Parte diez

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Luces...

¿Eh?

Alboroto.

¡Kacchan, no te duermas!

¿Qué sucedió...?

Ah, acababa de recordarlo.

Comenzando el día fue totalmente normal, Izuku estaba con él en la sala, habían quedado mirando una película hasta antes que anocheciera.

Luego de eso habían salido a caminar un poco, aprovechando que al día siguiente no tenían clases por ser sábado.

Se dirigieron hacía una heladería, bromearon de ves en cuando, aunque Midoriya no estaba demasiado convencido con ese repentino cambio. Llevaban rápidamente un mes como pareja y aunque intentaba hablar con Bakugo, él se negaba a decirle las cosas.

¿Por qué no insistió más?

Aunque la noche llegó más rápida de lo que uno de los dos hubiera esperado, no se quejaron. Aunque Katsuki pidió para dormir solo esa noche, según él se sentía completamente bien y quería probar nuevamente como se sentía estar solo en su cuarto.

Realmente nunca fue bueno inventado excusas, aunque le creyó.

Se despidieron, deseandose las buenas noches, cada uno se fue a su cuarto y el rubio suspiro de manera cansada.

—¿Qué tal has estado?

—¿Qué quieres?, ya me has jodido bastante.

—Hey, tranquilo. No hay rencores desde la última ves. Las cosas no salieron como se planearon.

—Tomura, ¿Qué quieres?

—Te lo he dicho, ¿Acaso lo olvidaste tan rápido?

—¿De qué habl- — los recuerdos de su secuestro comenzaron a invadirlo luego de tanto tiempo. Había olvidado o quizás su cerebro lo borró para que no recuerde ese suceso — C-Carajo..

—Lo recordaste — se acercó aún más a él para sujetar su mentón y que alzara su mirada. Los dos ojos rubies se encontraron en ese instante.

—Vete al diab- — la misma mano que estaba en su mentón se dirigió hacía su boca, deteniendo cualquier cosa que fuera a decir.

—¿Qué hablamos sobre las malas palabras, Kats?

—Voy a matarte.

—Este juego es mío. Yo soy quien decide las reglas, tú eres más que un simple peón que tenía un final. Pero no, decidiste luchar y tener esperanzas.

—¿Cuál es el problema?

—Yo decidí tu destino, Bakugo Katsuki.

—¿Quién te cree- — sujetó fuertemente los hombres del peliazul, su cuerpo comenzó a temblar repentinamente y toda su camisa se humedecio de manera rápida.

—Tú te has vuelto de mi propiedad el día que te secuestre. Tú eres mio, de nadie más, te lo advertí.

—J-Jmás h-harás que me arrodille ante ti, b-bastardo.

—Las malas palabras, Kats — hundió aún más el cuchillo sobre el abdomen del menor, sonriendo levemente al notar que sus hombros eran aún más sujetados con fuerza.

La puerta fue tocada suavemente, dando a entender que alguien estaba afuera, esperando a ser atendido.

—¿Kacchan?, ¿Te has dormido?

—¡L-Largo! — mordió la mano del mayor para poder gritarle al peliverde.

—¿Te encuentras bien?

—Mejor dile que se largue o él tampoco terminará bien.

—¿Kacchan? — intentó abrir la puerta de la habitación pero se le hizo algo extraño encontrarla con seguro, forcejeo un poco más, aún sin respuesta —Kacchan, abre la puerta.

—I-Izuku...vete — la puerta fue abierta con fuerza, el ojiverde terminó casi rompiendola y en un momento todo se volvió negro.

—¡Ni se te ocurra irte! — quizás debió haber aceptado que todo tiene un principio y un final o era demasiado pronto hasta para él.

La ambulancia se sentía bastante ruidosa, apenas lograba ver o sentir algo.

Cuando llegaron al hospital el alboroto parecía volverse aún peor que antes. ¿Dónde estaba...? O acaba de verlo.

—Hey...— susurró algo cansado mientras acariciaba el cabello del contrario.

—¿Por qué no me lo has dicho?

—¿De qué hablas?

—Shigaraki y tú...— habló en un tono bajo, se notaba un poco de decepción en su rostro.

—¿Qué demonios te dijo?

—¿Qué tanto sucedió aquella ves? — el silencio se hizo presente, más por miedo que por otra cosa, demostrando que no todo parecía como él creía.

—Ya sabes...

—¿Él...realmente se obsesionó contigo?

—No lo digas así, suena raro.

—Pero es cierto.

—Si, no es importante.

—Kacchan.

—No importa.

—Anoche..

—No lo menciones.

—No estás bien.

—¿Cuándo he estado bien, Izuku?

—¿Qué?

—Intenté suicidarme hace un tiempo, ¿Quién dice que no lo volveré a ser?

—Kacchan, ¿Por qué lo dices?

—Él tenía razón en cierta parte. No merezco nada porque soy un monstruo. Te he dado bastantes problemas y sabes que no puedo mentir — el pecoso se levantó de la silla que estaba al lado de la camilla, saliendo de la habitación, dejando solo al cenizo —Idiota..

No sabe cuanto tiempo pasó o cuanto tiempo estuvo solo en la habitación del hospital, pero cuando su profesor entró, ni siquiera logró formar una simple oración. Porque su cara decía más que suficiente, ni siquiera hacía falta que le dirija una mirada, lo entendía, quizás hasta había llegado a tener razón en algún punto. Pero qué más daba, no es como si fuera su culpa todo lo que le sucedía.

—¿Qué piensas de una clínica?

—Son inútiles, ni siquiera sirven.

—Podrías intentarlo.

—¿Crees que no lo estoy haciendo?

—Deberías intentar algo nuevo.

—Estoy cansado, esto es absurdo.

—¿Y tu sueño de ser héroe?

—Lo estoy retomando..

—A principio de año eras el candidato indicado por tu potencial, ¿dejarás que algo así te afecte?

—No es que pueda hacer algo.

—Tienes opciones, demasiadas tal ves, solamente que no puedes notarlo. Piensas que quizás es un camino sin salida, cuando no es así.

—No sé que hacer.

—Un paso a la ves, ¿está bien?

—Un paso...a la ves.

—Un paso a la ves.

—No se aleje.

—Jamás podría hacerlo, eres como mi hijo, al igual que tus compañeros.

—Eso suena tan cursi.

—Lo sé. No digas que hablé de ésta forma contigo. Porque en otro momento dejará de funcionar.

—¿Qué pasará con Shigaraki?

—Pondremos más seguridad en la U.A, pero lo más seguro es que Kurogiri le haya ayudado a entrar — logró notar la mueca de su alumno pero no dijo nada más, acarició levemente su cabellera mientras lo tapaba con la sábana de la camilla.

Preferencias [Dekubaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora