Capítulo 38

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"Me convertí en muchas versiones de mí, que olvidé quién era en realidad" -lmdlm.

Mi cama se transformó en una piscina. Las almohadas fueron mi soporte. Las paredes de la oscura habitación, mi cárcel. La puerta, mi separación de lo cruel que puedo llegar a ser.

Bruno y Lorenzo me retienen en Italia, en la habitación de la mansión Toriccelli. Mi cuarto.

El funeral del mercenario Skins fué llevado a cabo en la agencia. Perdí hombres, agentes muy buenos hace tres días. Días de los que me arrepiento. El impulso, la venganza me cegaron. Repetía el día de la playa. Las caras de horror de aquella mujer y niño.

Lágrimas gruesas caen por mi cara, mañana, tarde, noche, madrugada. Apreto las cobijas mientras me sumerjo en el vacío. Parezco un muerto viviente. Quizás sea por el hecho de que en realidad...

Estoy muerta

Tomo una respiración honda, pesada, lenta, intento dormir, pero dar vueltas en la cama se volvió una rutina. Cuesta dejar las pastillas, y duele demasiado no poder despertar de las pesadillas al momento de tomarlas.

Gritos, llantos y súplicas, niego miles de veces con ojos cerrados, el mar corre y fluye en mí. Tormentoso, caótico, ahogador.

-Por favor... -suplico en tono apagado-. Por favor....

Y en segundos, me rompo a llorar, lloro cómo si hubiera revivido los días de pérdidas. Mis pies patalean y mis manos tiran y golpean la cama. Una, y otra, y otra, vez....

Paren ya

El golpe seco de mi puerta suena lejano. Cómo un trueno que ha caído al otro extremo del mundo y tan sólo es un susurro su sonido.

Unas manos sujetan mis brazos, puedo sentir su agarre, la fuerza. Moviéndome desesperadamente.

-¡Déjenme en paz! -grito en medio de un océano negro-. ¡Yo no quise!.

Sombras emergen del agua, de múltiples tamaños, sujetándome de los tobillos, hundiéndome en la arena.

-¡Ayuda! -grito a la nada en medio de la desesperación-. ¡Alguien!.

Dos figuras vestidas de negro se encuentran en la orilla, llamo con todas mis fuerzas pero aún así, siguen quietas. Túnicas cubriéndolas completamente.

-¡Por favor -pido con la voz rota-. ¡Ya no quiero seguir nadando! ¡Ya no quiero volver al mar!.

Ambas se alejan en direcciones opuestas, una al este, una al oeste. El agua llegó a mí cuello y los lamentos de las sombras me llenan de temor.

-¡Despierta ya! -un grito masculino trata de llamarme.

El agua llega a cubrirme, al punto de entrar en mis pulmones y comenzar a llenarme como si fuese un miembro más del océano.

Abro mis labios y comienzo a toser debajo del agua. La luz no llega a esta profundidad, y fueron solo tres segundos desde que fuí sumergida. Pero se siente una eternidad.

-¡Bruno! ¡Ven rápido!.

Colapso y mi cuerpo convulsiona. La necesidad de aire. La culpa. El dolor. Maneras de sufrir. Las peores maneras de sufrir. Son aquellas que te dejan agonizando con ojos llorosos y alma rota.

Este es él castigo que debo pagar. Este es mi precio. Soy un objeto. Algo reemplazable.

-¡Principessa, abre los ojos!.

Mis párpados se abren y ahogo una respiración. Estoy en una tina. Bruno me tiene entre sus brazos, la ropa empapada por el agua. Miro en varias direcciones desorientada, subo y bajo el pecho rápidamente mientras mi labio tiembla.

2:Argent [El origen de la muñeca]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora