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~La sangre será más fluida que los ríos y el carmín bañara todo por las mentiras y el engaño que guarda cada uno de sus corazones impuros, sus actos serán castigados sin piedad si no se arrepienten y siguen usando nuestra majestuosidad para banales, malditos y mil veces malditos los que nos contradicen e ignoran sus obligaciones. Príncipe de los helenos, tu hilo rojo del destino será tu perdición, lloraras mas lágrimas de sangre y en tus manos está el rumbo de estos mundanos. Solo mi primogénito puede salvarlos~

El palacio ateniense se alza majestuosamente en el corazón de la ciudad, su fachada de blanco mármol resplandece bajo la luz del sol. Las columnas dóricas se elevan hacia el cielo, sosteniendo un frontón triangular adornado con intrincados relieves que representan escenas mitológicas.

Al entrar, se descubre un vestíbulo espacioso con suelos de mármol pulido que reflejan la luz. Las paredes están adornadas con frescos que representan escenas de la vida cotidiana en la antigua Atenas.

A medida que se avanza, se llega a un gran salón con una cúpula alta que permite la entrada de la luz natural. El techo está adornado con molduras doradas y las paredes están revestidas de mármol blanco.

En el centro del salón, como ya era costumbre verle, se encontraba el rey Asmita perdido en sus pensamientos, recordaba una y otra vez aquel día donde un dios lo utilizo como vocero, la culpa lo estaba matando, el no podía verse a si mismo pero estaba delgado con oscuras ojeras bajo sus ojos ciegos.

El rey Aspros, sin poder soportar más seguir viendo a su consorte de esa manera se acercó.

—Asmita ya basta...por favor deja de atormentarte no hay nada que pudiéramos hacer... dejarlos ir fue lo mejor para el reino—Levanto su mano para acariciar los cabellos rubios pero el oráculo lo impidió con un manotazo.

—A ti solo te importa tu reino, hace más de veinte años matamos a nuestro hijo que ni siquiera tuvo nombre y ahora....

—¡No hables de ese día!—Lo interrumpió en un grito avasallador de dolor.

—Y ahora esa profesia...tú lo viste Aspros, ese guerrero fue el único sobreviviente a esa guillotina de guerra a la que mandaste a tu ejército,yo lo mandé a los leones y ni así murio, ese no es un hombre ordinario solo puede ser el primogénito de un dios, ese día los vi en el jardín y lo supe, la manera en que hablaban,se miraban, se tocaban...el es el hilo rojo de Saga, será su perdición, lo va a matar y aún así volvimos a permitir que nos arrebaten nuestro hijo—El rey lo quiso intentar tocar nuevamente pero el ciego no lo permitió —¡No me toques!

—Merezco tu desprecio...hice que matarán a nuestro hijo recién nacido aquel día, pero esto es diferente.

—Tu no me obligaste a nada, yo accedí, ambos somos unos monstruos...

—Asmita el único mounstro por mucho que lo ames es Saga...solo el hijo de ese dios nos puede salvar y desde que el no está en este castillo yo he vuelto a ser yo, el tiene algo muy malo en su interior, no pude dormir tranquilo si quiera una sola vez los últimos años, su voz aún me atormenta el era el que me dominaba, por el tome la decisión equivocada de enviar a ese ejercito contra los ibéricos y todas las malas decisiones que estaban llevando este reino a la desgracia, desde que nacieron los gemelos este reino solo está en decadencia, tiene que ser de ese modo para salvarnos.

—Tu solo te enfocas en su lado malo, el solo era un niño...y aún así lo empezamos a reprender en penitencias buscando apagar su maldad, mi hijo ha sufrido tanto—Sollozo—Todos estos años queriendo mantener contento a los dioses creyendo que logrará algún día apagar esa parte de el con autocastigos severos hasta casi matarse...el lo ha intentado Aspros es un niño bueno.

El Príncipe y El Guerrero... {AiorosxSaga}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora