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Jimin sentía la brisa golpeando su rostro. Sus mejillas heladas, a pesar de tener el casco puesto, le hacían recordar que no estaba soñando.

—¡Hyung! —exclamó el castaño mientras se sostenía con más fuerza de la cintura de Jeongguk.

El más grande había acelerado sólo para obtener aquellas risas y esa reacción por parte de Park. Ese era su momento. Uno donde sólo eran ellos. No existía Namjoon. Sólo eran Jimin y Jeongguk disfrutando del tiempo que pasaban juntos.

Jeongguk condujo unos minutos más, maniobrando entre autos y el tráfico que se había generado a esa hora en las calles principales. Una vez divisó a lo lejos el restaurante al que quería llevar a Jimin, estacionó y bajó para ayudar al más bajo.

—Hyung, pero acabamos de comer pizza —le recordó Jimin con una pequeña mueca.

—De pepperoni —señaló Jeon—. No te gusta. A penas si comiste algo hoy, ese pedazo de pizza no cuenta ni como almuerzo.

Jimin se sonrojó.

—En serio estoy bien, Gguk —nerviosamente menciona el de gafas—. Vayamos a donde me dijiste.

—Es aquí —le dijo Jeon antes de sonreírle con suavidad—. Acepta la comida, no me gusta saber que comes tan poco.

Park se mordió el interior de su mejilla pero asintió sin rechistar. No podía negarse a esos dulces y brillantes ojos. Jimin sabía que quizás Jeongguk lo hacía a propósito para manipularlo pero realmente no le importaba demasiado.

—Bien, sólo un poco —susurró Jimin mientras le entregaba el casco a Jeon.

Jeongguk no mencionó nada más, simplemente aseguró bien la moto en el estacionamiento con su cadena y se llevó consigo el casco.

El lugar al que habían ido no era lujoso. En realidad era bastante modesto y Jimin se dio cuenta que era una zona bastante alejada de las zonas más opulentas de Seúl. El restaurante se veía pequeño pero había bastante gente, lo que indicaba la buena sazón y calidad. Jeongguk le dio una sonrisa indescifrable a Jimin antes de tomarlo de la mano y llevarlo hacia el interior. Park no se inmutó ante el tacto pues quedó fascinado con el interior del local. Todo se veía tradicional y daba una sensación reconfortante.

—¡Noona! —exclamó Jeon mientras cruzaba por una mesa de recepción y se adentraba a un pasillo que mostraba la cocina.

Jimin se quedó de piedra cuando una mujer de mediana edad se quedó quieta tras la caja.

¡Ommo! ¡Jeongguk-ah, ¿qué te trae por aquí?! —dijo la señora mientras se acercaba a Jeongguk para tomarlo de las mejillas con cariño y besar su frente.

En ese momento, Jimin sintió que Jeongguk lo soltaba para abrazar a la señora. Park pudo notar la calidez y tranquilidad que aquella mujer le brindaba a Gguk, lo que lo llevó a preguntarse quién era.

—Vine porque tenía algo de hambre y extrañaba tu comida —dijo Jeon al separarse del abrazo.

La mujer parecía dispuesta a responder pero entonces sus ojos captaron la figura tímida y cohibida de Jimin.

—¡Pero qué tierno muchacho! Hijo, me hubieras dicho que traerías visita y te reservaba una mesa —mencionó la mujer con un marcado acento de Busan—. ¡Dongha, ven aquí!

Jimin se sorprendió cuando la mujer le apretó las mejillas de forma cariñosa antes de alejarse.

—Me llamo Nari, cariño, gracias por cuidar de mi Jeonggukie —soltó la mujer con ojos brillantes.

A pesar de que ella y Jeongguk no se parecían físicamente, sus expresiones eran idénticas.

—M-Mucho gusto —susurró Jimin con las mejillas rojas.

SECRET CRUSH ─ KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora