Habían pasado varias lunas desde el envenenamiento durante la ceremonia de compromiso. El palacio había recuperado su calma aparentemente, pero Isidara no podía olvidar lo sucedido. A pesar de las semanas que habían pasado, la orden del rey Seti de detener la investigación seguía inquietándola. El rumor de la decisión del rey se había extendido por todo el palacio, y aunque la mayoría aceptó la orden en silencio, Isidara no podía simplemente dejarlo pasar.
Mientras caminaba con Nefertari por los jardines, Isidara intentaba procesar sus emociones. Desde que la investigación fue cancelada, su mente no encontraba paz.
Isidara: “No puedo simplemente dejarlo pasar, Nefertari. Alguien intentó acabar con mi vida, y ahora esperan que lo olvide como si nada hubiera sucedido.”
Nefertari, quien se había convertido en su confidente en las últimas semanas, asintió con comprensión.
Nefertari: “Entiendo cómo te sientes, pero desafiar al rey podría ser peligroso. Seti es un hombre sabio, y si decidió detener la investigación, debe tener sus razones.”
Isidara suspiró, su frustración visible en cada movimiento. Sabía que Nefertari tenía razón, pero eso no hacía que fuera más fácil de aceptar.
Más tarde, en sus aposentos, Ramsés se acercó a ella. Había estado ocupado con asuntos de estado, pero la preocupación por Isidara siempre estaba presente en su mente.
Ramsés: “Sé que no estás de acuerdo con la decisión de mi padre.”
Isidara lo miró directamente a los ojos, incapaz de ocultar su angustia.
Isidara: “No, no lo estoy. ¿Cómo se supone que viva sabiendo que el culpable sigue libre? ¿Cómo podemos estar seguros si ni siquiera sabemos quién lo hizo?”
Ramsés la tomó de la mano y la atrajo hacia él, buscando calmar sus temores con la calidez de su abrazo.
Ramsés: “Isidara, confía en mí. Mi padre tomó esta decisión por el bien del reino. No siempre podemos entender todas sus razones, pero debemos creer que hace lo mejor para todos.”
Isidara apartó la mirada, sintiendo la amargura en su pecho, pero la cercanía de Ramsés le ofrecía un consuelo que no podía negar. Él le acarició suavemente el rostro, dejando un rastro de besos en su frente y susurrando en su oído con una mezcla de amor y preocupación.
Ramsés: “Sé que es difícil, pero debemos centrarnos en nosotros, en nuestro compromiso. Lo que tenemos es hermoso, Isidara, y no quiero que el miedo lo dañe. Prometo que te protegeré, siempre.”
Los labios de Ramsés se movieron lentamente hacia los de Isidara, entrelazando sus palabras con besos que buscaban disipar las dudas de su amada.
Ramsés: “Pensemos en nuestro futuro… en lo que construiremos juntos… no permitamos que el pasado nos robe nuestra felicidad.”
Isidara cerró los ojos, dejándose llevar por la dulzura de sus gestos. Aunque la inquietud no desaparecía por completo, el calor y la seguridad que él le transmitía lograron calmar, al menos por un momento, sus temores.
Esa noche, mientras la luna iluminaba su habitación, Isidara reflexionó sobre lo que Ramsés le había dicho. Sabía que tenía razón en que no podían permitir que el miedo dominara sus vidas. Aun así, la idea de dejarlo todo atrás le parecía difícil. Finalmente, decidió que aunque no podía ignorar lo sucedido, debía intentar concentrarse en su compromiso con Ramsés. Él la amaba y estaba dispuesto a protegerla, y quizás era momento de confiar en eso, aunque una parte de ella seguía vigilante.
Cuando se encontraron nuevamente en el pasillo, Nefertari notó el cambio en su amiga y le ofreció una sonrisa comprensiva.
Nefertari: “¿Cómo te sientes?”
Isidara: “No del todo bien, pero Ramsés tiene razón. Debo concentrarme en lo que tenemos, en lo que viene.”
Nefertari asintió, apoyándola en su decisión.
Nefertari: “Tienes un gran corazón, Isidara. Sé que, con el tiempo, encontrarás la paz que buscas.”
Mientras la noche avanzaba, y las estrellas brillaban sobre Egipto, en el corazón de Isidara permanecía una pequeña chispa de duda. Pero esa chispa no debía convertirse en un incendio; no mientras ella tuviera a Ramsés a su lado.
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ISIDARA Y RAMSÉS
Fiksi PenggemarDe todas las princesas porque solo tú resististe? -Soy Isadara hija del sacerdote de Menfis y desde que nací siempre supe que estaba protegida por los dioses Dile a todos los Dioses entonces que protegan ahora nuestro amor -Ya lo protegen desde...