Capitulo 14

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Bestia, horrible y fea bestia 

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¿Has escuchado la historia de la princesa que es rescatada por el príncipe azul? Ese príncipe dispuesto a matar al dragón para salvar a la princesa. Pues este cuento no es igual. Habla del dolor y la tristeza que deja quien creíamos que era nuestro verdadero amor, pero que terminó siendo nuestro propio verdugo. Aprende a amarte más de lo que amas a los demás.

—Me gusta la vida —escucho el susurro de su voz—. Me gusta más lo que quiero crear, pero ahora prefiero perder la vida antes que perderte a ti.

—El amor puede causar daño.

—El amor es lo que me ha traído hasta aquí, lo que me ha convertido en quien soy —las lágrimas en sus ojos son inevitables—. Es lo que me da la fuerza para continuar.

—¿Y la bestia?

—Siempre ha existido, nunca se fue, siempre estuvo ahí... porque ella es la verdadera razón por la que estamos aquí.

—Inicio y final.

—Luz, oscuridad y sangre.

Inicialmente, pensé que mis pesadillas eran algo normal, que tener recuerdos constantes era solo parte de mi imaginación, que no estaba dispuesta a caer en esa tentación. A veces, las cosas que veo son solo eso: una ilusión. Pero reconozco esa voz, y sé, en lo profundo de mi ser, que he hablado con esa persona antes, no ahora, pero sí en el pasado. Las lágrimas saladas se forman en mi cuerpo, y sé que sigo sumergida en el agua.

Mi cuerpo se desliza por el agua como si estuviera en un sueño profundo de felicidad. Mi risa no ha parado; mi cuerpo se siente agotado, pero cada historia que sale de la boca de Maxi es una alegría para mi corazón. Me cuenta cómo nacieron las estrellas, cómo se creó el Bosque de las Sombras. Su forma de narrar me transporta a una verdadera alucinación, o quizás es el efecto de las algas florecientes que me dio a comer. Mi cuerpo no está acostumbrado a la magia, y creo que está afectando un poco mi cerebro.

Una oleada de calor se extiende por mi cuerpo. Mi piel se siente eléctrica, como si una corriente invisible recorriera cada nervio. El mundo comienza a desenfocarse, los colores se vuelven más vibrantes, casi agresivos en su intensidad. Mis pensamientos, antes un caos de preocupaciones y temores, se disuelven en una bruma de euforia y tranquilidad artificial.

Todo parece moverse más lento, como si el tiempo mismo estuviera siendo manipulado. Mis extremidades se sienten ligeras, etéreas, y una risa tonta burbujea en mi garganta sin razón aparente. Cada sonido, desde el más leve murmullo hasta la música de fondo, se amplifica, reverberando en mi mente como un eco interminable.

A medida que la sustancia se asienta en mi sistema, una sensación de poder y claridad me envuelve. Me siento invencible, como si cualquier problema pudiera ser resuelto con un simple chasquido de mis dedos. La realidad se distorsiona; los objetos a mi alrededor parecen vibrar, casi respirar con vida propia. La gente, si es que hay alguien cerca, se convierte en sombras danzantes, figuras sin rostro cuya existencia es un mero accesorio en mi experiencia.

Sin embargo, detrás de la euforia, hay un susurro constante de desasosiego. Un rincón de mi mente sabe que esta calma es falsa, una mentira brillante que se desvanecerá tan rápido como apareció. Pero en este momento, el placer supera la preocupación. Me permito sumergirme en esta marea de sensaciones, dejando que me arrastre lejos de las orillas de la sobriedad.

—Estás muy mal, Lysandra —me dice Maxi con voz graciosa—. No debí darte esa alga.

—¿Qué alga? —le pregunto, confusa.

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⏰ Última actualización: Aug 21 ⏰

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