☆ Capítulo 3: Mismo mecanismo ☆

328 52 13
                                    


POV Lucía

Aterrizamos en Abu Dhabi después de diez horas de vuelo. Mi cuerpo se sentía exhausto después de casi veinte horas en un avión en menos de dos días. Apenas y había pisado a Mónaco y tuve que volver a subir a un avión. Pero valía la pena totalmente porque Max estaba bien. Él se había despertado finalmente. Ya deseaba verlo, tocarlo y decirle todas aquellas cosas que ahora sí sería capaz de decirle libremente.

—Pronto estaremos ahí— me miró Lando tratando de tranquilizarme. Estaba muy inquieta jugando con una pulsera ya de camino al hospital.

Al llegar, ni siquiera esperé a que el piloto terminara de bajarse y salí de él, dejándolo riendo en el auto por mi desesperación. Ni siquiera me había percatado de que mi teléfono había empezado a sonar.

No esperé el ascensor llegar porque eran segundos valiosos y subí por las escaleras casi conteniendo el aire. Al llegar al séptimo piso, estaba casi sin aire. La primera que vi fue a Victoria. Ella hizo una expresión extraña al verme. No le tomé importancia y solo le di una leve mirada en forma de saludo para después seguir corriendo hacia la habitación de Max.

Al ingresar, vi su cama vacía y ordenada. Mi corazón se paralizó por unos segundos pensando lo peor, hasta que la voz de la hermana del rubio me devolvió el aire.

— No le pasó nada— se apresuró en decir. — Él simplemente se fue. El idiota de mi hermano se fue sin decir nada.

Sus palabras hicieron eco en mi mente y mi cerebro no proceso correctamente aquello que había dicho. De repente me sentí débil. Quería pensar que era el efecto del sobreesfuerzo al que había sometido a mi cuerpo en las últimas veinticuatro horas con más de veinte horas de vuelo, aunque sabía que no era el principal motivo.

Lando quien acababa de llegar, me sostuvo del brazo al notarme ligeramente mareada.

— ¿Qué demonios pasó? ¿Dónde está? —preguntó observando la cama vacía también.

— Lo siento, Lucía —ignoró las preguntas de Lando. —­­­­­­­Intenté llamarte, pero estaban en pleno vuelo— añadió con lástima. —Llegué hace unas pocas horas y me encontré con lo mismo. Los doctores dicen que fue mi propio hermano el que, después de despertar y le hicieran los chequeos necesarios, solicitó su alta voluntaria y bajo su propio riesgo.

— ¿Eso es posible? Literalmente, acaba de salir del coma —preguntó Lando dudoso.

— Al parecer no, necesitaba una persona que firmara como apoderado responsable.

— Entonces — dije, soltándome de Lando y agradeciéndole con la mirada su ayuda. Ya me encontraba mejor o quería creerlo porque mi corazón no dejaba de doler.

— Mi padre la firmó — dijo negando Victoria. — Sabía que no era buena idea dejarlo con él.

No quería creerlo. Max no podía haberse ido así. Saqué mi celular rápidamente y marqué su número. Este ni siquiera timbro. Me dirigió de frente a la casilla de voz.

— También lo intenté — añadió Victoria al verme —. Al parecer, no quiere que nadie sepa dónde está. Solo me envío un mensaje diciendo que está bien y que se alejara por un tiempo de todo. Que necesita tiempo a solas.

— Es un imbécil—preguntó un enfadado, Lando. — Ni siquiera pensó en ti, como su familia o en Lucía. ¿En qué está pensando?

— Quizás él solo necesita tiempo a solas — dije tratando de razonar.

Es lo que quiero creer, porque yo tenía el mismo mecanismo para evadir mis problemas. Huir sin pensar en nada. Sería muy hipócrita juzgarlo. Sin embargo, no dejaba de ser doloroso. Tenía la ilusión de verlo despertar y abrazarlo. Ahora no solo me había perdido ese momento, sino que también no lo vería quién sabe hasta cuándo. Sabía que Max, aún seguía creyendo que Charles y yo éramos pareja y quizás era el principal motivo por el que huyó. Además del supuesto compromiso.

Rewrite The Stars  (LIBRO 2) [MAX VERSTAPPEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora