Capítulo 5: Acercamiento de dos corazones

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Los días se deslizaban con la tranquilidad que solo un lugar como la Mansión Kamisato podía ofrecer. Aunque Zephiros había llegado a Inazuma con un objetivo claro en mente—encontrar los fragmentos perdidos de su ser—no había logrado dar con ninguna pista sólida hasta el momento.

Sin embargo, no demostraba estar apurado. Su estancia en la mansión resultaba ser más que placentera, no solo por la comodidad y la hospitalidad de los Kamisato, sino también por las amistades que había formado con Ayato, Thoma, Yoimiya y Kirara.

Cada día parecía entrelazar su búsqueda con momentos significativos que hacían que el tiempo pasara de una manera casi imperceptible.

Ayato, con su mente estratégica y su elegante porte, se había convertido en uno de los más cercanos confidentes de Zephiros.

Thoma, con su calidez y lealtad inquebrantable, era un apoyo constante en los días más tranquilos.

Mientras tanto, Yoimiya y Kirara, cada una a su manera, habían empezado a significar mucho para él; la primera con su chispa creativa y la segunda con su dulzura curiosa.

Una noche, después de un largo día de trabajo y caminatas por la ciudad, Ayato invitó a Zephiros a cenar en una de las habitaciones privadas de la mansión.

La invitación no era inusual, pues ambos solían compartir cenas para discutir asuntos triviales o simplemente disfrutar de la compañía del otro, pero esta vez había algo diferente en el tono de Ayato, un matiz de seriedad que Zephiros no pasó por alto.

La cena fue servida en una mesa exquisitamente decorada con detalles delicados y alimentos que resaltaban la habilidad culinaria de los cocineros de la mansión.

Ayato, siempre el anfitrión impecable, inició la conversación con temas habituales, pero Zephiros notaba que había algo más que su amigo deseaba discutir.

Finalmente, después de que la mayoría de los platos habían sido retirados y solo quedaban los últimos vestigios de té en sus tazas, Ayato decidió hablar de lo que realmente lo había motivado a invitar a Zephiros esa noche.

Ayato: Zephiros, ha sido un honor tenerte como huésped en nuestra mansión.

Ayato: Desde tu llegada, has demostrado ser alguien de gran valor y carácter, algo que no es común encontrar.

Zephiros levantó la vista de su taza, notando la intensidad en la mirada de Ayato.

Zephiros: Gracias, Ayato. La hospitalidad de la familia Kamisato ha sido más de lo que podría haber pedido. Mi estancia aquí ha sido... muy especial.

Ayato: Me alegra escuchar eso. Sin embargo, hay algo que quiero discutir contigo, algo un poco más delicado.

Zephiros: claro, de que se trata.

Ayato: Se trata de Ayaka. Sé que probablemente has notado que ha estado un poco... distante últimamente.

Zephiros asintió. Había percibido la tristeza en los ojos de Ayaka en las pocas interacciones que habían tenido. La joven Kamisato había sufrido un desamor, segun lo que escucho de parte de Thoma, ese era un evento que había dejado una herida visible en su corazón.

Zephiros: Sí, lo he notado. Parecía que algo la estaba molestando, pero no quise entrometerme.

Ayato suspiró, su expresión se volvió aún más seria.

Ayato: Ayaka es muy fuerte, pero incluso los más fuertes necesitan ayuda de vez en cuando.

Ayato: como ya sabrás su amor fallido la ha afectado más de lo que deja ver.

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