17. Lágrimas de sangre

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Nada sería como en el pasado.

Jungkook parecía no tenerlo claro, pero Taehyung sí. La realidad se cernía sobre ellos más cruda y brutal que nunca, y él sabía que la única ventaja que poseía era su astucia. Así que, a pesar de sus verdaderos deseos de escapar, le hizo creer a Jungkook que, eventualmente, estaría a su lado.

El rey, embriagado por la euforia y la alegría, mandó a preparar un festín de platillos para Taehyung, elaborados con esmero y diseñados para humanos, no con restos de otros. Al principio, Taehyung dudó en probar bocado; el peso de la misión lo oprimía, y había pasado un día entero en el castillo sin comer. Sin embargo, sabía que necesitaba fuerzas para ejecutar su plan. Así que, con resignación, se sentó a la mesa y comenzó a comer bajo la atenta mirada de Jungkook, quien, lleno de entusiasmo, se ofreció a mostrarle el castillo al terminar. Pero justo en ese momento, Yugyeom apareció con sus ojos llenos de desconfianza.

Con un suspiro de alivio, Taehyung se libró de la compañía del rey por unas horas. Un sirviente lo condujo a una habitación más acorde con su nuevo estatus, aunque las cadenas seguían atadas a sus muñecas; Jungkook no confiaba plenamente en él.

Era lo más sensato que podía hacer.

Una vez solo, la determinación lo impulsó hacia los calabozos profundos. Todavía no habían guardias en su puerta, así que tomaría ventaja.

Recordaba cada giro y cada escalón del camino. El tintineo de las cadenas resonaba en la penumbra, y sabía que debía apresurarse; cualquier guardia podría escucharle.

Aun así, si lograba escapar, sería un acto suicida. La magia en las cadenas lo estrangularía antes de que pudiera poner un pie fuera de las puertas del castillo. Por ahora, se conformaría con visitar a Hoseok y brindarle un aliento de libertad.

—Hoseok... —Su voz resonó en la oscuridad.

El chico tenía la cabeza gacha, su semblante demacrado y cansado no le dio buena señal a Taehyung.

—¡Hoseok! —gritó con más fuerza, su corazón apretándose al ver la fragilidad de su amigo.

Finalmente, Hoseok levantó la cabeza lentamente, como si cada movimiento le costara un esfuerzo titánico. Sus labios estaban partidos y resecos, un reflejo del sufrimiento que había soportado.

—Oh, nuestro guerrero de hierro —murmuró Hoseok con una voz quebrada.

—¿Puedes ponerte en pie? —preguntó Taehyung.

La preocupación le invadió el pecho.

—¿Pies? —Hoseok se miró confundido, la fiebre nublando su mente—. ¿Todavía tengo pies?

—Mierda, esto es grave —Taehyung recostó la frente contra los fríos barrotes de la mazmorras, sintiendo el desasosiego apoderarse de él—. Escúchame, voy a regresar ahora. Los guardias de Jungkook pueden sospechar si no me encuentran, pero volveré. Te lo juro.

Hoseok tosió débilmente, su cuerpo parecía más una sombra que un ser humano. Estaba más que débil; casi famélico.

—Voy a convencer al rey para que te saque de esta pocilga y un médico te atienda —prometió Taehyung con firmeza.

—Pero estoy bien —replicó Hoseok, aunque su voz traicionaba su estado.

<<No lo estás>>.

—No debí dejarte solo —se reprochó Taehyung, sintiendo el peso del remordimiento aplastarlo.

—¿Podré ver a mis padres de nuevo, Taehyung? —preguntó Hoseok de repente con una tristeza palpable en su mirada.

El último guardián vampiro ⟡ TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora