12 | Cuarto Mes - Cristina García - Primera Parte

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El punto de vista de Martina

- ¿Qué opinas, amor, de esta casa? - pregunta Pablo, mientras recorremos las opciones de casas en venta en Internet.

- También me hubiera gustado algo más minimalista - respondo, intentando mantener un tono tranquilo mientras sonrío con cautela.

- ¡¿Quieres que nuestro hijo viva en una casa minimalista?! ¡¿Hablas en serio?! - Pregunta Pablo claramente impactado por mi propuesta.

- ¿Cómo nací y crecí, sabes? Incluso en las casas más sencillas se puede vivir muy bien - respondo, intentando no dejarme abrumar por su reacción.

- Creciste en una casa de campo, ¿qué esperaba? - susurra Pablo, desprestigiando el humilde hogar de mi infancia.

- ¡Al menos yo crecí con valores, no como tú, que te sientes tan superior! - grito levantándome de la silla y tomando mi chaqueta y bolso. Me dirijo hacia la puerta y Pablo me sigue preocupado.

- ¿Qué vas a hacer? - me pregunta visiblemente alarmado.

- Sólo quiero alejarme de ti – insinúo, abriendo la puerta y saliendo de la casa.

Cierro la puerta con fuerza y ​​me dirijo hacia la villa de Héctor. Cuando toco el timbre, una señora mayor abre la puerta.

- Oh, lo siento, vuelvo más tarde – murmuro, avergonzada, sintiendo mis mejillas calentarse.

- Héctor está en la ducha, puedes pasar - dice la señora, con una sonrisa de bienvenida, mientras se aleja de la entrada para dejarme pasar.

Me giro hacia ella y la miro a los ojos con gratitud.

- Gracias señora - digo entrando a la casa y agradeciéndole sinceramente.

- Toma asiento, querida - me dice con una amable sonrisa.

- Muchas gracias - respondo, intentando ser cortés.

- Mucho gusto, soy Cristina, la mamá de Héctor – se presenta extendiendo la mano.

- Un placer, mi nombre es Martina, soy amiga de Héctor – sonrío estrechando su mano.

- ¿Eres italiano? - pregunta la señora García, curiosa.

- Sí, ¿tanto lo sientes? - Me río, intentando aliviar un poco la tensión.

- Ligeramente - me devuelve la sonrisa, apreciando mi intento de ser ligero.

- ¿Puedo ofrecerte un poco de café? - pregunta amablemente.

- No, gracias señora, estoy esperando un bebé y el médico me aconsejó evitar la cafeína - afirmo, mientras le dedico una amable sonrisa.

- ¡Madre de Dios! - exclama con los ojos muy abiertos.

- ¡Pero eres muy joven! -

- Sucedió, fue un regalo de Dios - respondo con una nota de dulzura, acariciando mi vientre.

- ¿Cuánto tiempo llevas embarazada? - pregunta, acercándose un poco más.

- Cuatro meses - respondo sonriendo con orgullo.

- Si quieres, puedes tocar – sigo animándola a poner una mano en mi vientre. La señora García sigue mi invitación y acaricia suavemente mi vientre.

- En mi opinión será una niña - admite, con una sonrisa afectuosa.

- Quién sabe - respondo sonriendo.En ese momento, Héctor aparece en la sala. Veo que acaba de salir de la ducha y solo lleva una camiseta. Sus abdominales, bien esculpidos y tonificados gracias a sus últimos entrenamientos, son claramente visibles.

- Martina, lo siento, me pondré la camisa ahora mismo - dice, corriendo hacia su dormitorio. Vuelve poco después con una camiseta puesta y se sienta junto a su madre.

- ¿Qué estás haciendo aquí? - me pregunta sorprendido al verme.

- Aún hay problemas con Pablo - murmuro, visiblemente triste.

- Voy a preparar el almuerzo, ¿quieres quedarte? - pregunta la señora García, intentando actuar como pacificadora.

- No quisiera molestarte - respondo con sinceridad.

- ¡Sin molestias! - Cristina sonríe, con tono tranquilizador.En cuanto la madre de Héctor sale de la habitación, Héctor se acerca a mí y me besa suavemente en el cuello.

- Cariño, te he echado mucho de menos - murmura emocionado y con los ojos brillantes.

- Yo también te extrañé, amor – susurro suavemente, devolviéndole el cariño.

¿Y Ahora? - Héctor Fort. (Versión Española)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora