XI. Fingir e imaginar

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El día de la visita llegó más rápido de lo que esperaba. Me levanté temprano, sintiendo una mezcla de nerviosismo y determinación. La universidad privada de artes y diseño a la que Jennie había sido transferida era conocida por ser un lugar exclusivo, frecuentado por estudiantes talentosos y familias adineradas. Mi apariencia debía estar a la altura del entorno, así que opté por un conjunto elegante pero sobrio, lo suficientemente formal para una potencial donante, pero también accesible para no levantar sospechas.

El viaje hacia la universidad fue largo, pero no lo suficiente y durante el trayecto, mi mente no dejaba de darle vueltas a todas las posibles situaciones que podría encontrarme. Sabía que no podía acercarme directamente a Jennie sin llamar la atención, pero confiaba en que la visita me proporcionaría alguna pista sobre su estado actual.

Cuando llegué al campus, me impresionó la serenidad del lugar. Los edificios estaban rodeados de jardines bien cuidados y esculturas modernas que reflejaban la dedicación al arte y la creatividad. Fui recibida por una joven asistente en la entrada, quien, tras confirmar mi identidad, me guió hacia la oficina del decano de la facultad de artes.

El decano, un hombre amable y de modales refinados, me recibió con una sonrisa cordial.

— Es un placer tenerla aquí, Sra. Manobal. — dijo mientras me ofrecía asiento en su elegante oficina. — Entiendo que está interesada en conocer más sobre nuestros programas de arte y diseño.

Asentí con una sonrisa, manteniendo la compostura. — Así es, he escuchado maravillas sobre la universidad y su enfoque en fomentar la creatividad en los jóvenes. Me gustaría explorar la posibilidad de contribuir al desarrollo de algunos de sus programas.

La charla fue cordial y profesional, y me esforcé por parecer genuinamente interesada en las actividades y proyectos de la universidad. Mientras el decano hablaba con entusiasmo sobre los logros recientes de la institución, mi mente estaba ocupada intentando encontrar una forma de dirigir la conversación hacia Jennie sin levantar sospechas.

— Me encantaría conocer más sobre el perfil de sus estudiantes. — dije en un momento oportuno. — Especialmente aquellos que se destacan en áreas como la moda y textiles, ya que esas son mis pasiones personales.

El decano asintió, complacido por mi interés. — Tenemos algunos estudiantes excepcionalmente talentosos en esas áreas. De hecho, una de nuestras estudiantes transferidas más recientes ha demostrado un talento impresionante. Su nombre es Jennie Kim, y aunque solo lleva unos meses con nosotros, ya ha dejado una marca significativa en la institución.

Mi corazón dio un vuelco al escuchar su nombre. Traté de no mostrar mi emoción, manteniendo mi tono neutral. — Qué interesante. — comenté. — Sería posible ver algunas de sus obras? Me encantaría conocer más sobre su estilo y proceso creativo.

— Por supuesto. — respondió el decano, levantándose de su asiento. — Podemos hacer un recorrido por las instalaciones, y le mostraré algunos de los trabajos de nuestros estudiantes, incluyendo los de Jennie.

Me acompañó fuera de la oficina y comenzamos a caminar por el campus. Mientras me guiaba por los estudios y galerías, no pude evitar sentir una mezcla de ansiedad y anticipación. Cada obra de arte que veía, cada rincón del campus que exploraba, parecía acercarme más a la verdad.

Finalmente, llegamos a una pequeña sala de exhibición donde se mostraban algunos diseños recientes. El decano señaló un conjunto en particular, una creación audaz y elegante, que combinaba líneas modernas con un toque clásico. — Este es uno de los trabajos más recientes de Jennie. — dijo con evidente orgullo.

Observé el diseño con atención, tratando de captar cualquier mensaje oculto o símbolo que pudiera estar relacionado con la situación de Jennie. Había algo profundamente personal y emotivo en el conjunto, como si estuviera intentando expresar una lucha interna o un mensaje a través de la tela y las líneas.

La Musa de Venus | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora