EL JOTUN Y LA MASCOTA V

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Frek te miró con una ternura que contrastaba con la ferocidad anterior.

—No esperaba encontrar algo así en medio de Jotunheim. —susurró, acariciando suavemente tu cabello.

—Yo tampoco. Es todo tan frío aquí, pero... tú eres diferente, Frek.

Sonrió, y en sus ojos rojos brillaba una chispa de complicidad.

—Eres valiente y única, Alexandra. No eres como las demás. —confesó, acariciando tu mejilla.

—¿Las demás?

—No preguntes más de lo que puedo responder. —cerraste un poco los ojos queriendo leer algo entre aquellos iris carmesí.

Mientras el viento aullaba fuera, dentro reinaba una calma que solo la complicidad entre dos seres de mundos distintos podía crear.

—Nunca imaginé que alguien de tu especie pudiera ser tan... humano. —comentaste, asombrada por la vulnerabilidad que Frek estaba dispuesto a mostrar.

—A veces, la verdadera fortaleza reside en la capacidad de ser vulnerable. —respondió, mirándote con sinceridad. Se acercó a una pequeña estantería y sacó un objeto envuelto en tela.

—Esto es para ti. Un regalo de agradecimiento por confiar en mí y por compartir este momento especial. —dijo, ofreciéndote el paquete.

Al desenvolverlo, descubriste un colgante con un cristal centelleante. La luz danzaba en sus múltiples facetas, creando destellos que reflejaban la magia de Jotunheim.

—Es hermoso. ¿Qué representa? —preguntaste, sosteniendo el colgante entre tus dedos.

—Es un símbolo de protección y conexión. Que siempre lleves contigo un pedazo de Jotunheim, donde quiera que vayas. —explicó con una mirada llena de significado.

—Frek… no tengo palabras. —emocionada limpiaste tus lágrimas.

—No tienes que decir nada… —a pesar del grave de su voz, te estaba rompiendo por dentro. Sin pensarlo dos veces, te fundiste en un cariñoso abrazo con él.

—¿Cómo tienes las heridas? —preguntaste al tacto con ellas.

—¿Ahora te preocupas? Hace un rato ni te habías percatado. —te sonrojaste. —Están curadas por completo, tranquila. —besó tu frente mientras cogía su capa.

—Unas horas y pareces nuevo… ¡Menuda capacidad de regeneración! Debería estudiarte. —dijiste intrigada por tal cuestión.

—Estudiame cuánto desees. —tus mejillas nuevamente se tornaron rojas. —Debo irme a Palacio.

—No me dejes sola, por favor.

—No te pasará nada, confía en mí. Volveré antes pueda.

A pesar de tus súplicas, Frek insistió en regresar a Palacio. Te abrazaste a él con fuerza, temerosa de las consecuencias que podrían seguir. En el umbral de la cabaña, te aseguró con una mirada profunda.

—No temas. Enfrentaré lo que sea necesario para protegerte. —declaró con determinación antes de desaparecer.

Quedaste sola en la cabaña, sumida en una mezcla de emociones. El temor por su seguridad te carcomía. Para distraerte, decidiste explorar las estanterías que rodeaban la pequeña cabaña.

Entre polvorientos pergaminos y antiguos tomos, encontraste un libro que parecía destacar. Al abrirlo, descubriste que era un registro detallado de historias y leyendas de Jotunheim. Mientras ojeabas las páginas, te topaste con relatos de antiguos héroes y eventos que moldearon el destino de este reino gélido.

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