Olaya se encuentra al borde de un ataque de nervios. No deja de recordar lo que sucedió con el jefe de cirugía. Sus manos tiemblan y no puede evitar que le suden. Trata de convencerse de que el Center Hospital no es tan malo, pero sabe que no se trata de eso. La incertidumbre la está destrozando.
—Venga, Olaya, te van a despedir —se susurra al espejo, tratando de armarse de valor—. Bueno, el Center Hospital tampoco está tan mal.
Intenta convencerse, pero la idea de enfrentarse al jefe de cirugía la desquicia. ¿Qué demonios le pasa? De camino al hospital, su mente no deja de volver a la misma escena, al mismo detalle que la obsesiona: sus manos. Grandes, seguras, y tan... poderosas. “¡Joder! ¿Qué me pasa?”, piensa, frustrada consigo misma.
Al llegar a la salita de descanso, encuentra a sus compañeros y compañeras en plena ebullición. Todos hablan emocionados, y la tensión en el ambiente es palpable.
—¡Olaya! Ponte rápido las cosas, hoy es un gran día —le dice Anna, risueña.
—¿Por qué? —pregunta, temiendo que su despido se convierta en una especie de espectáculo público, como un flashmob.
—El Jefe de Cirugía va a realizar la operación del tumor bajo el esternón y la va a hacer a público abierto. ¡Tenemos 10 minutos! ¡Vamos!
Su corazón se acelera. Esa operación debería ser suya, ella había sugerido la mejor opción, la de menor riesgo. Pero, claro, el jefe siempre se lleva el mérito. Nerviosa y rabiosa, se pone la bata rápidamente y se dirige al quirófano con anfiteatro en la parte superior, donde se llevará a cabo la operación. Todo el equipo ya está en el quirófano, excepto el señor Laufeyson. Sus manos vuelven a sudar, pero entonces Elena, su amiga, se sienta a su lado y le da un leve apretón en el brazo.
—Respira hondo.
Y en ese momento, la puerta del quirófano se abre y entra él: el jefe de cirugía, el Señor Laufeyson. El ambiente en la sala cambia instantáneamente. Todo el mundo enmudece, expectante. Siente cómo su pecho se agita ante tanta elegancia y belleza. Trata de convencerse de que es solo la emoción de la operación.
Entonces, sus miradas se cruzan. Los ojos esmeralda y penetrantes del señor Laufeyson se clavan en los suyos, y el mundo parece detenerse. El aire se vuelve denso, casi irrespirable. Las palabras se le atascan en la garganta mientras siente un cosquilleo intenso que le recorre el cuerpo. Palpitaciones sensuales la invaden, un deseo que no había sentido antes y que la descoloca por completo.
Él no aparta la mirada, y en sus labios se dibuja una leve sonrisa que es a la vez seductora y desafiante. Todo en él es dominante, magnético, y Olaya siente que está siendo arrastrada hacia un abismo del que no quiere escapar. Las palabras que había preparado para defender su postura en el caso de que todo saliera mal se disuelven en su mente, y son reemplazadas por una sensación que la abruma.
El silencio en el anfiteatro es casi palpable cuando el señor Laufeyson se coloca en el centro del quirófano, irradiando una confianza y elegancia que captura la atención de todos los presentes. Su bata blanca impecable contrasta con su cabello oscuro perfectamente peinado hacia atrás, y sus ojos verdes destellan con una intensidad que hace que el aire parezca más denso.
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FanfictionA veces, un pequeño relato es capaz de hacerme sentir bien... ¿Por qué no compartirlo? Cada voto y comentario nos ayuda mucho. Escribir lleva tiempo, si lees y te gusta, por favor, deja reflejada tu aprobación. ENJOY 🥴🛐🤯