02. Convivencia

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Cuando Jungkook cumplió 1 año, Taehyung ya tenía 13 y todavía vivían en la cueva cercana al lago.

Para ser un adolescente casi sin estudios, Taehyung entendió que el organismo de Jungkook no era igual al de los humanos, por eso crecía tan rápido y su hambre se volvía más voraz con el pasar de los meses.

Jungkook se había convertido en un niño pequeño y vivaz que lo seguía a donde sea que fuera. No hablaba, pero sus pasos ya no eran tan sigilosos para Taehyung quien se había adaptado rápidamente a su presencia silenciosa.

Cazar no era de sus actividades favoritas, pero debía hacerlo si no quería morir de hambre en medio de aquel bosque inhabitable. Al principio no sabía muy bien qué debía darle a un bebé de meses, pero el día que llegó con un conejo muerto entre sus manos, Jungkook se pegó a la diminuta herida en el cuello del animal y drenó toda la sangre que contenía.

Para Taehyung todavía seguía siendo una imagen desagradable de presenciar.

Y era el recordatorio de que Jungkook no era el humano que se empeñaba en creer que era.

Quizás la raza humana se había extinguido después de todo y él era el único sobreviviente.

No es que ese pensamiento le generara algún tipo de consuelo, pero un niño y una bestia muy pronto se convertirían en una bestia y su presa.

Si vivía por un tiempo, quería cumplir su promesa. No importaba que Jungkook lo devorara tarde o temprano.

Un tirón a su ropa lo trajo de vuelta a la realidad. Taehyung miró al pelinegro, quien le mostraba una ardilla muerta entre sus diminutas manos. Disimuló una mueca con una sonrisa.

—Muy bien, Jungkook. Buena caza la de hoy.

El pequeño infló el pecho con orgullo y comenzó a seguir a Taehyung de regreso a la cueva.

Jungkook cada vez demostraba mejor cuál era su verdadera naturaleza, ¿así haría con Taehyung en el futuro? ¿Lo degollaría mientras dormía? ¿Se comería su cuello y guardaría las sobras para días posteriores?

—Con esta leña ya no pasaremos frío en la noche, así que no tendremos que dormir acurrucados. ¿No te gusta la idea?

Jungkook pasó por su lado y tiró sobre un cuenco la ardilla, después se arrinconó en una esquina mientras le daba la espalda.

Taehyung dejó los palos apilados y, suspirando, se acercó al pequeño pelinegro.

—¿Puedo sentarme a tu lado?

El niño se encogió de hombros con total indiferencia.

—Bien, no me siento entones.

Jungkook, al ver que Taehyung se alejaba, dio unas palmadas a su lado.

Taehyung suprimió una sonrisa y se sentó. Su alegría rápidamente se volvió preocupación al notar las diminutas lágrimas que tenía Jungkook en sus ojos negros.

—¿Jungkook, qué pasa?

Atrajo su mirada a la de él, evaluando qué podía estar mal. Sus mejillas regordetas tenían un leve sonrojo y sus cejas arqueadas le daban un aspecto afligido a su pequeño rostro. A Taehyung le conmovió la imagen.

—¿Te hiciste daño cuando cazabas?

El niño negó con un puchero lastimero.

—Entonces... —Alargó la pregunta con el corazón en la boca— ¿Te lastimé yo?

Jungkook asintió despacio y mirándolo con mucha intensidad. Sus ojos le recordaban a Taehyung los de esas bestias: carentes de vitalidad, siniestros; capaces de volverse negros por completo, como los de un auténtico demonio de la noche.

El último guardián vampiro ⟡ TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora