01. Luna sangrienta

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La luna era un círculo rojo que se levantaba en lo alto del cielo. Aunque las nubes alrededor la tapaban por momentos, ella volvía a tragar todo con su sangriento manto.

Silencio.

Un inquietante y denso silencio había reinado en aquel pequeño pueblo. Las viviendas, o las ruinas que quedaban de algunas, se hallaban desalojadas. Las paredes y pisos se encontraban llenas de cierto líquido oscuro que se deslizaba en riachuelos hasta lo más profundo del bosque aledaño.

El tintineo de los columpios infantiles ahora era un rechinar maldito, los talismanes volaban con el viento; ni siquiera los amuletos más poderosos pudieron salvar a aquella villa de su fatídico final.

Pero sus diminutos pasos fácilmente se podían confundir con susurros quiméricos.

Las ramas secas de los árboles creaban sombras que se retorcían mientras el viento las seguía meciendo. El olor de la podredumbre y la muerte impregnaban el ambiente y varios kilómetros de distancia.

El niño que lloraba mirando lo que quedaba de su antiguo hogar, apenas tenía fuerzas en las piernas para continuar avanzando, pero tenía que salir de allí. Sus abuelos antes de esconderlo en el sótano se lo hicieron prometer.

<<¡Cuando todo acabe, corre lejos, Taehyung! ¡Nunca dejes de correr!>>

Aunque tenía 12 años, sabía que no aguantaría mucho a la intemperie. No llevaba comida ni agua consigo, y el frío del otoño pronto se le incrustaría hasta el alma. Tal vez esa muerte sería más justa que sufrir siendo devorado por los colmillos de esas bestias.

Cuando los monstruos llegaban, solo podías aguardar tu muerte con una sonrisa en el rostro.

Era inevitable y Taehyung lo entendió.

Pero como una mala jugada del destino, Taehyung se encontró de frente a una de esas bestias.

Rápidamente, su primer reflejo fue el de esconderse, aunque eso no serviría de nada. Todos sabían que la velocidad que poseían esas criaturas era descomunal e inhumana. En un pestañeo, estaría bajo sus garras y su carne sería triturada en lo que abría la boca para gritar. Así que se mantuvo con los pies sujetos a la tierra lodosa y apretó los ojos.

Quizás era tiempo de regresar con sus abuelos.

Una sonrisa pequeña iluminó su rostro.

Sí, quería verlos.

Y, aunque estuvo listo, Taehyung no se esperaba que esa bestia con pelo negro y piel pálida se arrastrara hacia él.

El niño asustado, entendió que ella no tenía intenciones de comérselo y eso lo confundió aún más.

La criatura tenía un corte en el muslo del cual estaba brotando mucha sangre. Entre sus brazos apretaba un diminuto bulto y mientras se lo tendía a Taehyung, lágrimas bajaban de sus ojos.

—Por favor... quédate con él.

Taehyung mostró resistencia al principio, pero ver a ese monstruo llorar lo desestabilizó por completo. ¿Los monstruos tenían la capacidad de derramar lágrimas?

Tomando lo que le ofrecía, Taehyung notó que era un bebé. Sus ojos se abrieron mucho mientras pasaban de uno al otro.

—Es... es un niño.

—Su nombre es Jungkook. —La mujer tosió y gotas oscuras de sangre le mancharon la cara—. Sé que somos el enemigo y que nos odias... pero él no tiene la culpa de mis acciones. Por eso te pido que lo cuides, por favor.

—Pero yo también soy un niño, no vamos a sobrevivir los dos solos.

La criatura se recostó contra el tronco de un árbol, a cada segundo lucía más demacrada.

—Detrás del bosque hay un lago, cerca encontrarás una cueva. Ahí pueden refugiarse por un tiempo, por lo menos hasta la próxima luna de sangre. Si lo llevas a él contigo, las bestias no los encontrarán.

Taehyung sabía que no debía confiar en ella, pero sintió que no mentía.

—Y-yo... ¡lo cuidaré! —dijo con decisión.

Ella se sorprendió, pero luego le sonrió dulcemente mientras miraba al bebé entre sus brazos. Adelantó la mano como si quisiera tocarlo por última vez, aunque un aullido a la distancia la puso en alerta.

—Vete ahora, no queda mucho tiempo antes de que ellos regresen por mí.

—Pero...

—Confía en tu instinto, sé que lo harás bien. —Ella se quitó un colgante del cuello y se lo tendió al niño— Dale esto a Jungkook cuando sea lo suficiente maduro para entenderlo. ¡Ahora corre y no mires atrás!

Taehyung se adentró en el bosque, la oscuridad lo envolvía como un manto pesado, pero su corazón latía con una mezcla de miedo y determinación. Cada paso que daba resonaba en su mente, recordándole la urgencia de su misión. La mujer había confiado en él, y eso le daba fuerzas. Sabía que no podía fallar.

El colgante que llevaba en su mano brillaba tenuemente a la luz de la luna, un pequeño faro en medio de la penumbra. Era un símbolo de esperanza, un recordatorio de que su vida había cambiado para siempre. Jungkook, el bebé que llevaba en sus brazos, era más que un simple niño; era su razón para seguir adelante, su salvación en un mundo que parecía desmoronarse a su alrededor.

Mientras corría, los ecos de la pelea entre las bestias resonaban a lo lejos, un recordatorio de los peligros que acechaban en la oscuridad. Taehyung apretó los dientes, su instinto le decía que debía seguir adelante, que no podía detenerse ni por un instante. Cada vez que el miedo amenazaba con paralizarlo, miraba al pequeño Jungkook, su rostro inocente y sereno contrastando con el caos del mundo exterior. Era un ancla en medio de la tormenta.

El bosque parecía cobrar vida a su alrededor; las ramas crujían y las hojas susurraban secretos olvidados. Taehyung se movía con rapidez, esquivando raíces y arbustos espinosos, sintiendo el peso del bebé en sus brazos como una carga sagrada. Cada latido del corazón de Jungkook resonaba en su pecho, una melodía que lo guiaba hacia adelante.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, Taehyung llegó a un claro iluminado por la luna. El aire era más fresco aquí, y por un momento, sintió que la presión sobre sus hombros se aliviaba. Sin embargo, sabía que no podía relajarse aún. La mujer le había hablado de un refugio seguro más allá del bosque, un lugar donde podrían estar a salvo.

—Solo un poco más —murmuró para sí mismo, mirando al pequeño Jungkook que dormía plácidamente en sus brazos.

Con renovada determinación, Taehyung continuó su camino. Cada paso lo acercaba a la seguridad, cada respiro le recordaba la misión que había aceptado. Tenía que proteger a Jungkook a toda costa. Era su deber, pero también su deseo más profundo. En ese niño veía una nueva vida, una nueva oportunidad para redimirse.

Mientras avanzaba, comenzó a pensar en lo que haría cuando finalmente llegaran al refugio. Se imaginó contándole historias a Jungkook sobre el mundo exterior, sobre los sueños y las esperanzas que aún podían florecer incluso en tiempos oscuros. Quería enseñarle a ser valiente, a confiar en su instinto como él había aprendido a hacerlo.

De repente, un ruido rompió el silencio del bosque. Un crujido detrás de él lo hizo girar rápidamente. Su corazón se aceleró mientras buscaba en la oscuridad cualquier señal de peligro. Pero no podía permitir que el miedo lo dominara. Con el colgante apretado en su mano y el bebé seguro en sus brazos, se preparó para enfrentar cualquier amenaza que pudiera surgir.

—No te preocupes, Jungkook —susurró—. Estoy aquí contigo. Siempre estaré aquí.

Y con esas palabras, Taehyung se adentró más en la oscuridad del bosque, decidido a cumplir con su misión y a forjar un nuevo futuro para ambos.

El último guardián vampiro ⟡ TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora