Parte nueve

273 29 5
                                    

Vivir, ¿Desde cuándo se había vuelto tan difícil?

Decidir, ¿Podrá volver a decidir por su cuenta?

Miraba el salón, lo que solamente tenía a su vista, el pizarrón, se veía aburrido.

Izuku, estaba atrás suyo golpeando el lápiz contra el pupitre.

Murmullos, era lo único que lograba entender del ambiente.

El timbre resonó, la clase acabó, pero seguía apoyado en la palma de su mano, ni siquiera estaba cómodo.

—¿Quieres ir a comer? — preguntó el pecoso mientras sonreía de oreja a oreja, ¿Cuánto pasó?, ¿Hace cuánto no veía esa sonrisa?

Parpadeó, fijándose en esos ojos que brillaban y le gustaba ver aquel brillo.

Héroe, ¿Por qué quería ser un héroe?

—¿Estás ahí? — volvió a pestañar, observó que alguien más se acercaba.

Sus ojos pesaban, en algún momento se durmió.

La luz era molesta, demasiado molesta...¿Por qué?

¿Cuándo? desde que despertó se a sentido raro, había cenado y dormido bien, entonces...¿Qué?

—¿Cómo te sientes? — preguntó la enfermera, el ceño de la mujer parecía fruncido de una manera leve.

Asintió, como las veces que lo hacía cuando su voz se negaba a salir.

Zumbido, ¿Debería escuchar eso?

—Recovery Girl me pidió que descanses un poco en tu habitación — comentó su profesor mientras acariciaba levemente su cabello.

Sujetó la manga de la camisa del mayor, bajando su cabeza, mirando el piso como si fuera algo interesante.

—¿Dónde está Izuku? — susurró intrigado mientras notaba la mirada del azabache.

—En las instalaciones, está esperando.

Mariposas, ¿O estaba mal del estómago?

—Profesor Aizawa.

—Cuida un rato de Bakugo, parece cansado.

—Claro.

Pasos, el mayor se fue del lugar dejando el ambiente en completo silencio.

Se acercó al peliverde, casi acurrucandose en su cuerpo, aunque estuvieran en el medio de la sala, no le importaba, quería mantener su cercanía.

—Mmh...

—Pareces un gato mimoso, Kacchan — soltó una leve risa mientras acariciaba su cabello ceniza.

El pecoso lo miró de reojo para después alzarlo de manera nupcial, dejando al ojirubi algo atónito.

—¿Pero qué... — sus mejillas se ruborizaron de manera inmediata, sintiéndose avergonzado por la acción del pecoso.

—Estás cansado, ¿No?

—No es necesario...

—Piénsalo como quieras, eres ligero y eso es lindo.

—¡Deja de ser tan cursi! — exclamó más avergonzado que antes.

¿Amor?, ¿Cuándo fue la última ves que se sintió nervioso por alguien?

Izuku, lo recordaba todo ahora, iba a confesarse antes del secuestro, ¿Cómo logró olvidarlo?

Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos de manera repentina e inesperada, Midoriya logró alarmarse un poco intentando calmarlo.

—Kacchan, l-lo siento...¿hice algo qué...— sintió las manos del cenizo en sus mejillas, se ruborizo un poco al sentir el inesperado tacto.

—Siempre me has gustado, desde siempre...

—¿Por qué tan repentino?

—Puedo ser un idiota que intentó quitarse la vida, pero siempre has estado en mi corazón.

—Kacchan...

—Me gustas, Izuku, me haces querer vivir aún más para quedar a tu lado todo lo que me puedas permitir.

Silencio, se esperaba cualquier respuesta menos aquel atormentoso silencio que duró largos segundos.

—Solo bajame y olvidemos el tema — se fijó en el más alto que aún no había respondido nada pero mantenía el leve sonrojo en sus mejillas.

—Fue inesperado...

—Solo olvídalo, ¿puedes?

Antes de comenzar a quejarse sintió los labios del contrario sobre los suyos, impidiéndole seguir hablando o siquiera decir algo.

—También me gustas...pero ahora debes descansar — sonrió mientras acomodaba al cenizo de manera más cómoda en sus brazos hasta llevarlo a su habitación.

—¿Te quedarás? — preguntó una ves que era dejado en su cama pero aún sin querer soltar la mano del pecoso quien aún se encontraba callado.

—¿Quieres que me quede? — miró al más bajo asentir de manera muy lenta pero segura, colocándose a su lado para poder mantenerlo más cerca.

—Esto es vergonzoso...— se quejó una ves que logró notar que el ojiverde no pensaba iniciar ninguna clase de conversación.

—Tienes labios muy suaves — comentó de forma inesperada mientras se fijaba discretamente en el dueño de la habitación quien parecía estar procesando.

—Maldito cursi... — le golpeó el brazo de manera suave pero brusca, dando a entender que estaba demasiado avergonzado.

—¿Puedo besarte de nuevo?

—¿Quién carajos pregunta eso cuando lo hizo la primera vez sin permiso? — bromeó notando como el peliverde se encogía de hombros y miraba a otra parte de la habitación como si él no lo hubiera hecho —Puedes hacerlo.

El mayor sonrió de oreja a oreja, como si a un niño pequeño le estuvieran dando su dulce favorito. Tomó de manera firme pero suave su cintura, primero acercó sus frentes, rozó de manera suave sus narices y casi al instante junto sus labios.

Rodó sus brazos en el cuello del más alto, acercandolo aún más, cortando cualquier distancia que hubiera entre ellos tanto sentimental como físicamente.

Sus ojos en algún momento se encontraron pero el beso aún no se cortó. Se separaron míentras intentaban recuperar el aliento nuevamente, dejando un hilo de saliva entre sus labios.

Pegó su rostro contra el pecho del pecoso, escondiéndose mientras sentía su cintura y espalda ser acariciados, recordaba que algunas veces imaginaba estar así con él, pero lo veía completamente imposible a su punto de vista.

¿Por qué Izuku querría estar con alguien como él?, debería ser un imbecil masoquista.

Alzó de manera suave su mirada, concentrándose en las pecas de su amado, contándolas una por una, Izuku logró robarle un beso mientras lo hacía sonrojar para después escuchar una suave risa.

¿Podrá estar así de tranquilo toda la vida?, es lo único que anhela en ese momento.

Preferencias [Dekubaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora