4. Garras

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Han Eunji había conseguido muchas cosas en su vida. Había logrado casarse con uno de los hombres más ricos de Corea, construir un imperio junto a su marido, apartado de sí misma todas las sospechas cuando Park Dongyoon entró a la cárcel y había criado de forma más o menos satisfactoria a un hijo sano, inteligente y capaz.

Sin embargo, había algunas cosas en las que había fracasado. El menos grave de sus fracasos había sido, precisamente, su hijo. El niño que había nacido para reinar había resultado una mancha en su perfecto historial. Eunji podría haber pasado por alto que a Jisung le gustaran los hombres si el chico hubiese mantenido esas desviaciones en perfil bajo.

Si no hubiese azuzado tanto ese temperamento que tenía su hijo, él hubiese sido más manejable, hubiese estado bajo su mano igual que Han Jihyeon. Pero ella sabía que Jisung había salido de su vientre con la fuerza de su lado de la familia. Y eso era, al mismo tiempo, una virtud y un problema.

El segundo gran error de su vida había sido Seo Changbin. Dejar que ese niño creciera junto a su propio hijo le pareció una buena idea entonces. La mejor forma de crear al siervo perfecto era doblegar su voluntad hasta que el chico creyese que le debía todo lo que tenía a los Han.

Sin embargo, Eunji no había contado con que la devoción sería bidireccional y su hijo acabaría poniéndole por delante. Incluso en la empresa que le correspondía por derecho.

Muchas veces se preguntó si ese tipo de amor que tenían su hijo y el hijo de Seo Haeshin iba más allá de lo puramente platónico. Jisung perdonaba todo lo que el joven hacía, perdonó incluso que trabajase contra él, que fuese espía más que amigo.

El último y fatal fracaso había sido, precisamente, su fallido intento de deshacerse de Seo de una vez por todas. Cuando entró en aquella casa que había comprado con su dinero solo quería presionarlo. La pistola había sido una medida disuasoria. Pero las cosas nunca salen como uno quiere. Por eso Eunji había tenido que disparar, porque la maldita rata callejera que había trabajado para los Park estaba allí.

Si tenía que ser sincera, Eunji no quería matar a Minho. Le importaba poco el muchacho. Su objetivo era Seo. Y ese error era el que la tenía ahí, en una celda que compartía con otras tres reclusas inmundas que se reían de ella. Como si Eunji fuera algún tipo de broma.

Ahora que Park Dongyoon había caído a manos de su propio hermano, lo lógico hubiese sido que sus esperanzas de salir de aquel agujero hubieran desaparecido. Pero no era así. Mantenía viva la creencia de que sería salvada porque lo merecía, porque tenía que salir de allí para tomar el trono que por derecho debería estar ocupando.

Se bajó del camastro y salió de la habitación con la cabeza alta. Tenía en sus brazos sus útiles de higiene y un uniforme limpio que había sacado de la taquilla y se dirigía hacia el baño. A pesar de que estaba en la cárcel y que allí dentro todas eran iguales, Eunji había pagado por algunos favores.

Por ejemplo, tenía la posibilidad de asearse sola, sin tener miles de ojos a su alrededor y siempre en el primer turno, antes de que cualquier de las otras reclusas pisara las duchas. Así se aseguraba de que el suelo no estaba asquerosamente húmedo y que ninguna de esas desgraciadas se acercaba a ella.

Entró a las duchas y cerró por dentro. Dejó sobre el lavabo sus cosas y se desvistió.

Completamente desnuda, con las sandalias de plástico en los pies, entró al área de duchas y abrió el agua caliente. Dejó que cayera por su cabeza y cerró los ojos brevemente, disfrutando del único instante de tranquilidad que tenía en la prisión.

Llenó su pelo con la espuma de sus manos y frotó con brío. Se aclaró después de unos segundos su larga melena. Se puso una mascarilla que había conseguido de contrabando. Se ocupó de su cuerpo mientras el producto hacía efecto. En ese lugar inmundo, donde tenía lo mínimo, cualquier cosa era sinónimo de privilegio. Eunji sabía que, a pesar de todas las penurias, era una afortunada.

Estación de lluvias 3: INVIERNO | Minsung | Changlix | ChanminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora