucho desprecio, como si fuera una idiota por escucharte, como si fuera una inmadura y el inmaduro sos vos. No sé si debería perdonarte por las cosas que me dijiste y cómo me hiciste sentir, pero sí agradezco que me hiciste salir del papel de fan y ahora solo son unos simples pibes. Capaz tendría que haber sido siempre así, pero despiertan cosas que nadie sabe cómo manejar. Ni siquiera ustedes.
- [Auch, eso dolió eh.]

Agustina

Guido suspira y pone una cara de perrito mojado tremenda. Me da un poco de lástima, no quería hacerlo poner mal, pero él tampoco tuvo reparo cuando me echó de su casa.
- Okay, okay. -Frunce sus labios, suspira nuevamente y mira hacia arriba, pensativo.- Tenés razón en muchas cosas. Pero en otras no. Es decir, no es que no tengas razón, sino que no sabes cómo me siento, las cosas que me han pasando, las malas experiencias, las malas costumbres.
- Bueno, pero eso no te da derecho a tratarme así.
- No, claro que no y por eso te pido perdón, ya me disculpé miles de veces. -Suspira otra vez y luego toma mis manos, las sostiene y las lleva a su pecho.- ¿Vamos a mi casa? Charlemos un poco, aclaremos dudas y después te vas. No quiero que tu mamá me cuelgue. -Río con miedo.
Y yo suelto una risa.
- Vamos.
Suelto una de mis manos pero dejo la otra agarrada a la suya, increíblemente no se suelta.- Tranquilo, mi mamá se hace nada más. Está contenta de que te haya conocido.
- ¿En serio? -Mira hacia adelante confundido, se nota que el hecho de ir de la mano lo incomoda en cierto punto.

Llegamos a la puerta de su casa y se suelta de mí para buscar sus llaves. Entramos, me dijo que tenía hambre y le propuse cocinar para él, le gustó la idea. Nos hizo bien a los dos. La tensión desapareció y volvimos a sentirnos como en los primeros encuentros; en paz.
Me mira con su mejor cara de tierno mientras me cuenta el miedo que le da que se acerquen por su fama, el miedo a que se acerquen por sus hermanos, el miedo de que se acerquen solo pars buscar información, el miedo de que rieguen por las redes sus datos y demás. Luego se sienta a comer. Milanesas con puré.
- Gracias nena, qué rico puré.
- De nada, nene. -Toco su nariz con mi dedo índice.
- ¿Seguís enojada?
- Mmm.
- Ya no ¿No?
- No, entiendo todo lo que me contás. Fue un exabrupto, y también reconozco que debí haberlo contado.
- Ya pasó. -Se levanta y camina hacia la cocina, lo sigo.- Ahora solo queda seguir como hasta ahora.
- Exacto, verás que nada cambia. Yo no te trato como a una estrella de rock, sos mi lindo vecino, nada más.
- ¿Lindo? -Me mira sugerente, se me acerca.
Creo que esto podría ser el pie para que pase lo que ya sabemos que podría pasar. - Muy lindo. -Le sonrío tierna y sincera.
Me toma de la cintura y me besa, sin reservas, con pasión.

Me apego más a su cuerpo, abrimos nuestras bocas y nuestras lenguas comenzaron a entrelazarse. Se oye solo el sonido de nuestros besos. Sus manos firmes me sostenien para que no me aparte, mis manos acarician la suave piel de sus brazos. El calor se hizo presente en las zonas críticas de mi cuerpo y no quiero parar. Bajo a besar sutilmente su cuello. Primero dejo unos besos carnosos y luego rocé la punta de mi lengua en su piel. Se estremece, acompañado de un gemido suave.
- Para Agus. -Estira sus brazos para apartarme.
- ¿Qué pasó? -Lo miré confundida.
- Prefiero dejarla acá. -No le respondo nada, solo lo miro. Sostuvimos la mirada. Tenía ganas de hacerlo, no le veo lo malo y realmente es algo que soñé que pase muchas veces.
- No te gusto ¿No? -Agacho mi cabeza.
- ¡¡Qué!! No, no. -Toma mi cara entre sus manos buscando mi mirada.- Sos hermosa Agus. -No me convence.
- No sé, pudiendo tener todas las minas que quieras es obvio que no vas a perder tiempo conmigo. -Me libro de sus manos e intento irme. Pero me detiene.
- ¡Agustina! -Me pega a su cuerpo de un suave tirón, el cual fue muy excitante.- Deja de decir boludeces, las cosas no funcionan así. Vos me gustas tal y como estas, como sos. Y si vos querés, -corre mi pelo y respira en mi cuello- te voy a demostrar cuanto me gustas. -Deja un sonoro beso en él.- ¿Dale? -No encuentro palabras, prefiero callar y dejarme llevar.
Luego de unos besos y caricias me guía hasta su habitación.
Una vez allí me saca la remera, yo la suya. Nos besamos mientras nos acariciamos. Sacó mi corpiño y se adentró a mis pechos con sus suaves y firmes manos, volviéndome loca. Todo fue aún más excitante cuando bajó a besarlos. Siguió bajando con besos, hasta el botón de mi jean. Mientras baja el cierre, deja suaves besos que me enloquecen.
- Me encantas vecina. -Sonreí y me dejé llevar. Me sacó el jean y me acostó en su cama.
- ¿Podés apagar la luz? -Me mira confundido.- Es que tengo vergüenza de mi cuer...
- Tenés un cuerpo divino. -Comienza a deslizar su mano desde mi abdomen hasta mi bombacha, acaricia suavemente sobre ella, provocando que me olvide de todo.

Dᴇᴊᴀʀᴇ́ ʟᴀ Cɪᴜᴅᴀᴅ [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora