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POV SUSAN
Acabé de redactar todas las cláusulas relacionadas con mi parte, obviamente sabía que todo lo que pusiera no servía para nada, con Loki nada escrito es una norma.
Estaba realmente atacada de los nervios, yo, Susan Jones, encerrada en una sala con dos hombres a los cuales me había follado. ¡Ohhh Dios!
Los minutos se hicieron eternos, sólo pasaban escenas de Robert golpeando a Loki y viceversa. De repente, escuche una puerta y mi cuerpo tensionado reaccionó de inmediato.
—¡Robert! ¿Dónde está el Señor Laufeyson? He actualizado mi parte. —dije enseñándole el contrato pero no me escuchó, sus ojos… Aquellos ojos los recordaba perfectamente, hacía años que esa mirada no me desnudaba tan salvajemente.
—Rob… ¿Estás bien?
Cerró la puerta con llave y dejó su espalda pegada a la madera de caoba.
—Perfectamente. —su tono de voz…
—¿Qué te pasa? —me acerqué a él despacio, con la esperanza de que hablara.
—No me había fijado en cómo se marcan tus caderas con ese vestido. Estás realmente espectacular. —pestañeé dos veces intentando digerir eso.
—Gracias cariño… —cogí su mano. —¿Dónde está el Señor Laufeyson? —temía lo peor.
—He cancelado el contrato.
—¿Cómo? Pero si hace unos minutos me decías que era vital para el negocio. ¿Por qué has hecho tal cosa?
No respondió, pero rápidamente me subió encima de la mesa haciendo un gran suspiro de sorpresa.
—Porque tú, eres mía. —me sentía algo confundida. Hacía años que Robert no era así conmigo. Su frente descansaba sobre la mía.
—No lo entiendo Robert. ¿Ha pasado algo? —tenía miedo de que Loki le hubiera dicho lo que había pasado.
—Hace seis intensos años, la última vez que estuve contigo en una fiesta a solas en una sala, acabó de la peor forma para ambos. —sus dientes apretados contrastaban con sus ojos vidriosos.
Cogí su cara para calmarlo. Aquella noche todo cambió para nosotros, pero fué nuestro punto de unión y ancla a lo que hoy tenemos.
—Que no haga contigo determinadas cosas no implica que no te desee. Al revés, no sabes las noches que te observo mientras te desnudas dando gracias por tener a la mujer más preciosa del mundo a mi lado. —nuestras respiraciones estaban agitadas, había demasiada tensión.
—Y tú no sabes los días en soledad sabiendo que jamás volverás a tocarme cómo años atrás. Soñando que un día vendrás para hacerme delirar y gritar tu nombre. —la rabia se apodera de mí, estoy enfada, demasiado tiempo guardando esto.
