Parte siete

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Lagrimas, en algún momento había despertado, pero no sabía cuanto tiempo pasó, simplemente podía sentir pequeñas lagrimas derramarse por sus ojos.

—Al menos es mejor que despertar y explotar toda la habitación...— intentó burlarse de si mismo pero falló totalmente al sentir más lagrimas bajar por sus mejillas.

Miró la hora en su celular, aún era plena madrugada, ¿Qué debería hacer? Se sentó lentamente en la cama, colocando sus rodillas en su pecho, pensativo sobre que le estaba pasando.

—Supongo que Tomura tenía razón...

Observó detenidamente el frasco de pastillas para dormir que ahora se encontraba en su mano, sacudió un poco para comprobar cuántas quedaban, habían bastantes para ingerirlas.

Abrió el frasco, sacó una gran cantidad de pastillas, agradecía porque fueran algo pequeñas, miró su palma con bastante duda ahora, estaba enloqueciendo, ¿Qué se supone que estaba por hacer?, inconscientemente llevó las pastillas a su boca, tragandolas rápidamente.

No había marcha atrás.

Toc toc, silencio, toc toc, nada, toc toc, aún nada, toc toc, los golpes aumentan cada ves más fuertes, toc toc, comienzan a sonar más desesperados, toc toc, la puerta cae bruscamente contra el suelo.

—¡Bakugo! — grita su profesor cuando se da cuenta que ni siquiera respira correctamente.

El sonido de la ambulancia se escuchaba de fondo, como si de una radio se tratase, silencio, bip bip, el sonido de la máquina, signos vitales, presión y palpitaciones normales, luego de tres horas lograron estabilizarlo.

—Señor Aizawa, si su alumno no despierta en las próximas 24 horas entrará en coma.

Silencio, ¿Cómo sucedió todo tan rápido?, ¿Qué estaba pasando?, ¿Cómo llegaron a eso?, ¿Qué pasó?

Tictac, tictac, tictac, aquel reloj de la habitación no dejaba de hacer ese sofocante ruido, estaba intentando entender como pasó todo, la puerta del cuarto se abría y cerraba.

Mentir, es lo que tuvo que hacer para que sus alumnos no se desesperaran, mintiendoles que era alguien más quien iba al hospital, aunque sabía que alguien seguramente estaría por colapsar.

Midoriya izuku, esto debe quedar entre nosotros— había declarado y pedido horas antes a aquel pecoso, dejándolo en una crisis de pánico total.

—Aizawa, ¿Te encuentras bien? — ingresó Nejire al cuarto míentras miraba como el contrario se frotaba la cara con sus manos con bastante fuerza.

—No lo entiendo...

—Yo tampoco, pensé que estaría bien.

—Hace unos días me pidió que lo dejara en paz, quizás...si hubiera insistido un poco más...

—No es tu culpa, lo sabes más que nadie.

—No se siente así, estaba atormentando, lo sigue estando, ¿Qué haremos si no despierta?

—Despertará, él lo hará, quiere mejorar y logrará su objetivo, siempre lo hace, ¿no?

—Supongo que tienes razón — dirigió su vista hacía la camilla, se veía calmado en ese estado, parecía estar demasiado tranquilo, como si estuviera muerto, descansando en paz.

Zumbido, lo único que lobraba escuchar, estaba aturdido, bip bip, pudo sentir otro escandaloso ruido, la luz estaba quemandole prácticamente los ojos.

Bip bip, murmullos, bip bip, los murmullos se escuchaban más fuertes, bip bip, estaban hablando, ¿Qué estaban diciendo?, bip bip, palabras, ¿Pero cuáles exactamente?, bip bip, seguía vivo.

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