38. Boram

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🎶Banda sonora: To build a home - The Cinematic Orchesta 🎶

Boram Neri había estado toda su vida en la sombra. Primero, bajo la de su familia y su ancestral cultura, relegada a ser un adorno bonito, una sonrisa amable, una anfitriona silenciosa. Después, bajo la persecución de los secretos, los kilómetros de distancia y el abandono.

Rammie había tenido el tiempo suficiente para llorar, arrepentirse, gritar, enfadarse. Tuvo tiempo para sanar, casarse, vivir una vida injustamente feliz; también trabajó, creció, se convirtió en una implacable agente de la Interpol, ascendió.

En ese momento, eones después de haber sido todas esas cosas, se acercaba a la garita donde el guardia de seguridad controlaba pobremente las entradas a la urbanización. La miró durante unos segundos y ella estuvo a punto de sacar la placa para recordarle quién era. No lo necesitó. La valla se levantó con un asentimiento del señor.

Se encaminó al escondite del que su hijo no quería salir, al agujero donde ella lo había empujado a ocultarse.

Changbin no quería hablar con ella y no lo podía culpar. Joder, ni siquiera ella misma quería estar en su piel. Su pecho lloraba la memoria del hijo perdido al que no había podido amar mientras lidiaba con la culpa de haber engañado a su gordito.

La casa de su hijo estaba vacía, ni siquiera se molestó en parar. Las cintas amarillas de la policía enturbiaban el espacio hermoso. 

Aparcó frente a la que ahora era la verdadera mansión Han. No aquel lugar donde Kibum mantuvo retenidos a los dos niños, no el sitio que Eunji utilizó para aterrorizarla tantas veces. La que tenía ante ella era la casa de Jisung, el asesino de su hijo, el salvador de sus hijos.

Llamó al timbre con la mano temblorosa y se echó el pelo hacia atrás deseando haber llevado una cola de caballo como solía hacer. Alguien abrió sin preguntar y ella simplemente atravesó el jardín hasta la puerta de madera grande al final de aquel camino empedrado.

Gio, te necesito, rogó al viento.

Felix abrió la puerta y la miró con el ceño fruncido cargado de reproches. Se lo tenía merecido, se merecía que el chico salvaje la odiara. Su yerno apretó los labios y Rammie pensó que si ella fuera un hombre, la hubiera golpeado.

—Espere aquí, iré a preguntarle si quiere hablar con usted. —Se dio la vuelta y se marchó, escaleras arriba.

Boram miró a su alrededor, al enorme salón recibidor decorado al detalle y al pasillo que dirigía al resto de dependencias de la casa. No se parecía a la mansión de Eunji ni a la de su hermano o sus padres, pero se sintió un poco igual: diminuta y ensombrecida.

Escuchó puertas abriéndose y cerrándose. Miró un segundo a la cristalera que daba al jardín y vio, al otro lado, a Minho observándola como un fantasma. Llevaba un pantalón vaquero y una camiseta blanca de tirantes y en sus manos cargaba una caja con herramientas de jardín. Se percató de que tenía la ropa sucia y las manos también. Ninguno se movió aunque sí lo hizo el perro alrededor de los pies del hombre.

Oyó el clic de una cerradura cerca y desvió sus pupilas a la primera puerta de aquel pasillo, dos gatos salieron corriendo de la habitación sin prestarle atención. Un segundo después se encontró con los ojos redondos de Han. Su pecho se apretó y ambos retrocedieron un poco, impactados por el encuentro.

Vio los dedos de su mano rodeando el picaporte y su vista frenética buscando algo por todas partes. Mejor dicho, a alguien. Boram sabía que estaba buscando a Minho y que, desde su ángulo, no podía verlo. Estuvo a punto de decirle que estaba en el jardín, que no se preocupara, que estaba vigilando, como había hecho durante mucho tiempo.

Estación de lluvias 3: INVIERNO | Minsung | Changlix | ChanminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora