Blue Lock

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Mi nombre es Hunter Slade, y soy un futbolista japonés con un sueño que ha estado quemando en mi interior desde que tengo memoria: ser el mejor delantero del mundo. No, eso no es suficiente. Quiero ser el mejor delantero que Japón haya conocido, y más allá. Quiero cambiar la historia del fútbol en mi país, llevar a Japón a lo más alto. Y si tengo que destrozar a cualquier otro en el camino, que así sea.

Siempre he sido diferente. Mi madre es japonesa, mi padre americano, y mi aspecto mixto siempre ha atraído la atención, tanto buena como mala. En la escuela, los niños se burlaban de mis lunares (tenía uno al lado de la ceja, otro en la derecha de la boca y otro en el cuello, y debido a donde estaban destacaban mucho), de mi estatura, de todo lo que me hacía distinto. Pero en el campo de fútbol, todo eso desaparecía. Allí, no importaba quién eras o de dónde venías. Sólo importaba si podías meter el balón en la red. Y yo podía hacerlo.

El día que todo cambió fue uno normal, al menos al principio. Me había despertado temprano para mi rutina diaria de entrenamiento: correr cinco kilómetros, ejercicios de resistencia, y luego horas de práctica con el balón. Mi madre siempre se preocupaba de que entrenara demasiado, pero mi padre, quien había sido un atleta en su juventud, lo entendía. "Para ser el mejor, tienes que trabajar más duro que los demás, hijo", solía decirme. Y yo me lo tomé en serio.

Pero esa mañana, cuando regresé a casa, había una carta esperándome. No era una carta común. Estaba en un sobre blanco, sin ninguna dirección visible, solo mi nombre escrito en un elegante y limpio caligrafía.

Abrí el sobre con cuidado, mis manos temblando ligeramente. Dentro había una sola hoja de papel, doblada cuidadosamente. El encabezado decía "Blue Lock".

Había oído hablar de Blue Lock. Todo el país había oído hablar de él. Un misterioso proyecto para encontrar al próximo gran delantero japonés, aquel que llevaría a Japón a la gloria en la Copa del Mundo. Decían que era un programa brutal, que solo el más fuerte, el más determinado, sobreviviría. 

Y aquí estaba yo, sosteniendo una invitación para unirme.

El resto de la carta era simple y directo. "Has sido seleccionado para participar en el Proyecto Blue Lock. Si aceptas, presenta este documento en la dirección indicada a las 6:00 a.m. del próximo lunes. Este es tu único aviso. No hay segundas oportunidades."

El papel temblaba en mi mano. Este era mi sueño, el sueño que había perseguido desde niño. Pero, al mismo tiempo, sentí una oleada de miedo. Este no era un torneo ordinario. Blue Lock era una prueba, una forja de fuego en la que solo los mejores sobrevivirían.

Cerré los ojos, intentando imaginar lo que vendría después. La competencia, la presión, la posibilidad de fracasar. Pero junto a ese miedo, había algo más, algo más fuerte: la emoción, la adrenalina, la certeza de que este era mi camino.

Doblé la carta con cuidado y la guardé en mi bolsillo. Miré el reloj: eran las 5:00 p.m. Tenía tiempo para preparar todo, para poner mi mente y mi cuerpo en la mejor forma posible. Pero antes de eso, tenía que decírselo a mis padres.

Mi madre estaba en la cocina cuando entré. Se giró hacia mí, su rostro mostrando esa mezcla de preocupación y amor que conocía tan bien.

—Hunter, ¿todo bien? —preguntó al notar mi expresión.

Asentí, aunque no estaba seguro de cómo explicar lo que acababa de recibir.

—Mamá, me han invitado a Blue Lock.

El cuchillo que sostenía cayó al suelo con un estrépito. Sus ojos se abrieron de par en par, y durante un segundo, el silencio llenó la habitación.

—Hunter... eso es...

—Lo sé —la interrumpí—. Es peligroso. Pero tengo que hacerlo. Esta es mi oportunidad de demostrarme a mí mismo, de demostrarle al mundo lo que puedo hacer.

Mi madre tragó saliva, claramente nerviosa. Mi padre entró en la cocina en ese momento, habiendo escuchado parte de la conversación.

—Si esto es lo que quieres, Hunter, entonces debes ir —dijo, con una firmeza que me sorprendió—. No hay lugar para el miedo en el camino hacia la grandeza.

Esa noche, apenas dormí. Mi mente estaba llena de imágenes, de sueños y pesadillas, de lo que me esperaba en Blue Lock. Pero en el fondo, había una sola certeza: estaba listo.

El lunes por la mañana, me presenté en la dirección indicada, una enorme instalación en las afueras de Tokio. Junto a mí, había otros jóvenes, todos con la misma expresión: una mezcla de determinación y nerviosismo. Sabíamos que a partir de ese momento, nuestras vidas cambiarían para siempre.

Un hombre de aspecto extraño salió a recibirnos. Sus ojos recorrían al grupo, evaluando, juzgando. Finalmente, se detuvo frente a nosotros y habló con una voz que resonó en el aire frío de la mañana.

—Bienvenidos a Blue Lock. A partir de hoy, ya no sois jugadores de fútbol. Sois armas, creadas para un único propósito: ser el delantero más letal del mundo. Algunos de vosotros no lo lograréis. Algunos de vosotros caeréis en el camino. Pero aquellos que sobrevivan... se convertirán en leyendas.

Sentí un escalofrío recorrer mi espalda, pero no era de miedo. Era de pura emoción. Este era el inicio de algo grande, algo que cambiaría mi vida para siempre.

Y estaba listo para lo que viniera.

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Holaaa. Como habréis podido apreciar, es la segunda historia que escribo, así q os agradecería mucho si me comentaseis como os va pareciendo la historia y si esta bien escrita (Acepto críticas constructivas :)).

También aviso de que los diálogos de Ego no van a ser los mismo que los del anime/manga, por que no quiero hacer una historia muy pesada con información q (creo) ya sabemos, por lo que para las pruebas hare un resumen de lo importante.

El personaje es inventado mío, por lo que si veo q os gusta la historia y queréis saber más, podría subir algún dibujillo de él para que os hagáis una idea de como es (aunque ya lo veis en la portada) 

Muchas gracias por leer esta historia, espero que os guste <3

Supervivencia en Blue LockWhere stories live. Discover now