10 | Segundo Mes - Una Invitación a Aceptar - Segunda Parte

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El punto de vista de Martina

El cielo de Barcelona se muestra claro y sereno, con sólo algunas nubes dispersas aquí y allá, para dar un toque de movimiento al paisaje.

Estoy en la Rambla esperando a Héctor y llegué un poco antes para no llegar tarde. Mientras observo el ir y venir de la gente y los colores vivos de los escaparates, noto que Héctor se acerca y corre hacia mí.

Me acerco a su llegada con una sonrisa, su rostro está relajado pero su respiración es dificultosa.

- Lo siento, Martina, tuve un imprevisto y no pude avisarte – dice, tratando de recuperar el aliento mientras se acerca a mí.

- No te preocupes - respondo, mi sonrisa se ensancha aún más mientras le doy un beso en la mejilla. Su aroma a ámbar y vainilla me envuelve en un abrazo sensorial que me resulta irresistible.

- ¿Qué perfume es este? - pregunto, curioso.

- Salvaje de Dior. ¿Te gusta? - pregunta con una sonrisa orgullosa.

- Es el único perfume que no me da náuseas. Pablo está probando muchos de ellos, y lamentablemente ninguno puede evitar que me sienta mal - respondo riendo y él se ríe, aliviado al ver que mi día va bien.

- ¿Quieres dar un paseo? El día está realmente hermoso - sugiere, mientras extiende la mano para acariciar mi vientre, aún pequeño pero muy presente.

- Por supuesto – respondo aceptando con una sonrisa. Caminamos juntos por la Rambla, disfrutando del sol y del calor del día.

- ¿Cómo es tu relación con Pablo? - Pregunta Héctor rompiendo el silencio mientras seguimos caminando.

- Todo bien, tal vez. Excepto que hay algo que me molesta – lo admito, con un suspiro.

- ¿Qué? - pregunta mostrando interés.

- Siempre le habla a Candela de alguna verdad que hay que decir, pero no entiendo cuál es. No quiero preguntar, de lo contrario parecería un espía - lo confieso preocupado.

- Pero ustedes están comprometidos, deberían hablar entre ustedes sobre estas cosas. Si no, ¿qué tipo de relación es? - objeta Héctor, visiblemente consternado.

- Tenéis una relación bastante extraña - Héctor se ríe entre dientes, haciéndome un poco más cómodo con su risa.

- Es verdad - Yo también me río, encontrando consuelo en su comprensión.

- Por casualidad me encontré en el lugar de mi madre - agrego, con un suspiro amargo.

- ¿No querías el bebé? - pregunta curioso.

- No era el momento adecuado. Tuve que abandonar mis estudios y estoy convencida de que no podría lograr al mismo tiempo estudiar y tener un hijo - respondo con amargura.

- Pero creo que me traerá mucha felicidad – prosigo, insinuando una sonrisa.

- Definitivamente - confirma devolviéndole la sonrisa.

- Esa es mi casa - dice Héctor señalando una estructura a unos pasos de nosotros.

- Bonita estructura - respondo observándola con atención.

- ¿Quieres entrar? Si estás cansado, puedo hospedarte - propone, preocupado por mi estado físico.

"Si realmente quieres", digo, riendo entre dientes. Entramos a la casa de Héctor y él me acompaña por las habitaciones.

- Esta es la cocina - dice, mostrando la estancia con un gesto elegante.

- Por favor, siéntate - añade, haciéndome un gesto para que me siente mientras él acerca una silla. Me siento y me ofrece un vaso de agua fría.

- Muchas gracias - digo aceptando con una sonrisa. Después de charlar sobre cosas ligeras y cotidianas, llega la hora de cenar.

- Será mejor que me vaya, gracias por la hospitalidad – digo con sincero agradecimiento mientras nos acercamos a la puerta.

- De nada, Martina. Esta casa siempre está abierta para ti - responde Héctor, mientras me acompaña hacia la salida.

Abro la puerta y la cierro ligeramente, dudando por un momento.

- Quería agradecerte mucho – susurro, avanzando hacia él. Me pongo de puntillas y lo beso suavemente en los labios. El beso es ligero, suave y delicado, y no hay mejores palabras para describirlo.

Héctor, incrédulo, me devuelve el beso colocando sus manos en mis caderas. Inmediatamente me doy cuenta de la gravedad de la situación y del hecho de que se trata de un error. Tengo que desprenderme inmediatamente, me digo mentalmente.

Estoy embarazada de su mejor amigo y eso no está bien.

Escuchando a mi subconsciente, me separo de él y trato de disimular mi vergüenza con una sonrisa.

- No quería, fue sólo un momento – sonrío avergonzada, intentando disculparme.

- En cualquier caso, me gustó - responde sonriendo mientras abre la puerta para dejarme salir.

-... ¿Nos veremos? - Pregunto, con tono incierto.

- ¿Por qué no? - Responde Héctor sonriendo nuevamente. Me voy, con la mente agitada y el corazón confundido, tratando de poner mis pensamientos en orden mientras me alejo.

¿Y Ahora? - Héctor Fort. (Versión Española)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora