𝟐𝟏 | 𝐒𝐄𝐍𝐓𝐈𝐌𝐈𝐄𝐍𝐓𝐎𝐒 𝐄𝐍 𝐄𝐋 𝐀𝐈𝐑𝐄

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Bueno, al principio, Leonardo y yo tuvimos muchos problemas —empecé, revolviendo mi café con nerviosismo—

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Bueno, al principio, Leonardo y yo tuvimos muchos problemas —empecé, revolviendo mi café con nerviosismo—. No podíamos ponernos de acuerdo en nada y cada ensayo era una batalla. Pero poco a poco, empezamos a entendernos mejor y a salir más seguido para practicar.

Valeria asintió, sus ojos reflejaban una mezcla de curiosidad y preocupación.

—Y ahora, además de la competencia con Leonardo, hay una nueva rivalidad con Alejandro, el violinista, y Gabriela, la pianista. Ambos son muy talentosos y están decididos a ganar el concurso. Eso ha añadido más presión a nuestros ensayos.

—Vaya, suena intenso —comentó Valeria, tomando un sorbo de su café, sus labios curvándose en una sonrisa comprensiva.

Suspiré, sintiendo una punzada de incomodidad en el pecho.

—Y luego está Leonardo y esa chica llamada Vanessa.

—¿Y quién es Vanessa? —preguntó Valeria, frunciendo el ceño.

—No sé mucho sobre ella, pero parece tener una conexión especial con Leonardo. Me siento rara e incómoda cuando están juntos. No sé por qué, pero no puedo evitar sentirme excluida.

Valeria me miró con una sonrisa traviesa, sus ojos brillando con picardía.

—¿Estás celosa de que te quiten a tu hombre? —bromeó, levantando una ceja.

Me reí, sintiendo cómo la tensión se desvanecía un poco.

—¡Primero muerta! —respondí, riendo junto a ella.

Valeria me dio un abrazo cálido y reconfortante.

—No te preocupes, Sofía. Estoy segura de que todo se aclarará pronto. Y recuerda, siempre estaré aquí para ti.

—Gracias, Valeria —dije, sintiendo un alivio al saber que tenía su apoyo—. A veces, todo esto se siente abrumador, pero hablar contigo siempre me ayuda a ver las cosas con más claridad.

Valeria sonrió y tomó otro sorbo de su café, su mirada llena de comprensión.

—¿Y qué piensas hacer con respecto a Vanessa? —preguntó, con un tono más serio.

Me encogí de hombros, mirando por la ventana, tratando de ordenar mis pensamientos.

—No le voy a dar más importancia. La verdad es que lo único por lo que estoy conviviendo con Leonardo es porque es un beneficio mutuo. Nos entendemos bien musicalmente y eso es lo que realmente importa.

Valeria asintió, comprendiendo.

—Eso tiene sentido. Lo importante es que te sientas cómoda y que tu colaboración con Leonardo sea productiva.

—Exactamente —respondí, sintiendo que un peso se levantaba de mis hombros—. Gracias por escucharme, Valeria. Eres la mejor.

—Para eso están los amigos —respondió ella, sonriendo—. Ahora, ¿qué tal si disfrutamos de estos cafés y nos olvidamos de los problemas por un rato?
Sonreí, sintiendo que un peso se levantaba de mis hombros.

—Me parece una excelente idea.

Después de disfrutar de nuestros cafés y charlar un rato, Valeria se levantó para irse.

—Tengo que irme, Sofía. Pero no te preocupes, todo se aclarará pronto. Y recuerda, estoy aquí para ti —dijo, dándome un abrazo.

Sonreí y la abracé de vuelta.

—Gracias, Valeria. Eres la mejor amiga que podría pedir.

Valeria se fue, dejándome sola en la cafetería. Me quedé un rato más, pensando en la conversación que acabábamos de tener. Sentía una mezcla de alivio y confusión, pero también una renovada determinación.

De repente, mi teléfono sonó. Era un mensaje de Leonardo.

—Hey, Sofía. ¿Qué tal? Quería saber si quieres ensayar mañana. Tengo algunas ideas nuevas que quiero probar.

Me sorprendí un poco. No esperaba que Leonardo me contactara tan pronto después de lo que había pasado con Vanessa.

Al día siguiente, me senté cerca del piano y Leonardo se preparó para tocar.

—Hey, Sofía. Gracias por venir —dijo, sonriendo, sus ojos brillando con entusiasmo.

Le devolví la sonrisa.

—No hay problema. ¿Qué tienes en mente?

Leonardo tomó aire, visiblemente emocionado.

—He estado pensando en cómo podemos destacar en el concurso. ¿Qué te parece si incorporamos elementos visuales a nuestra presentación? Podríamos trabajar con un artista visual que proyecte imágenes en sincronía con nuestra música. Esto no solo haría nuestra actuación más impactante, sino que también añadiría una dimensión artística que podría impresionar a los jueces.

Me quedé sin palabras por un momento, sorprendida por su propuesta. La idea de añadir elementos visuales era emocionante y desafiante al mismo tiempo.

—Eso suena increíble, Leonardo. Estoy totalmente de acuerdo. Vamos a hacerlo —dije, sintiendo una nueva ola de entusiasmo.

Leonardo asintió, satisfecho con mi respuesta.

—Perfecto. Vamos a empezar a trabajar en ello de inmediato. Estoy seguro de que juntos podemos hacer algo realmente especial.

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