|Capítulo10|

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Salgo de mi habitación siguiendo la voz de mis familiares. Al llegar a la sala de estar, me encuentro con mi padre, mi madrastra y mi hermanastro, además de mi hermanita, que está llegando al lugar junto conmigo.

—¡Venga ya! —se queja Leroy mientras se sienta en uno de los sofás, visiblemente enfadado.

—¡Holis! —saludo, sentándome cerca suyo, esperando enterarme de algo interesante.

Mi objetivo era pedir permiso para mañana, pero no lo hago de inmediato. Me quedo en silencio un rato, escuchando la plática de los demás. La conversación es aburrida e insignificante, al punto que tengo que esforzarme para entretenerme con mis propios pensamientos.

—¿Zoe, cariño, cómo te fue en la escuela hoy? —me pregunta Diana con una sonrisa cálida.

—Bien... todo muy bien. De hecho, los chicos están planeando quedar este fin de semana.

Diana es mucho más comprensiva en temas de salir de fiesta, quizás por su juventud y modernidad, a diferencia de mi padre. Así que me encargo de observarla con ojos de león marino bebé, intentando ganarme su apoyo.

—¡¿Ohh, tus nuevos amigos?! —ella sonríe ante lo que digo, mientras mi padre la observa con curiosidad— Es que hace unos días Zoe y yo estuvimos hablando y me contó sobre un grupo de nuevos amigos que tiene. —Mi padre sonríe ante las palabras de su mujer y me observa con un poco de orgullo.

—Qué bueno, mi niña, que en tan poco tiempo hayas hecho un grupo de amigos.

—Y son majísimos. Los otros días la trajeron de la escuela y yo casualmente estaba en el jardín. Todos me saludaron. Se nota que son chicos sanos —le cuenta a mi padre con felicidad, y él recibe la noticia con entusiasmo.

—¡Buaa! Enhorabuena, Zoe. Me alegra eso.

—Bueno... les quería preguntar si me dejarían ir con ellos mañana —observo a ambos ansiosa por sus respuestas, ya que al parecer Leroy también había pedido permiso pero no lo dejaron.

—Claro que sí, mi niña —habla mi padre sin preocupaciones mientras toma el periódico para comenzar a leer.

—Solo que hay un pequeño detalle —agrego, observando cómo ambos me miran serios— La salida es a un bar por la noche. Pero es un bar seguro; ellos van ahí todos los sábados y nunca les ha sucedido nada. Además, no es un lugar muy concurrido. —Las palabras se escapan de mi boca con suma prisa, intentando que mi monólogo los convenza a ambos.

—Por mí está bien —Diana me sonríe y luego toma la mano de mi padre para mirarlo y sonreír nuevamente.

—Bueno... yo tampoco tengo problema. Me gusta que socialices.

Y la victoria era mía. Lo había logrado. En mis adentros bailaba de felicidad mientras que por fuera mantenía una expresión serena.

—Pero... —dice mi padre, y no puedo evitar que esa pequeña sonrisa se desvanezca— ¿Quién te lleva y te traerá a casa?

—Ellos se encargan de eso. Así tienes la oportunidad de conocerlos. Somos un grupo de cuatro: dos chicas y dos chicos.

—Bueno, entonces está bien —mi padre accede al instante mientras se coloca las gafas de lectura con intenciones de sumergirse en el periódico.

—¡Eehh, no es justo! —Leroy abre su gran boca haciéndome mirarlo con molestia— ¿Por qué la dejan salir a ella a un bar y a mí no? Eso es muy injusto, mamá —se queja con su madre, quien tiene el ceño fruncido.

—Los amigos con los que te juntas no son buena influencia; son gente mala y peligrosa que te puede llevar por malos caminos —sisea ella con firmeza y molestia— Pero si quieres puedes ir con Zoe al bar, así...

The Perfect GirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora