40. Perdón

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🎶Banda sonora: Biblical - Calum Scott🎶

Vació de un trago el vaso en sus manos y se sentó en el suelo, sobre la alfombra delante de su escritorio. Soonie maulló, acercándose. Sabía que no debía encerrarlo en el despacho, pero el de sus uñas era el único desastre que quería a su alrededor.

Sintió frío en sus pies descalzos y se debatió durante unos segundos sobre la posibilidad de subir a ponerse unos calcetines, pero el animalillo se tumbó junto a su vientre y decidió que no quería molestarlo.

—La casa está últimamente llena de gente, Soonie-ssi... ¿Crees que se ha terminado todo el dolor? —El gato lo miró con sus ojos enormes, como si le entendiera.

Agarró la botella y le dio un trago directamente, sin levantarse. No tendría que estar bebiendo, pero la visita de Boram, la de Seungmin y los otros cuatro hombres que dormían bajo su techo eran demasiado. Jisung intentaba ser fuerte porque sabía que todo alrededor se estaba en ruinas. Todo el mundo estaba destrozado. Él mismo estaba hecho trizas.

Tuvo fe y deseó con fuerza que Seungmin y Soobin volvieran a casa. Dijo con la boca llena que los encontraría porque no cabía otra posibilidad. Porque no quería que nadie pensara que sería distinto. Quiso salvarlos. Quiso, de corazón, ayudar a la familia Choi. Igual que quería cuidar del delicado estado mental de Chan.

Lo que nunca había querido había sido matar a un hombre.

No se arrepentía de haberlo hecho, pero quizá debió apuntar a otro lugar. Quizá debió abatirlo y no matarlo. En aquel momento, con la sangre de Changbin corriendo por su cuello y aquellas palabras de desprecio saliendo de la boca del asesino, no lo pensó.

Volvió a acariciar el cuerpo rechoncho del gato y pegándolo un poco más a su vientre, como un ancla para calmar esa vorágine de ansiedad que le presionaba el pecho. Le invadieron la intranquilidad y los pensamientos catastróficos. Tal vez Sonnie se fuera pronto. Era inevitable que todos esos imbéciles que se comían su comida y se tumbaban en sus sofás se marchasen en algún momento.

—¿Crees que Minho se marchará también, Soonie?

¿Quién iba a arreglar el jardín si Minho se marchaba? ¿Quién iba a apartarlo del mueble bar? ¿Quién iba a besarlo por la noche? ¿Quién le robaría la taza de café por la mañana? ¿Quién me abrazará cuando tenga pesadillas?

—¿Crees que Minho se marchará porque maté a un hombre? ¿Crees que Changbin se alejará de mí porque no le di la oportunidad de conocer a su hermano de verdad? —El gato ronroneó y cerró los ojos calmado.

Alguien llamó a la puerta. Cerró también los párpados y trató de respirar hondo para deshacer el nudo de su estómaco. Quiso dar otro trago de la botella junto a él, pero sabía que vomitaría si seguía bebiendo. 

Escuchó el picaporte abriéndose y permaneció en el mismo sitio. Soonie se escapó del espacio junto a su estómago. Unos dedos le acariciaron en silencio. Miró a Minho en cuclillas ante él, acababa de ducharse y todavía tenía el cabello húmedo.

—¿Puedo secarte el pelo? —preguntó en voz baja y él asintió, brindándole una mano para que se levantara de la alfombra.

Se sintió mareado mientras salía del estudio y subía las escaleras sin soltarle. Entraron al dormitorio principal que compartían y Minho lo sentó en el borde de la cama. Desapareció unos segundos después para volver con el secador, lo enchufó junto a la lámpara y se colocó en el suelo entre sus piernas.

Encendió el aparato, con el ruido diluyendo un poco aquel silencio pesado instalado entre ellos. Sus dedos se enredaron en las hebras suaves, con el familiar aroma llegando a sus fosas nasales.

Estación de lluvias 3: INVIERNO | Minsung | Changlix | ChanminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora