20. Nombres

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🎶Banda sonora: Too sad to cry - Sasha Sloan🎶

Minho frenó delante de la casa mientras esperaba a que el muchacho entrase en el vehículo. Seungmin se sacudió el pelo cuando se dejó caer en el asiento y se puso el cinturón.

—¿Estás seguro de esto? —preguntó mirándole de soslayo sin arrancar todavía.

—Sí, estoy seguro. Vámonos ya, por favor... Antes de que me arrepienta.

Emprendió la marcha en un silencio sepulcral. Era incómodo estar alrededor de este Seungmin porque le recordaba extrañamente a sí mismo. O más bien, le recordaba a una persona que existió dentro de él durante tanto tiempo que casi olvidó quién era de verdad.

En ese instante, recorriendo las calles de Seúl, sintió que a su lado iban sentadas las sobras de lo que había sido Seungmin. Era como si solo quedase el olor a pólvora después de un espectáculo de fuegos artificiales.

Sin embargo, ahí estaban. Encerrados en la cabina del vehículo con el antiguo Seungmin cada vez más lejos, más pequeño.

Le había llamado esa mañana con una pregunta directa y sencilla: "¿Me acompañarías al cementerio?". Minho dijo que sí.

No necesitaba saber para qué iba al cementerio, porque sabía para qué iba. Lo sabía tan bien como lo había sabido de sí mismo. La lucha, el conflicto, el dolor, un perdón que tal vez nunca llegaría... Minho sentía todas esas cosas también.

O al menos las sintió en algún momento. Ahora mismo, en ese instante, sabiendo en su fuero interno que aquel hombre no se había suicidado, todo lo que sentía era miedo.

Estaba profundamente aterrorizado porque era más consciente que nunca de que I.N había sido asesinado. Pero Seungmin no lo era; seguía con la cabeza baja mirando al salpicadero del coche. Seguramente preguntándose qué le diría a ese nicho de mármol en el que estaban las cenizas del rey del infierno.

Probablemente Seungmin le diría que era un desgraciado, que era un hijo de puta egoísta, que le había abandonado a su suerte en un mundo que no conocía. Toda esa fuerza explosiva que siempre reventaba cuando hablaba con I.N se drenaría repentinamente cuando leyese aquella lápida en la que solo ponía la fecha de su muerte.

Dios santo, ni siquiera pusieron tu nombre. Fue una decisión lógica por parte de Bang, el tutor legal de los restos. Pero seguía sintiéndose como una patada en el estómago saber que un hombre como Yang Jeongin se perdería en el tiempo como un desconocido sin nada más que unos números impresos en su nicho.

¿Lo sabría Seungmin? ¿Sabría que el abogado había decidido no poner su nombre para proteger la tumba y a quienes la visitaban? ¿Sabría Seungmin que Chan, Minho y Felix eran las únicas personas que alguna vez le llevaron flores a esa tumba sin nombre?

De pronto no quiso que lo supiera, no quería que fuera consciente de que I.N ya no existía, que ahora no era más que un recuerdo. Igual que no quería que fuera consciente de que no se había colgado de una viga del comedor de la prisión.

Le estoy cuidando. Voy a cuidarle. Voy a protegerlos a todos, aunque no pudiese protegerte a ti.

¡Qué estúpida epifanía repentina! Había vivido más de una década a las órdenes de I.N como su guardaespaldas y le falló en el momento que más le necesitaba. El hijo de puta que había matado al rey del infierno no hubiera podido contra los dos. Nadie, ni siquiera Dongyoon, hubiese podido con los dos.

—¿Sabes dónde está? —preguntó Seungmin en voz baja cuando se acercaban al cementerio.

—¿No has venido nunca? —El chico negó con la cabeza suavemente sin mirarle—. Sí, sé dónde está.

Estación de lluvias 3: INVIERNO | Minsung | Changlix | ChanminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora