Microrrelato 27: Semejantes

22 3 3
                                    


- Mi vida está vacia.

Vale, si.

No reconoces tu cuerpo, ni el reflejo que hay delante tuya en el espejo, ni la vida que te rodea, pero estás ahí. No creas que has desaparecido, que ha venido el viento y te has consumido como el fuego de una vela ¡Zas! Y que ya no estás. No es verdad. No eres invisible, eres de carne, hueso y alma. Tienes luz.

- No me reconozco.

Levanta la venda de tus ojos, cambia tus gafas, quítate los cascos, descorre la persiana. Tú estás ahí, estrujándote los sesos porque no sabes dónde estás. Ahí, rezumando osadía. Queriendo averiguar, deseando recuperar, indagando sobre el porqué de esto y de aquello, preguntándote qué pintas tú aquí, por qué tú, con esa mente, vibrante y cabezota, llevándote al límite sin remedio.

- Tengo ganas de llorar.

No entiendes muchas cosas que ocurren a tu alrededor o en ti. No te empeñes en comprenderlas, aqui no estamos para eso, a veces no tienen explicación. Estamos para conocernos, darnos cuenta de que no somos iguales. Ver que en nosotros también hay fases, facetas, que somos luna y estaciones. Crecer, sobrevivir, construir y apoyarnos. Tú estás bien así como eres, aunque tengas cosas que sanar. El mundo es un engranaje inmenso donde la perfección no existe, hay lineas que no tienen limites bien definidos y el azar hace de las suyas. Un dia lo que está marchito florece y lo que florece se marchita. La tristeza, la desilusión, las heridas, la falta de ánimo, las equivocaciones y la decepción existen porque somos humanos y, a pesar de lo que en realidad creamos, todo eso nos hace más humanos. Una suerte de virtud encubierta que nos asalta por sorpresa, nos hace tropezar y hasta nos lleva presos.

- Siento cansancio.

Descansa, toma aire, pide ayuda. No sigas andando si sientes que te has perdido o pesa demasiado ¿me oyes? Tomate un tiempo, dos, o tres, o miles. Habla con alguien o habla con la soledad, pero habla en voz alta y compártelo. Habla de tus sentimientos y temores, échalos afuera, que los excesos nunca son buenos y somos demasiado injustos con nosotros mismos. Comunícate con tus semejantes, con los animales o las plantas, con quien tu prefieras, pero sacúdete el polvo y verás que siempre has estado ahí.

Ahí, tan brillante como siempre, tu propio libertador, cuidando de ti, válido y capaz.

🟢 MicrorrelatosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora