casual

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...


Max se siente un poco ridículo cuando suspira aliviado al ver a su hermano finalmente desaparecer del lado de Charles, no es del tipo celoso, no con amoríos pasajeros, pero el monegasco es un caso aparte. Sobra decir que se ha desconectado por completo de la conversación que se lleva a cabo a su alrededor.

Cuando finalmente decide levantarse y hacerle compañía al bonito secretario, una mano no bienvenida se desliza por su muslo y le obliga a desviar su mirada a quien se sienta a su lado.

Una pelirroja le sonríe coqueta, la ha visto antes, sin embargo ni siquiera recuerda que posición ocupa en su compañía. Intenta sonreír y ser amable aunque le irrita un poco la interrupción y es que en la distancia puede ver como Pierre arrastra a Charles lejos de su campo de visión.

"¿Se te perdió algo allí?" Señala a la mano que permanece pegada a su pierna.

"Oh, lamento la confianza, Max. No nos conocemos en persona, pero realmente esperaba poder presentarme durante estas vacaciones. Soy Jessica, gerente del equipo de ventas."

Max levanta sus cejas incrédulo al oír su nombre en un tono tan informal, por lo menos la joven es consciente de que se está pasando con la confianza, aunque es obvio pues su aliento apesta a alcohol y es un poco torpe al hablar.

"¿Y a qué se debe el placer?"

"Bueno, supongo que es normal que una mujer joven como yo se presente a un hombre apuesto como usted, y ahora que veo que no hay un anillo en su dedo, esperaba que pudiéramos compartir una copa."

Descarada, piensa Max y sin disimulo alguno toma la mano ajena y la aleja de él, ignora el disgusto de la chica por su acción.

"Jessica, que no haya anillo no significa que esté disponible." Y aunque el rubio cree que su mensaje es claro, se sorprende al ver que la chica solo se inclina e invade más su espacio.

"Tal vez no, pero sí significa que no habrá papeleo de por medio. He escuchado que eres un... mujeriego, sin ofender, y creo que alguien como yo podría cambiar eso."

Max niega ante el descaro de la mujer, a pesar de ser hermosa, sus intenciones no son mejores que las de cualquier persona con la que se ha acostado antes, y sinceramente, no esta de ánimo para despilfarrar su dinero esta noche, no en alguien que no sea el monegasco que sus ojos buscan involuntariamente.

"Si soy un mujeriego o no, no es un tema que se deba de estar discutiendo entre mis empleados. Deberías buscarte otro idiota que te gaste una botella esta noche, yo ya estoy ocupado."

Sin más, el rubio se levanta, dejando allí a la malhumorada y ofendida mujer.


...


"Te ves genial esta noche." Pronuncia Pierre en una combinación graciosa de francés e inglés que saca una risa del monegasco.

"Si lo escucho una vez más esta noche, comenzaré a creérmelo."

Charles está siendo modesto, sabe que se ve bien, se aseguró de ello mientras se alistaba en su habitación. A diferencia de la noche anterior, su cuerpo permanece seco y cubierto por sus shorts y una camisa blanca sencilla que cubre su torso, o parte de él pues los botones desabrochados permiten ver su pecho, la joyería y su cabello perfectamente estilizado le hacen ver fresco bajo la luz de la luna y como en su mano solo lleva su primer trago de la noche, aún se ve tan arreglado como al iniciar la noche.

"Pues créetelo porque te ves muy bien." El francés alarga exageradamente la u en ese "muy" haciendo reír al menor. "Pero, no pude evitar notar que no pasaste por la habitación en todo el día y tus maletas ya no están ahí, ¿algo que quieras confesar, Leclerc?"

Charles sonríe nervioso y le da un sorbo a su bebida antes de responder. "Puede que haya sido promovido a una suite, pero es una tontería, no lo pedí, puedes pasar la noche allí si deseas, las vistas son increíbles."

"¿Y se puede saber a quién le debes tal ascenso?" La mirada acusadora de Pierre recibe como respuesta un suspiro falso de molestia de parte del menor.

Antes de que Charles pueda responder la pregunta, una presencia atrás suyo le interrumpe y el aroma de una colonia conocida le roba el aliento.

"La misma pregunta me hago, Señor Leclerc, sabe que los empleados no deberían recibir privilegios por parte de los directivos." La voz de Max paraliza a ambos presentes, y aunque claramente bromea, Pierre se hace un favor a sí mismo y tras asentir en forma de saludo a su jefe, escapa de la escena.

"Lo sé, pero sería de mala educación rechazar un regalo." Charles sonríe malicioso mientras se da la vuelta y enfrenta esos ojos azules que lo han observado durante toda la noche. "No volverá a pasar, Señor Verstappen, tengo una reputación que mantener."

Max sonríe, definitivamente le gustan más este tipo de descarados. Sus ojos se pasean por la multitud, todos parecen entretenidos en su propio mundo y la ruidosa música les permite tener un poco de privacidad.

"Creo que no hace falta decirlo de nuevo, pero te ves muy bien y realmente estoy resistiendo las ganas de desvestirte aquí mismo."

Charles no tiene una respuesta a eso, nunca antes había sentido un deseo tan agudo de encerrarse en una habitación con una persona para toda la vida. Ambos hombres se envuelven en su propio mundo, una batalla de miradas coquetas que dicen más que mil palabras y aunque se hacen los tontos, una sensación de cosquillas se posa en ambos vientres.

"¡Charles!" Un grito a la distancia interrumpe el momento y Max planea quejarse pero la risita de Charles le agita el corazón.

A unos metros el resto de empleados comienzan a ocupar la piscina y llaman alegres a quien probablemente es el mejor nadador entre ellos.

"Parece que no tendrás que esperar mucho más." Murmura sonriente el menor mientras deja a un lado su copa casi vacía y comienza a deshacerse de sus prendas. "¿Me acompañas?"

Y, maldición, Max no puede negarle nada a esos ojitos de venado.


...


La mañana siguiente trae consigo la triste realidad de tener que volver al trabajo, y una vez más, Charles abre sus ojos para darse cuenta de que no se encuentra en su habitación sino durmiendo sobre el pecho del hombre que le gusta.

El silencio en el que solo se puede percibir la respiración lenta y pesada del mayor, le invita a perderse en sus pensamientos, por ello su corazón brinca en su lugar cuando siente suaves caricias en su cabello y levanta su mirada para encontrarse con una bonita y perezosa sonrisa.

"Aún es temprano para ese puchero, ¿no quieres irte aún?" La voz áspera de Max acelera el corazón del monegasco.

La mano de Max se ubica en una de las mejillas del menor y su pulgar acaricia el abultado labio inferior que pronto se convierte en una sonrisa melancólica, el pecho del mayor se siente raro cuando Charles cierra sus ojos y disfruta las caricias como si fueran una necesidad.

"Hm, extrañaré esto pronto." Charles murmura, Max comprende que se refiere a su hogar, por lo que no espera las siguientes palabras que dejan los labios ajenos. "Si esto continúa, necesitamos poner límites, Max, para que ninguno de los dos salga lastimado."

Charles tiene razón. El problema es que, por primera vez en mucho tiempo, lo último que desea Max son límites. Quiere pertenecer completamente al bonito secretario de su hermano y aunque desee negarlo, "casual" no es la palabra que usaría para describir su relación...


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You Can Be The Boss - LestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora