†El Bosque De Las Desgracias†

† capítulo 12 †

Solo iba a hacerle un poco de compañía luego de haberlo visto llorar por no querer que esté se fuese.

Por alguna razón escucho sus llantos y palabras inentendibles, por alguna razón cedió a dejarlo dormir en sus brazos, por alguna razón se sintió aliviado al dejar de escucharlo llorar, por alguna razón sintió paz al verlo cerrar los ojos y respirar lento, por alguna razon se acomodo junto a el y lo abrazo aun con su rechazo al contacto fisico, por alguna razon se sintió relajado al sentir el cuerpo ajeno contra el suyo, por alguna razón le gusto oír el latido del corazón del rubio

Todo Haci hasta quedarse dormido una vez más con su querido vecino

[...]

-no...no, porfavor...no me lastimes...-forcejeaba en movimientos débiles del agarre de la mujer que hacia frente a el que lo tomaba fuertemente del menton mientas con la otra mano se aproximaba a desabotonar su camisa haciendo el rubio entrara en panico y en un movimiento desesperado tratando de liberarse y escapar de la situación sin darse cuenta gritó apretando los ojos con fuerza- ¡Suéltame!

-Lucifer, despierta!

Se despertó de golpe con la respiración agitada y con lágrimas en los ojos, volteo rápido hacia el hombre que lo miraba preocupado y confundido.
Trato de hablar pero su voz no salía y en cambio provocando que su labio temblara y en sus ojos se reemplazarán las lágrimas haciendo que las antiguas bajarán por sus rosadas mejillas y cayeran en las sábanas.
Cerro los ojos con fuerza y agradeció que solo fuera una pesadilla, abrió los ojos y trato de fingir una sonrisa que en lugar de eso esbozo una mueca que preocupo aún más al castaño.

Curvo las cejas- Luci... perdóname, no quería gritar -cerro los ojos quedando se haci momento hasta que los abrió y miro como el rubio estaba estático mientras su labio inferior temblaba

Alastor se dió cuenta que Lucifer había reaccionado cuando apretó la boca creando una línea
Perfecta y se bajara de la cama.

-no tienes porque disculparte, tu no estás acostumbrado a esto y en realidad soy yo quien te debe una disculpa -se puso sus zapatos y camino hacia su armario abriéndolo y comenzando a buscar sus prendas

-ya se lo que me dirás y ya te lo eh dicho, fui yo el que se aferro a no separarse de tí -decia mientras lo miraba atento

-y sigo pensando lo mismo, la verdad te agradezco por querer conocerme y...no separarte de mi, sin embargo no quiero que quieras el desastre que soy y caías conmigo...-su voz fue decayendo con cada palabra

-ese ya será me problema y yo ya lo decidí no me importa, si se que tienes problemas pero yo me lo decidí y no me retractare

-bien, ehm...¿Me permites? Tengo que darme una ducha

-claro cariño de todos modos me tengo que ir, ya sabes mi trabajo y esas cosas

-cierto, hasta luego entonces

-si, solamente te digo que en la tarde vendré a tratar de ayudarte a dormir, hasta luego

El castaño salio de la habitación y desapareció de la vista del rubio.
Arqueo una ceja tomando sus cosas y se dirigiendose al baño, no tardó mucho y cuando salió se vistió y arreglo su cabello que estaba bastante enredado.

Camino fuera y se dirigió a la habitación de su hija.
Tocó y la abrió dándose pasó y encontrándose con las pequeñas durmiendo plácidamente.

Las despertó y pidio que bajarán a desayunar.

[...]

La mañana fue normal ambas niñas fueron a la escuela y después de eso se irían a una nueva pijamada pero está vez sería en la casa de la otra niña.

Y de nuevo solo, vagando entre recuerdos de su infancia odiaba tener que saber que la relación que alguna vez tuvo con sus hermanos ya no existía y lo peor que todos estaban de lado de su padre, bueno, en realidad no todos pero que sin embargo igual los apoyo.

Su madre...

La mujer que murió cuando lo dió a luz, la razón por la cual su padre no lo quiso nunca y el porque sus hermanos lo despreciaban. Pero, en realidad no tenía la culpa, el lo eligió nacer y sin embargo eso sería lo mejor para todos.
Nunca hubiera tenido todos estos problemas ni traumas, odiaba recordar cada día lo miserable que era y que no podía hacer nada al respecto.

Todo se esfumó cuando se escuchó un ruido en la parte de arriba de su casa.

Subió las escaleras y abrió la puerta de su cuarto encontrándose con el pequeño aparato que reposaba en la una mesita de cristal, el mismo aparato que emitía estática.

Miro curioso, se acercó y la tomo entre sus manos retrocediendo con ella para sentarse en la cama.

Ladeó la cabeza intrigado, la dejó en la cama y se paró frente a ella cruzando los brazos y arqueando una ceja pensando que hacer, recordó que la tarde que compro el pequeño aparato veía con un manual de instrucciones para saber cómo usarlo.

Camino por el cuarto buscando con la mirada el manual o lo por lo menos la caja, se paró frente a su tocador y busco un uno de los cajones del lado derecho. Lo encontró el pequeño papel doblado, lo extendió y leyó mientras realizaba cada paso en el objeto que desde el principio no había parado de sonar aquella estática.

Y lo último, apretó un pequeño botón y comenzó a reproducir música jazz. La coloco nuevamente en la mesa y la escucho atentamente, Haci estuvo por unos minutos para después escuchar una voz proveniente de está. Esa voz, la reconocería en cualquier lado y no se equivocaba, era Alastor aquel hombre que habia consolado su llanto la noche anterior.

Lamentaba la primera impresión que tuvo con ese hombre y mucho menos el trato que acostumbraba, odiaba tener en cuenta que fue un error el haberse encontrado a Alastor y lo sabía porque en el poco tiempo que tuvo para conocerlo se percató de varios aspectos a considerar que fueron útiles para descubrir lo necesario, a su parecer no era alguien malo simplemente incomprendido.

Agradecía con cada mínima parte de su ser haberlo conocido y no dejarlo ir aquella noche.

Después de acostarse y quedarse en su seción de pensamientos sin darse cuenta sus ojos se cerraron poco a poco hasta quedar completamente dormido.

[...]

Después de su terminar su transmisión de radio se sacó los audífonos, apagó su equipo y se paró acomodando su traje para comenzar a caminar a la salida.

Ya no tenía nada más que terminar, todos sus pendientes habían sido resueltos y lo único que faltaba era regresar en la noche con Lucifer, ¿dejaria pasar la oportunidad?
...
Porsupuesto que no.

Detuvo su caminata las luces de apagaron por un segundo y aquel hombre que alguna vez estuvo desapareció sin dejar rastro, en lugar de eso una risa sadica resonó por los adentros.

[...]