En aquella noche, Valentina emergió del baño como una mariposa transformada. Su piel resplandecía con la huella del agua tibia, y su mente, en cambio, se debatía entre la realidad y la fantasía que la envolvía. Horas antes, compartía momentos tumultuosos con Eric, enfrentándose a la complejidad de sus sentimientos. Ahora, un ser divino, un dios que parecía esculpido por la perfección misma, se encontraba en su cocina preparando la cena.
La incredulidad se reflejaba en los ojos de Valentina mientras se preguntaba si aquello era real. La dualidad de emociones bailaba en su interior: la felicidad inundaba su ser, pero el temor asomaba tímidamente, como una sombra inquietante en el rincón de su mente. No obstante, eligió abrazar la felicidad, decidida a aprovechar la extraña coyuntura que la vida había dispuesto en su camino.
—¿Será Loki mi destino?— se preguntó Valentina, sintiendo cómo los latidos de su corazón se aceleraban. La incertidumbre flotaba en el aire, pero la joven decidió desafiarla, abrazando la idea de que aquel dios misterioso podría ser el hilo que tejía su destino.
Al salir del baño, Valentina optó por vestirse con naturalidad y comodidad. Un moño recogía su larga melena, dejando al descubierto un rostro radiante. Con un ligero toque de maquillaje, la joven se dispuso a enfrentar lo que la noche le deparaba, sin preocuparse por los formalismos. Ni siquiera hizo por calzarse unos zapatos, se aventuró al encuentro con su “Príncipe Azul”, aunque en este caso, sería un Príncipe Verde.
Cuando Valentina emergió del umbral de su cuarto, se encontró con un Loki que eclipsaba la realidad misma. Vestido con un impecable traje que realzaba cada línea de su figura, el dios exudaba un encanto magnético que desafiaba la lógica terrenal. Ambos quedaron momentáneamente atrapados en un silencio cargado de asombro y expectación.
Los ojos de Valentina, aún húmedos por la reciente ducha, se encontraron con los de Loki, cuyas miradas se entrelazaron en un instante que pareció detener el tiempo. El resplandor de la luz tenue en la habitación destacaba la figura de la joven, mientras que Loki, a su lado, irradiaba una presencia divina que llenaba el espacio.
Fue un momento de silenciosa contemplación antes de que Loki rompiera el hechizo con una sonrisa encantadora. —Valentina—, pronunció su nombre con una suavidad que hizo eco en la habitación. La joven, por su parte, respondió con un susurro apenas audible, —Loki—.
El dios, sorprendido por la belleza sencilla y la determinación de Valentina, no pudo evitar sentirse intrigado. —No esperaba encontrar a alguien como tú—, confesó, sus ojos verdes centelleaban con curiosidad. Valentina, aún procesando la surrealidad del momento, respondió con valentía: —Y yo no esperaba tener a un dios en mi cocina preparándome la cena—.
La risa musical de Loki resonó en la habitación. —La vida tiene maneras extrañas de sorprendernos—, comentó, acercándose con una gracia innata. Valentina, sin perder la compostura, se dejó llevar por la corriente de emociones que fluían entre ellos.
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Hayran KurguA veces, un pequeño relato es capaz de hacerme sentir bien... ¿Por qué no compartirlo? Cada voto y comentario nos ayuda mucho. Escribir lleva tiempo, si lees y te gusta, por favor, deja reflejada tu aprobación. ENJOY 🥴🛐🤯