16 | Séptimo mes - Cuando El Gato No Está, Los Ratones Bailan

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Punto de vista de Martina

Pablo partió con el equipo para el partido contra el Real Madrid. Esto significa una cosa: casa gratis. Héctor, sin embargo, no fue titular con ellos porque, durante el último partido, sufrió un leve esguince en la rodilla. Por precaución decidieron dejarlo en reposo. Y él está justo a mi lado ahora.

- Sol – dice Héctor hablándole bajito a mi vientre.

- Héctor, no puede contestarte – Me río entre dientes, viendo cómo se le ilumina la cara mientras habla con nuestra hija. La pequeña patea con fuerza, señal que Héctor también ha notado.

- Pero reacciona - responde Héctor, riéndose y acariciando suavemente mi vientre.

- Maldito sol, si hubieras sido tú me hubieras pateado aún más fuerte - digo inclinándome ligeramente por el dolor y riendo.

- ¡Pequeña mía, lo hiciste más que bien! - Le dice Héctor a Sole riéndose cariñosamente.

- ¡Pero oye! - exclamo fingiendo estar ofendida.- Contigo tendría inmediatamente otro hijo - admite Héctor, observándome atentamente con una mirada soñadora.

- Tengo uno en mi regazo y ni siquiera se puede tolerar, y mucho menos un gemelo – respondo exasperado haciendo una mueca.

- ¿Lo hacemos inmediatamente después entonces? - sonríe Héctor acercándose a mis labios. Su aroma es irresistible y respiro profundamente.

- Lo siento señor Fort, pero creo que está bien dejar pasar un tiempo - admito, acomodándome y acariciando mi creciente barriga.

Mi barriga cada día crece más y aunque ya me he acostumbrado a cargarla, no puedo evitar pensar que al noveno mes me convertiré en un globo.

- No veo la hora de conocerte, Soleil - Héctor sonríe, acariciando delicadamente mi vientre con palpable ternura.

- El juego ya empieza – digo mirando el reloj de la pared.

Las ocho en punto.

- A ver - ofrece Héctor, recostándose cómodamente sobre mis piernas y sin dejar de acariciar mi vientre.

- Ahora, Sole pequeña, tenemos que compartir mami... no solo está Pablo aquí, ahora también estás tú – dice Héctor riéndose mientras me mira con cariño.

- Te prefiero a Pablo – susurro sonriendo.
Gavi toma el balón, se aleja del rival y luego... ¡NETO!Gavi se alegra metiéndose el balón debajo de la camiseta y haciendo del símbolo del chupete, un anuncio claro para todo el mundo, o al menos para todos los que vean el partido.
Héctor se levanta repentinamente, molesto por el comportamiento de Gavi, y se dirige hacia el dormitorio. Decido apagar la televisión y seguirlo.

- Héctor, espérame – le digo corriendo tras él.

- Ahora eres suyo - admite Héctor, exasperado, mientras se deja caer en la cama.

- ¡Podemos solucionar este lío, no será el fin del mundo! - exclamo agarrando su brazo en un intento de calmar la situación.

-Tienes una perspectiva de vida en la que yo no estoy presente -dice Héctor, con lágrimas en los ojos que intenta ocultar.

- Martina, dime la verdad, ¿alguna vez has hecho el amor con Pablo? - pregunta casi llorando. Una lágrima corre por su mejilla, pero la limpia inmediatamente. No respondo inmediatamente.

- Dime - me ordena, con voz temblorosa.

- Héctor Fort, le hice el amor, pero sólo dos veces al principio - admito, liberando su brazo de mi agarre.

- Martina, quiero descansar - dice Héctor, su tono agotado pero firme.

- Héctor, descansemos juntos – Sugiero, tratando de mantener la calma y no llorar.

- Martina, déjame en paz - suspira Héctor, tratando de no perder la paciencia.

- Héctor, por favor... - Le imploro, con la voz quebrada por la emoción.

- ¡Martina, te dije que salieras de esta habitación! - grita con impaciencia, una expresión de frustración cruza su rostro.

Después de pasar una hora arreglando los trapos para el polvo, vuelvo con él, más tranquila y decidida.

- Escucha, Martina, quería pedirte disculpas... fue una reacción exagerada - admite, su tono más suave y reflexivo.

- Sólo pensar en que Pablo te toque me hace sentir como si hubiera violado mi privacidad. No es culpa tuya, sino de él. Quería sacar provecho de ello - continúa con la mirada sincera y llena de pesar.

- Te amo, o mejor dicho, te quiero - concluye, acercándose para besarme.

- Yo también te amo - respondo sonriendo y devolviendo el beso, sintiendo una calidez acogedora que nos envuelve a ambos. En ese momento, en los brazos de Héctor, siento una esperanza renovada y una conexión profunda, lista para enfrentar juntos los desafíos que nos esperan.

¿Y Ahora? - Héctor Fort. (Versión Española)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora