♥️Valentina 5♥️

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Jamás pensé que unos labios supieran besar tan bien. Me puse sobre él a horcajadas ansiosa de devorar su boca, un regalo de los Dioses.

—Si sigues besándome así terminaremos pronto. —susurró. Definitivamente estábamos demasiado excitados.

—Tenemos toda una eternidad, ¿Recuerdas? —dije mientras acariciaba las arruguitas de sus ojos.

—Cierto. —respondió haciendo gravitar mi placer. —Entonces sigue. —me lancé a sus labios con mucha sensualidad.

—Besas demasiado bien.

Dijo mientras dejaba infinitos besos por su cuello, largo y esbelto. Mi respuesta fue un claro mordisco en su mandíbula.

—No te tenía por una chica traviesa.

—En realidad no lo soy, pero me gustas demasiado y provocas en mí algo demasiado fuerte como para reprimirlo.

Su mirada verde esmeralda me penetró tan fuerte en la mía que sentí calor.

—No lo reprimas, preciosa.

Sus palabras me hicieron volar y jadeé.

—Eso es. —susurró para coger mis caderas y apretar contra su entrepierna. ¡Dios!

—Loki… —jadeé nuevamente para besarlo en un éxtasis fuera de lo normal. Mis manos agarraron su cabellera y una salvaje danza de besos, jadeos y gemidos inundaron la estancia.

En esa misma posición, y sin dejar espacio para el nuevo oxígeno, recuerdo sus fuertes manos agarrar mis muslos para levantarme y llevarme a la habitación. Una vez en ella, y para mí sorpresa me dejó caer sobre la cama.

—¡LOKI! —exclamé.

—Tengo algún año más que tú, las costumbres de tus ancestros noruegos eran más burdas que románticas, y, para tu suerte, el Dios que tienes justo delante, es una mezcla de lo mejor.

Unos segundos excitantes dejaron tensar más nuestro deseo.

—Desnúdate para mí. —que poder tenía con su voz.

—Hazlo tú.

La sorpresa de mi respuesta fue notable, pero en realidad tenía bastante pudor. Nunca me he sentido muy segura de mi cuerpo, y él era un Dios…

—Como desees. —creo que supo captar mi inseguridad, porque bajó su fiereza con unas caricias sobre mis rodillas. —Lo haré despacio, quiero disfrutar centímetro a centímetro de tí. —Ayyy Loki … Eres…

Sus manos recorrían despacio mis muslos, llegó al borde de mis leggins y muy despacio los bajó hasta sacarlos por completo. Se permitió un momento de observarme, después me miró feliz.

—No deberías sentirte mal con tu cuerpo. Eres una preciosidad. —algo dentro de mí se rompió y lloré demasiado como para seguir con eso.

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